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Make America Grande Again

15 May

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Más allá de las especulaciones acerca de una postulación de último momento por parte del Mitt Romney, quien sin dudas es el mejor maniquí que tiene guardado en el baúl del auto el Partido Republicano (GOP, por Grand Old Party, desde aquí en adelante), o de la conspiración que el Establishment republicano está tejiendo hace pocos días, hay pocas voces que no hayan confirmado lo imposible de imaginar hasta hace unos tres o cuatro meses. Sí, señoras y señores, luego de que Ted Cruz se retirase de la carrera presidencial, el único candidato que quedó de pie en la interna del GOP es…Donald John Trump. Un hombre que para muchos – por ahora la mayoría- de los norteamericanos es la peor de sus pesadillas, pero que para muchos otros, es el salvador de la nación que llega al rescate luego de la fiesta comunista de Barack Obama y sus amigos de Cuba.

No habrán sido pocos los que realizaron la conexión directa, solo diferenciada o por una cuestión de ego o por derechos de autor, entre el eslogan de campaña de Trump “Make America Great Again” con el “Let’s Make America Great Again” utilizado por la dupla Ronald Reagan-George H. W Bush en las elecciones presidenciales celebradas en 1980. Y claro que las coincidencias se terminan allí, porque más allá de la simpatía que siempre hubo entre el magnate y el ex Presidente de los Estados Unidos, lo cierto es que los contextos eran completamente diferentes, a pesar de los esfuerzos de Trump por generar cierta nostalgia respecto a una época en la que – salvo para los republicanos más fanáticos, es decir gran parte de ellos- las cosas no funcionaron demasiado bien salvo para el famoso 1% del que tanto se habla en estos años de desigualdad y miseria.

Muchas personas podrán decir que los años de la Cortina de Hierro y el reloj que contaba atrás hacia el holocausto nuclear tienen alguna relación con la supuesta amenaza nuclear que países – según el imaginario conservador norteamericano- como Irán y Corea del Norte representan en la actualidad, lo mismo para esa sombra llamada ISIS que se extiende sobre todo el mundo dejando un tendal de muertos hasta en las grandes capitales del mundo. Claro que todo esto posee mucha más relación con el mundo pos 9/11, pero la realidad es que a la hora de los discursos políticos en plena campaña no hay límites aunque sí muy poca creatividad por parte de quienes sirven de escribas a los candidatos.

Pero el hecho de que Trump se encuentre a un paso – difícil y largo, pero no imposible- de pasar como mínimo cuatro años viviendo en la Casa Blanca, poco tiene que ver con la asociación que muchos nostálgicos realizan respecto de su adorado Ronald Reagan. En cambio sí posee una relación muy poderosa con la línea descendente que el GOP viene recorriendo desde la aplastante victoria de Reagan-Bush en los 80′ – que significó el punto final para el Estado de Bienestar en América del Norte-, pasando por la consolidación y el punto más alto de la Era Neoliberal en manos de Bush Padre e implosionando por completo ya en el nuevo milenio cuando su hijo, George W. Bush “ganó” dos elecciones consecutivas para gobernar y destruir al país entre los períodos 2000/04 y 2004/08.

Hay que remontarse a esos años posteriores al atentado terrorista que derribó las Torres Gemelas para recordar como los republicanos y varios mal llamados centristas elogiaban a Bush por ser un hombre de Dios y por “parecer un tipo común, con el que sin dudas me tomaría una cerveza”. Pocos se detuvieron a pensar que lo que se necesita justamente para ser Presidente, y más si se trata de los Estados Unidos que es la máxima potencia mundial a nivel económico y político, es ser todo salvo un “tipo común” que ni siquiera puede sostener un libro al derecho mientras lee con un grupo de niños de preescolar en una visita.

Pero hubieron millones de ciudadanos de los Estados Unidos y cientos y cientos de electores confiaron en él, más allá de que en ambas elecciones necesitó de un trabajo muy fino para superar a sus dos mucho más preparados, experimentados en la arena política y aburridos rivales Al Gore y John Kerry. Si algo le sirvió a Bush para sostener una gran base de popularidad no fueron sus en gran parte erróneas y pro 1% medidas político/económicas, sino su lamentablemente famosa “Guerra contra el Terror (o Eje del Mal)” que se desató con su infame Doctrina Bush como puntapié. Hablamos de un paquete de medidas preparado y aprobado tras los atentados contra el World Trade Center que tuvieron apoyo absoluto de todo el arco política y la opinión pública mundial, cuyo eje fue la también desastrosa Patriot Act, que básicamente consistió en una carta blanca para expandir y mecanizar la tortura a nivel global y para espiar a todos los habitantes del país bajo la excusa paranoica pero entonces convincente de que cualquiera puede ser un terrorista pues “el enemigo está adentro”.

No sorprende entonces que luego del escándalo desatado hace unos años – entre tantos otros- por Edgar Snowden y Julian Assange con las masivas filtraciones de secretos de Estado, la ciudadanía poco a poco haya comenzado a mirar a la política tradicional con mucha desconfianza. Luego de la elección y reelección de Barack Obama, que terminará dos muy buenos períodos presidenciales con la frente en alto, el discurso de la esperanza que trajo en la campaña de 2008 mientras el país se derrumbaba bajo la fiesta ruidosa y pornográfica de Wall Street y sus cómplices en el establishment político y empresarial, ha mutado en otro mucho más pragmático y centrado en objetivos mucho más terrenales aunque diferentes según el lado del mostrador donde uno se encuentre.

Los demócratas y demás personas dentro del espectro denominado “Liberalismo” están siempre muy preocupados por la pobreza, por las guerras liberadas en el exterior con dinero que podría usarse para mejorar los servicios públicos, por el brutal y asesino racismo que lejos está de haberse extinguido, por la creciente xenofobia que lleva a imaginar paredes electrificadas en la frontera con México, por el aplastante avance de los fundamentalismos religiosos de todo tipo y especie tanto dentro como fuera del país, por una desigualdad tan grande que ha quebrado hasta a la clase media, por el discurso plagado de odio y división que ha invadido el universo político y por tantas otras cuestiones que llenan las páginas de todos los medios del globo.

Del lado republicano de la vida, la atención está centrada en las mismas cuestiones pero con una mirada radicalmente diferente. Desde la irrupción de Sarah Palin como candidata a Vicepresidente de John McCain y la posterior creación del Tea Party, el GOP comenzó a virar hacia el extremismo absoluto, quedando hasta los políticos más respetados y corridos hacia el centro imposibilitados para escapar de un discurso y un accionar tan brutal como desacertado desde todo punto de vista. La analogía del blanco y negro es correcta para analizar el pensamiento del norteamericano republicano promedio, que pertenece en gran parte a los Estados del Sur que siempre están teñidos de rojo durante cada elección. Todo lo mencionado un párrafo más arriba acerca de las preocupaciones e ideología de los demócratas y sectores de izquierda tiene su contraparte en este sector de la población que a cada mes aumenta de forma considerable.

De lo recientemente dicho, se deduce que hay muy pocos países – dentro de los llamados “desarrollados”- con una división social y política (la grieta le llaman por estos pagos) tan brutal como los Estados Unidos desde hace más de 30 años. Por ello hay que evitar mirar hacia el costado y no tener miedo a decir que tanto Ronald Reagan, como George W. Bush y Donald Trump son productos tan genuinos como diferentes de tres épocas de conflictividad social, malestares económicos y desigualdad muy alta, en la que la cuenta siempre la terminan pagando los que menos tienen aún en el caso de que hayan votado con entusiasmo y convicción – caso de la mayoría republicana de los sectores más pobres y atrasados del país- a quienes los han llevado a la ruina.

Para entender el apoyo de un sector tan importante de la población, hay que centrarse en lo cultural y en el llamado “sentido común” (entendido éste como una serie de prácticas, costumbres, reglas y comportamientos con los que el ser humano es instruido desde pequeño para que pueda reproducir el orden dominante de forma correcta)  que con mucho trabajo de una aceitada maquinaria mediática y política ha sido insertado en el ciudadano promedio de los Estados Unidos.

Hay una serie de frases que Donald Trump ha pronunciado en estos meses de campaña que expresan el imaginario del norteamericano promedio – sin importar su pertenencia político/ideológica- en cuestiones de relevancia como el racismo, la xenofobia, la violencia de género, la política de armas de fuego, el aborto legal, la política exterior y demás cuestiones que han estado en boca de todos como pocas veces en estos años. Vale la pena realizar un repaso de los grandes éxitos del gran candidato a llevarse la interna del GOP:

“La única carta que Hillary Clinton tiene es la de la mujer. No tiene nada más para ofrecer y, francamente, si Hillary fuese un hombre, no creo que sea capaz de conseguir ni el 5% del voto. Lo único que tiene en sus manos para ganar es la carta femenina y lo más lastimoso es que no le cae bien a las mujeres”.

“Miren esas manos ¿Son pequeñas? Marco Rubio se refirió a mis manos diciendo que: ‘Si son pequeñas, alguna otra cosa debe ser pequeña’. Yo les garantizo que no hay problemas en ese sentido. Se los garantizo”.

“Tengo tantos amigos fabulosos que casualmente son homosexuales, pero yo soy un tradicionalista”.

“La única diferencia entre los otros candidatos y yo es que soy mucho más honesto y que mis mujeres son mucho más hermosas”.

“Nuestro gran Presidente Afro-Americano no ha tenido exactamente un impacto positivo en los delincuentes que están tan feliz y abiertamente destruyendo Baltimore”.

“Cuando México manda a sus personas, no está enviando a lo mejor que tienen. No les están mandando personas como ustedes, están enviando personas con muchos problemas y que los traen con ellos. Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Son unos violadores…Y asumo que algunos pocos son buenas personas”.

“Yo construiré un gran muro – y nadie construye muros mejor que yo, créanme- y además los construiré sin gastar mucho dinero. Voy a erigir un gran, gran muro en nuestra frontera sureña y haré que México pague por esa muralla”.

“26.000 violaciones sin reportar en el Ejército y solo 238 condenas con prisión efectiva ¿Que imaginaron esos genios cuando colocaron a los hombres y a las mujeres juntos allí?”.

“Las mujeres tienen una de las grandes farsas de toda la historia. Las más inteligentes actúan de manera muy femenina, pero por dentro son verdaderas asesinas. La persona que acuñó la expresión ‘el sexo más débil’ o fue muy inocente o estaba bromeando. He visto mujeres manipular hombres con apenas una mirada…O tal vez con otras partes de su cuerpo”.

“McCain no es un héroe de guerra. Se dice eso de él porque fue capturado. Yo prefiero a los que no han sido capturados” (Un golpe al mentón muy desubicado hacia alguien mucho más respetable e inteligente, con una historia terrible y real de fondo, como John McCain).

“Hasta que no seamos capaces de determinar y entender este problema y la peligrosa amenaza que significa, nuestro país no puede seguir siendo víctima de horribles ataques perpetrados por personas que solamente creen en la Jihad y que no tienen sentido común ni respeto por la vida humana” (Aclaración: esto dicho como preludio para prohibir el ingreso de TODOS los practicantes de la religión Musulmana a los Estados Unidos).

“No podemos seguir permitiendo que China viole a nuestro país”.

“Se podía ver que la sangre salía hasta de sus ojos, sangre saliendo de ella por todos lados. En mi opinión, claramente estaba en plena menstruación” (Aclaración: comentario completamente asqueroso y machista acerca de Megyn Kelly, periodista de Fox News, luego de que moderase un debate donde no salió para nada bien parado).

“Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido ¿Que le hace creer que podrá satisfacer a América?” (En fin…).

Si creen que hay personas que no podrían apoyar a semejante personaje – por decirlo suavemente-, están muy equivocados. Como ya se explicó, la base de Donald Trump tiene los integrantes más impensados, como por ejemplo el votante latino y republicano que de alguna forma se encuentra atraído por el discurso de este outsider de la política tradicional. El hartazgo respecto del juego político manejado por el llamado establishment ha encontrado su eco en este multimillonario que lo tiene todo desde hace mucho tiempo. Alcanza con recordar que para el momento de su primera aparición pública en 1980, hablando en televisión nacional de la inversión en el mercado inmobiliario – con la predicción acertada de que un boom llegaría en esa década- , Trump ya era un millonario que había alcanzado alturas impensadas para alguien de su edad.

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Más allá de que su discurso siempre ha estado centrado en su persona, pues no es más que una serie de afirmaciones acerca de cuanto mejor son él y su modo de vida respecto de todo lo demás, hay muchos ciudadanos norteamericanos convencidos de que este magnate habla con la verdad. Que comunica lo que todos realmente piensan, lo que el pueblo siente, todo ello por detrás del velo de mentiras que colocan los políticos delante de quienes los eligen cada cuatro años.

Algunas de  las afirmaciones más salientes son las siguientes:

“Sé como funcionan los negocios y sé que necesitan una mano más fuerte para que puedan mejorar. (A Trump) le gusta ganar se pone una meta y la cumple, él es así. Él va a solucionar lo que los políticos no pueden”.

“Cuando te habla te dice la verdad. Obama nos está destruyendo y Trump quiere que volvamos a ser grandes otra vez. Nosotros hoy no necesitamos un político: necesitamos un verdadero líder y ese es Trump”.

“Tenemos que volver a tener el reconocimiento de Europa y el mundo. Ya no nos respetan. (Es bueno) que Trump vaya a tener un equipo militar fuerte”.

“Es una persona próspera y ha traído mucho empleo a los Estados Unidos”.

“(A los políticos) es tiempo de cambiarlos. Hay que votar gente nueva, fresca, para empezar a mejorar”.

“No es que sea agresivo sino que es más directo que otras personas”.

“No me siento ofendida (respecto de sus afirmaciones machistas), dice las mismas cosas que muchos hombres. Pero yo leí varios libros (¿?) sobre Trump y allí cuentan que no es una mala persona, que es un gran jefe”.

Sus ya más de 1000 delegados y la ausencia de un rival en la interna del GOP han dejado a Donald Trump a un paso de ingresar en la lucha por la presidencia de los Estados Unidos de América. Con un discurso basado en el miedo, en los prejuicios y en la confrontación más cruda, ha logrado seducir a una importante cantidad de personas que han encontrado – como en otros casos históricos recientes y no tanto- un guante perfecto donde calzar su mano, sin importar sus orígenes, su nivel socioeconómico ni su ideología.

De nada sirve castigar a quienes creen genuinamente en Trump, como hizo la semana pasada el Ney York Times en un editorial muy duro donde llamaba a todo republicano con intenciones de votar al magnate “miope” e “ignorante”. Lo que se debe hacer es buscar las razones por las que una gran porción del electorado ha decidido inclinarse por un candidato que no tiene en su arsenal más que un discurso mediocre, cargado de prejuicios y muy encendido, y que al mismo tiempo no posee ningún conocimiento siquiera básico- lo dejó en claro el equipo del Washington Post, no justamente un medio pro Demócrata, que lo entrevistó hace unas semanas- acerca de los temas más relevantes tanto para la política interior como la exterior de su país.

Nada parece indicar que Hillary Clinton – quien seguramente ganará la interna del Partido Demócrata contra su digno y sorprendente competidor, Bernie Sanders- vaya a tener problemas en una hipotética elección general en caso de que este escenario se confirme. La mayoría de los sondeos colocan a la candidata de los azules con un 54% de los votos contra un 41% que cosecharía el hombre del pelo color mostaza y las frases tan resonantes como huecas. Para ser optimista, Trump necesitaría mejorar en estos meses un 10% su rendimiento electoral para vencer a Hillary y aún así la diferencia sería muy ajustada. Los números en la actualidad indican que los delegados a nivel nacional que obtendría Clinton serían 347 , mientras que los de Trump alcanzarían un inservible 191, siendo esta la base desde donde ambos partirían al comienzo de la campaña presidencial.

Si bien hay algunos políticos pertenecientes al establishment republicano como Chris Christie se han acoplado al Make America Great Again, lo cierto es que la mayoría del GOP no tiene ninguna simpatía para con su posible candidato. El sistema de electores – uno de los menos democráticos del mundo, dentro de un país que se hace llamar la gran democracia- lo ha beneficiado y no sería raro que finalmente la gran mayoría apueste a caballo ganador e intente finalizar con el sueño de Hillary Clinton de ser la primera mujer Presidente de los Estados Unidos.

La tarea será muy complicada y el millonario tendrá que trabajar con mucha humildad – que no es su gran fuerte- y mucha inteligencia para poder quedarse con el aparato republicano y ser un competidor como mínimo razonable para alguien que ya es parte del establishment político, que ha probado su capacidad – aún con errores- en cargos de gobierno y que parte con una ventaja más que considerable y cuasi definitiva. Tal vez el destino tenga una carta reservada para este candidato difícil de explicar y de entender, pero el primer paso para lograr cualquiera de estas dos cuestiones es el tener la capacidad de leer correctamente el contexto político, social y económico en el que ha surgido.

A pesar de que hemos afirmado que la conexión entre ambos fenómenos es inexistente, hay una relación entre las características de los sectores que apoyan a Trump y la irrupción de Ronald Reagan en la política en los 80′. Desde aquel entonces hasta el día de hoy, se ha creado e incrementado una base heterogénea de norteamericanos de clase media trabajadora que posee gran admiración – llegando al punto del embelesamiento- por estos millonarios a quienes en realidad les deberían estar echando la culpa por todos sus padecimientos. Sin ir más lejos, el 74% de los norteamericanos pertenecientes a este amplio espectro social sostuvo – en una encuesta realizada en el año 2014- que el sistema económico de los Estados Unidos era injusto porque favorecía exclusivamente a los ricos. Pero el ya mencionado hartazgo respecto de la política tradicional (si se lo piensa bien, Bernie Sanders es también un outsider), el incremento del costo de vida para la clase media, la imposibilidad para los más pobres de salir de su realidad, el creciente rol mediático en una sociedad completamente absorbida e influenciada por los grandes conglomerados de medios y un nivel de conflictividad social que nuevamente ha llegado al punto más alto de su ciclo, han creado un monstruo de gran tamaño que seguirá creciendo en las próximas semanas.

Puede ser el magnetismo que genera su retórica “populista” – la hay más hacia la derecha y más hacia la izquierda-, puede ser ese deseo irresistible para algunos de ser todo lo que él es, puede ser también la falsa noción de que como es rico no necesita ni va a robar un solo dólar – ni podrá ser comprado por los verdaderos corruptos, es decir por las corporaciones- o también puede ser el hecho de que su discurso en el que se presenta como un self-made man, apelando a los lugares comunes más insólitos del relato fundacional de Estados Unidos, haya revivido esa esperanza llamada “El sueño americano”; ese que consiste en amasar una enorme fortuna trabajando “pues no hay mejor lugar para ser exitoso y rico que en América”.

Todos estos elementos deben ser puestos sobre la mesa para entender el porqué de la popularidad de Donald Trump, algo que no puede ser puesto en duda ni por sus más duros críticos. Hasta sus serios fracasos profesionales, esos que no le dan un marco coherente a su pomposo discurso de éxito personal, no parecen ser demasiado relevantes para quienes lo han llevado en andas hasta la línea de largada entregándole elector tras elector a lo largo y ancho del país.

Salvo que haya alguna sorpresa en el camino durante estas semanas, Donald Trump y Hillary Clinton se enfrentarán por el privilegio de ser el nuevo Presidente de los Estados Unidos de América. Todo listo entonces para una de las elecciones al mismo tiempo más interesantes y previsibles de las últimas décadas, donde todo es una incógnita excepto el resultado final.

 

 

 

 

La Montañita del Horror

6 May

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A pesar de que la violencia de género se ha instalado hace unos años como uno de los temas más importantes de la agenda pública y política de nuestro país, lo que no parece erradicarse es el nivel de machismo y de ignorancia en el grueso de una sociedad que en pleno Sigo XXI conserva rasgos patriarcales muy marcados y predominantes. Tampoco han habido cambios significativos que ayuden a solucionar este grave problema, más allá de las muestras de apoyo públicas en redes sociales por parte de algunos personajes de notoriedad pública en el momento en que se realizó la marcha bajo el lema #NiUnaMenos.

Más allá de lo mediático – y tal vez bizarro debido a la explotación de este por parte de sus protagonistas- del caso, uno de los ejemplos más recientes del gen machista que inunda a nuestra sociedad es el del cruce entre Federico Bal, su ex novia Bárbara Vélez y sus respectivas madres, Carmen Barbieri y Nazarena Velez debido a una supuesta agresión por parte de Bal hacia Vélez que hasta hace pocos días era su pareja. Es claro que todos conocemos el recorrido mediático de los tres personajes, pero no por ello quedan al margen de los problemas cotidianos que todos nosotros – a quienes las cámaras no nos siguen todo el tiempo- enfrentamos en lo cotidiano.

Más allá de las acusaciones que los protagonistas se lanzaron y del show que se generó alrededor de ellas, lo cierto es que hubieron una o varias discusiones entre ambos que derivaron en una reciente escena de violencia donde ella terminó con un moretón en uno de sus brazos y denunciando golpes y maltrato psicológico en la Comisaría de la Mujer ¿Por qué es relevante mencionar este caso, que es uno más dentro de los cientos que hay que lamentar a cada semana y que son mucho más graves y a la vez ignorados asquerosamente por los grandes medios argentinos? Debido a las reacciones frescas y sin filtro de ese espécimen particular que son los miembros de nuestra sociedad, esos que de forma anónima suelen volcar sus crudas – y básicas, salvo honrosas excepciones- opiniones en los foros de los diversos portales digitales de los medios más importantes del país, mordiendo siempre el anzuelo y dejándose ver tal cual son.

Antes de continuar, analicemos (con las correcciones pertinentes, pues el prejuicio existe y viene de la mano de la poca cultura) algunos de los comentarios, sin distinción de género, que se pueden encontrar en los sitios web de Clarín, La Nación e Infobae al respecto del caso mencionado:

  • Para mí Barbie debe ser histéricamente celosa! Y media loca como la madre! Todo bien! Pero le creo a Federico Bal de que la mina le saque el celular, lo persiga, rompa cosas onda en cualquier discusión.
  • Si eligió un mujeriego ahora que se joda.
  • Es evidente que las herencias son inevitables…. No puede salir de otra forma ésta chica que no sea como la de la loca de la madre.
  • (ESTE VA TEXTUAL, NO VALE LA PENA CAMBIARLO PORQUE PIERDE LA ESENCIA) ……..repudio la vilencia de genero a full.soy madre de mujeres……….pero vos sos una enferma como tu madre ella te hizo asi,.te teladro el cerebro con sus tragedias,con su hermana que trajo de sur para cuidarla la piba andaba en la noche asi termino,la tragedia del marido de la que vos te hiciste cargo……………yo veo que sos muy chica pra tanto,tratate estas enferna.
  • (OTRO TEXTUAL) Es loca como la madre y encima enloquese a los que se encuentrana su alrededor, no es de extrañar el final de Faián Rodríaguez, viviendo en semejante manicomio. Tantos dramas de la madre, se le filtraron o se los filtraron en el cerebro de ella y actúa como una spicópata.
  • Me parece que la violenta es ella. Escandalosa y kilombera como la madre.
  • Me suena a escándalo mediático solo para figurar. Para mí que se dio un mazazo para que le quede el moretón y asi tener para 3 o 4 semanas en todos los programas y medios.
  • Si les pegan… “por algo será”… las mujeres tendrian que ver en que están fallando y que hacen mal para que las muelan a palos. Muchas veces los golpes están bien justificados…. (LA JOYA DE LA FAMILIA)
  • La pibita tiene peor caracter que la madre, es archiconocido sus ataques de furia, que hasta la madre le tiene miedo. Tiene cara de angelito, pero Barbie es un ogro escondido.
  • Yo te creo Fede la verdad que la cara de la minita la vende, menos mal que el perro no entraba en la cacerola porque sino…..
  • Pareciera que en realidad no le pegó. La zamarreó para que detenga el ataque de nervios.
  • Otra caso en que la mujer se victimiza y se sale con la suya. Cagaste pibe.

Es claro que esta situación dista de ser la misma que la que se puede ver día a día en los barrios más humildes y carenciados y en hogares alejados de los focos mediáticos, como ya mencionamos unos párrafos más arriba. Pero lo importante para nuestro propósito hoy no son los protagonistas sino el denominador común que poseen los comentarios/opiniones de muchos hombres y mujeres de diversas edades acerca de estos episodios delictivos que involucran la violencia canalla, y en un porcentaje mayoritario asesina, de un hombre sobre una mujer.

Para que no surja la impresión de que los comentarios tienen esa tonalidad solamente en un caso perteneciente al mundo de la farándula nacional, se pueden considerar como un segundo ejemplo las vidas trágicamente perdidas de María José Coni y Marina Menegazzo, las dos argentinas que fueron brutalmente asesinadas en las playas de Montañita, situadas en la ciudad de Guayaquil, Ecuador mientras vacacionaban allí el pasado verano como mochileras. Luego de una búsqueda desesperada por parte de los forenses y de sus padres, que habían tenido contacto con ellas por última vez el pasado 22 de Febrero, sus cuerpos fueron encontrados en un río el 25 y 27 de ese mismo mes, ambos envueltos en plástico y atados con cinta de embalar.

No contentos con la gravedad y atrocidad del caso, en el que se acaba de confirmar que ambas adolescentes fueron drogadas con un sedante muy potente antes de su muerte, varios foristas volcaron sus opiniones en los medios que publicaron la noticia. Poco sorpresivamente, nos encontramos con cosas como éstas:

  • No sé qué es esa droga, pero raro, porque se podían ir, o no hubieran llegado a ninguna parte dormidas.
  • Difícil saber si fue voluntario  o no  eso me parece que no prueba nada.
  • ¿Y como se determinó que no hubo voluntad de ellas en la ingestión de la droga?
  • Ellas tomaron la decisión de ir a la joda y lo que pasó fue un caso aislado.
  • Van por la joda y la droga fácil y allí se toman RIESGOS. Vivimos en un mundo donde las chicas están debutando sexualmente a los 13 o 14 años, sean de la casta social que sean y asimismo el 80% de esos debuts son bajo efecto de alcohol o drogas.
  • Todos los humanos tienen ideas diferentes costumbres, hoy en día la gente piensa algunas que si le haces un favor vos también le tenes que hacer aunque sea de cualquier tipo.
  • Es tristísimo lo que les pasó a estas chicas y seguramente no merecían tener el final que tuvieron…lo cual no obsta para reconocer que eran dos calentonas en busca de joda por los lugares más sórdidos de Latinoamérica…
  • Pero nos guste o no nos guste, si caminas por una cornisa y te das el gran palo, no te podes quejar: te lo buscaste, hermano.
  • Fueron ahí buscando lo mismo que los otros faso, alcohol y sexo. Cuando te metés por propia voluntad en la jaula de los leones, después no podés culpar a nadie más que a vos mismo.
  • En el boliche pero hay que seguir investigando, porque vendían ensalada de frutas y hamburguesas, se dice que con la ensalada vendían otras cosas y se quisieron volar con la plata de los venezolanos.

La masiva y emocionante marcha que se realizó el 3 de Junio en todos los rincones del país bajo el grito de #NiUnaMenos, a la que muchos de nosotros asistimos de la mano de nuestras parejas, hijos, amigos de todas las edades, en pos de un presente y un futuro mejor, pareció indicar el camino a seguir tras décadas de oscuridad. Lamentablemente para la mayoría – pues varios asistieron a modo de pose para luego continuar con su machismo diario-, las estadísticas y el accionar político/judicial no fueron en ningún momento de la mano de una reacción notable y admirable de una importante porción de la sociedad argentina que se cansó de tanto sufrimiento e hipocresía.

Las estadísticas realizadas por la admirable ONG La Casa del Encuentro http://www.lacasadelencuentro.org/ dejan expuesta una realidad espeluznante: desde el año 2008 hasta el 2015, se han registrado 1.808 casos de muertes en casos de violencia de género. En ese mismo lapso se contabilizaron 2196 hijos e hijas que se quedaron sin su madre, víctimas colaterales de los femicidios, de las cuales 1403 son menores de edad lo cual hace la situación – si es que se puede- aún más desesperante.

Para entender estos números un poco mejor, alcanza con saber que solo en el año 2014, 277 mujeres y niñas fallecieron en esas circunstancias, vinculadas estas a otros 29 casos, esta vez de hombres y niños. En 2015, la cifra aumentó (algo que sucede desde 2008) a 286 crímenes que dejaron a 216 niños y niñas sin su madre, sumados a los 43 hombres y niños que fallecieron por haber quedado en la llamada “línea de fuego” de estas atrocidades.

Cuando leemos o escuchamos que cada 30 horas se produce la muerte de una mujer por violencia de género, es imposible el no consternarse, el no enfurecerse, el no sentir rabia, impotencia, terror. El solo imaginarse – y saber también, por sufrirlo al lado de ellas muchas veces, por ejemplo de la mano de nuestra pareja- lo que sienten todas las mujeres cada vez que caminan por la calle, cada vez que se suben al transporte público, cada vez que son acosadas salvajemente, tanto física como verbalmente, por hombres que en mayoría de casos son personas que llevan una vida normal en la apariencia – pero que se encuentra completamente trastocada en sus valores primordiales-, no hace más que aumentar la angustia y la intención de ser lo más útil posible en todo momento para poder evitar estas situaciones.

Tampoco es extraño que el 80% de las mujeres que denunciaron ser víctima de violencia de género en el año 2014 haya convivido con su abusador/agresor previamente y también posteriormente o que no hayan podido jamás escapar de ellos. Porque el problema es en gran medida cultural y no hay un Estado presente para poder ayudar a estas mujeres que deben sufrir a diario penurias que en mayoría de casos terminan de la peor manera imaginable. Como respaldo para esta afirmación, se debe agregar que dos de cada tres denunciantes expresaron que el acoso y los golpes aumentaron tras la separación, como por ejemplo en el caso reciente de Carina Drigani Bulla, fisioterapeuta cordobesa de 44 años que denunció a su ex pareja por violencia y que se encontraba desaparecida hace más de dos días, hasta que tristemente su cuerpo sin vida fue encontrado en un lago cerca de Villa Carlos Paz. Su muerte completa otra semana macabra en Córdoba, donde en menos de 24 horas sucedieron dos femicidios y para el final de los siete días se contabilizaron tres en total, siendo la séptima asesinada en lo que va del año 2016.

En el sitio web de La Casa del Encuentro se cita un párrafo de un estudio de la CEPAL del año 2009 (http://www.cepal.org/mujer/noticias/noticias/2/37892/Niunamas2009.pdf) que es bastante claro al respecto de esta ausencia estatal: “(…) para erradicar la violencia de género, es imprescindible que ésta se convierta en un objetivo central de las agendas públicas: primero, como una violación de los derechos humanos, segundo porque la violencia de género es un obstáculo para el desarrollo de los países y, por último, porque es un asunto clave para la democracia y la gobernabilidad democrática. En ese sentido, la eliminación de la violencia contra las mujeres se asienta sobre tres pilares: la protección jurídica, las políticas públicas y una cultura de respeto sin discriminación. En definitiva, la violencia contra las mujeres requiere del funcionamiento del Estado de derecho y de derechos (…).

¿Por qué sostenemos que hay inacción de parte de los tres poderes del Estado? La respuesta es simple: si uno bucea en las 2.725 consultas que se recibieron en la Comisión sobre Temáticas de Género hace un año y en todas las denuncias realizadas en ese mismo período, hay dos datos que son contundentes y que parecen haber sido ignorados por la justicia y las fuerzas de seguridad públicas de manera llamativa:

  • La mayoría de los denunciados era varón, pareja o ex pareja de las víctimas y en la mayoría de los casos las asistidas tenían hijos en común con su agresor.
  • Más de la mitad de los agresores tenía comportamiento violento fuera del hogar y 3 de cada 10 de ellos registraba antecedentes de ataques en relaciones anteriores.

Es evidente que el registro de antecedentes no funciona demasiado bien en nuestro Poder Judicial, más considerando la cantidad de víctimas de sus ex parejas o familiares que fueron atacadas luego de un breve período en prisión por parte de quienes les hicieron vivir el peor de los infiernos. Mientras existan en nuestra política personas como el actual Presidente de la Nación, que en su momento – en Mayo del 2014 para ser más precisos- llegó a decir que “a todas las mujeres les gustan que les digan un piropo (…) Aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada (…) No puede haber nada más lindo (que un piropo), por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés, está todo bien”, va a ser muy complicado avanzar en leyes que protejan a las mujeres de un delito que se ha convertido en una epidemia similar a la peor de las pestes.

El libro presentado en el año 2013 por La Casa del Encuentro titulado “Por ellas…5 años de informes de femicidios” logra cumplir con una deuda de manera parcial, ya que la ausencia de estadísticas oficiales en un país donde los femicidios y casos de violencia doméstica crecen a diario, es una cuestión inaudita e indignante y no puede ser solucionada solamente con la lucha de una valiente institución. Lo mismo aplica a la trata de personas, un tema que es trabajado por la ONG y que tampoco tiene números oficiales – ni demasiada acción concreta en su contra- y que también es combatido por esta organización sin fines de lucro que ha logrado ponerle nombre y apellido, un rostro, a tanto dolor, a tanta pérdida.

Luego de exhibir los tristes datos del año pasado, y en consonancia con lo que ya hemos expuesto, la ONG reclamó por el “diseño, reglamentación y puesta en marcha de los artículos pendientes de la LEY Nº 26.485, Incluido el Plan Nacional de ‘Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales’ y estadísticas oficiales integrales y transversales de la temática”Además se escucharon otros reclamos como la “asignación de presupuesto acorde para poder implementar en su totalidad la LEY N º 26.485”, la inclusión “en las estadísticas de femicidios que publica la Corte Suprema de Justicia los femicidios en que el agresor se suicida” y el urgente “tratamiento del ante proyecto de Ley sobre “pérdida automática de la responsabilidad Parental del femicida condenado”.

Pero no se trata solamente de legislación el problema, sino también de emprender un trabajo activo de concientización en el que todos participemos abiertamente y despojándonos de todo tipo de prejuicio con el que hayamos convivido en nuestras vidas. Algunos tendrán más de estos, otros menos y algunos, lamentablemente, se encontrarán en las antípodas culturales y políticas de quienes planteamos que la igualdad de género es uno de los más grandes objetivos a alcanzar, pues está enlazado directamente con muchas otras cuestiones como la pobreza estructural, la trata de personas, el abuso infantil y el acoso laboral, entre otras atrocidades que suelen ser consideradas “normales” o hasta lógicas en muchas partes del mundo.

Si no estamos dispuestos a dar el primer paso juntos, a salir hacia adelante para proteger a todas las mujeres que se encuentran en peligro a cada segundo, víctimas de la violencia absoluta y del abandono por parte de un Estado que no parece querer hacerse cargo de las falencias de la sociedad que lo ha creado. Los anuncios y las declaraciones son bienvenidas, pero para detener esta locura de una vez por todas habrá que luchar juntos sin cuartel, hasta poder ver la luz al final del túnel.

ni_una_menos

“Disculpe las molestias, nos están asesinando”

“Este cuerpo es mío. No se toca, no se viola, no se mata”

“No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle, quiero sentirme libre”

“Quien ama no mata, no humilla, ni maltrata”

“Vivas nos queremos”

“Si a todos los que dicen apoyar la marcha realmente les importase, no haría falta marchar”

“La violencia deja marcas, no verlas deja femicidios”

#NiUnaMenos

Debates y Combates: Percepciones y realidades de cara a Octubre

29 Sep

macri-scioli

A menos de un mes de las elecciones presidenciales de Octubre, el panorama no ha cambiado demasiado desde las PASO celebradas en Agosto. Daniel Scioli se mantiene en primer lugar con un porcentaje cercano al 40%, Mauricio Macri reviste el segundo lugar en los sondeos con un 30% y Sergio Massa es el último con chances reales con un 20% de intención de voto. Ninguno ha hecho demasiado por modificar si situación, cada uno de ellos por razones muy diferentes: el oficialismo está confiado en poder acordar con Massa y sumar algunos votos más con los famosos “indecisos” – que en nuestro país suelen definir cada elección-, desde el Cambiemos se espera que el pacto UNA-FPV no se concrete y que el deseo mayoritario de cambio lo depositen en el Ballotage y Massa sabe que puede forzar cualquier escenario acorde a lo que más le convenga políticamente.

Desde muchos medios de comunicación, sin importar su color político, se ha comenzado a agitar la posibilidad de que el Frente Para La Victoria consiga un triunfo en primera vuelta. Para ello hay dos posibilidades: que la fórmula Scioli-Zaninni supere el 45% de los votos o que consigan quedar por encima del segundo por el 10% o más. De seguir esto así, el partido de gobierno podría estar ante las puertas de un cuarto mandato consecutivo. Algo que para muchos resultaría intolerable y que no se correspondería con la muy mala situación socioeconómica que está viviendo nuestro país. Los cañones apuntan a Sergio Massa y De La Sota, que parecen ser los que poseen tanto la llave para que el Ingeniero llegue al Ballotage y tenga una chance más para vencer a Scioli, como el poder de terminar con la carrera política del hombre de los globos amarillos.

La pasada semana, el debate se centró en la – valga la redundancia- ausencia anticipada de Daniel Scioli en los debates presidenciales que se realizarán en unas semanas. Luego de darle varias vueltas al asunto, el candidato del oficialismo hizo lo que todos esperábamos: dijo que jamás había prometido su asistencia y que se bajaba para “hacerle un favor” a Macri y evitar que siga perdiendo votos. Una ironía innecesaria y sin sentido alguno, ya que él tampoco muestra cifras ascendentes en lo que refiere a los votos. El Gobernador agregó, imitando el estilo de Néstor y Cristina, que le va a “seguir hablando a LAGENTE como todos los días” y dió por terminada la discusión. Como siempre, las críticas llovieron sobre el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires pero este se mantiene confiado y supone que los ataques irán disminuyendo a medida que pasen los días. Scioli es un político bastante flojo en lo que refiere a habilidades de gestión y más aún en el área del carisma, pero su gran virtud – si es que puede ser llamada así- reside en nunca llegar a la confrontación frontal. Así es como ha construido una falsa imagen de víctima frente a los ataques de Cristina y Néstor Kirchner en estos 12 en los que ha sido ni más ni menos que el socio principal del matrimonio presidencial. No son pocos los que ven a Scioli como “un felpudo” o un “sobreviviente” y suponen que de ganar podría obtener un margen más grande de autonomía y así realizar todas las cosas que los maléficos Kirchner no lo han dejado hacer en todo este tiempo. Es decir, Scioli no ha sido un actor marginal en estos 12 años de kirchnerismo puro sino uno de los motores del Frente Para La Victoria. Quienes sostienen lo contrario, entran en una falacia absoluta que habla de una sociedad narcotizada e individualizada, arrastrada de las narices por los diversos medios – que cada día son más operadores políticos y menos informadores de la realidad-, que no puede pensar como un conjunto y que es incapaz de realizar un análisis básico de la labor del ex Ministro de Carlos Menem en todos estos años como Vice-Presidente y Gobernador de la provincia más relevante – en términos políticos y electorales- de la Argentina.

Pero volvamos al tema del debate, porque también son muchos los que sostienen con absoluta certeza que: “Cristina no lo deja ir a debatir a Scioli”. Tres de ellos son, por ejemplo, Macri, Massa y Stolbizer. Todos repitiendo un discurso que a su contrincante le cabe como anillo al dedo. Lo que estas personas deducen es que, como el kirchnerismo ha sido reacio a debatir en todos estos años, dando un mínimo de entrevistas – y la mayoría de ellas con medios y periodistas obsecuentes- y hablando solamente vía las insoportables Cadenas Nacionales o con funcionarios de segunda línea recorriendo programas de tinte oficial o directamente partidarios (blandiendo el lema “el candidato es el proyecto, lo que hicimos son nuestras propuestas y nuestro discurso”), es imposible que le permitan a Daniel Scioli asistir a un debate televisado con los otros candidatos. La teoría de que se piensan de sangre azul, como una raza superior de políticos que no debe entrar en contacto con sus inferiores rivales.

Pero como en todo lo que sucede en nuestro país, alrededor de este tema se enfrentan dos extremos. El primero es el que acabo de describir y dentro de él se encuentra un sub-tipo bastante extraño – y por ende minoritario- de personas que pueden leer lo que realmente sucede. Cualquiera que haya escuchado a Scioli en alguna de sus varias entrevistas en diversos programas periodísticos – en su defensa, ha ido a todos- se puede dar cuenta que no son demasiadas las luces que este posee. Le cuesta mucho hilvanar dos o tres ideas, no transmite absolutamente nada ni siquiera cuando se pone en modo vehemente y es incapaz de salirse de un guión que no siempre logra recordar. Tal vez no sea el dedo mágico de CFK lo que le impida a Scioli asistir a los, en teoría, dos debates que se realizarán en estos días sino la auto-conciencia (el famoso self awareness) de que ese pequeño tour puede hacerlo resignar muchos de los votos que por ahora tiene cautivos. El bonaerense ha sido siempre el mismo, lo que sorpresivamente cambia con el correr de los días, meses y años es la percepción que la opinión pública y la población tienen de él. Y esta es una jugada que siempre le ha sido favorable, por lo que es prácticamente imposible que en este momento decida sorprender y jugar una carta diferente. Más aún si consideramos que se encuentra en las puertas de un objetivo por el que “trabajó” durante 12 largos años. Habrá que ver si él entiende que esta coyuntura no es la misma que la de 2003, que no se trata de llegar al poder en medio de un incendio total y de luego de dos años de consenso social sacarse de encima a su mentor político. Primero porque CFK lejos está de ser eso – no lo quiere en el poder, pero lo coloca allí porque es mejor eso a salir eyectados de la Casa Rosada- y segundo porque el país no se encuentra ni remotamente cercano a como estaba a nivel político, social y económico en aquella salida de la crisis de 2001. Si no, que le pregunte a Estela de Carlotto que es lo que piensa acerca de su candidatura y de las posibilidades de construcción independiente de poder que poseería en caso de obtener una victoria.

Los números tienen algo especial: son fríos y, por lo general, no admiten dobles lecturas. Ya está definido que Mauricio Macri es el único que puede forzar un Ballotage, más allá de que a veces parezca que se conforma con colocar al Cambiemos en el lugar de primera fuerza opositora. Las conversaciones con Massa iniciaron apenas terminaron las PASO y tuvieron su punto más alto durante el escándalo en Tucumán. De a poco, todo se fue apagando tras la habilitación para que Manzur asuma como Gobernador, y se hicieron evidentes los acercamientos entre el tigrense y el gobierno nacional. Con un 20% de los votos y mucho poder en la Provincia de Buenos Aires, todo estará en sus manos: dependiendo de para que lado tercie, tendremos o no una segunda vuelta electoral en este 2015 agitado. Lo que comenzó la ruptura discursiva entre dos espacios que se estaban entendiendo, fueron las diversas acusaciones hacia Fernando Niembro por su rol en la empresa La Usina. Si bien el patético comentarista deportivo renunció a su candidatura como Diputado Nacional – iba camino a ser electo con un porcentaje muy grande- lo hizo con un discurso negador y acusando al kirchnerismo de operar políticamente en contra de Macri. Sin dudas que fue oportunista el momento para realizar la denuncia, pero lo cierto es que los hechos están allí y que la tan mentada Justicia ha imputado a Niembro por las maniobras entre su empresa y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como era de esperarse, el kirchnerismo salió a rasgarse las vestiduras y tanto Massa como Stolbizer aprovecharon para cortar con la dulzura – recordar la foto de los tres pidiendo por la elección tucumana, rara avis en nuestra política- y salir con los tapones de punta contra el Ingeniero y su ex-candidato. Para ser honestos, desde el PRO no hicieron demasiado por evitar esto: salieron a defender lo indefendible, a sabiendas de que si el Poder Judicial llega a escarbar un poco más en la mugre, hasta Macri podría terminar muy ensuciado. Su manera de negar las acusaciones contra Niembro y el escudo mediático-político que le colocaron alrededor – hasta la renuncia que descomprimió un poco la situación- fue demasiado similar a los que el FPV supo disponer frente a funcionarios acusados como Amado Boudou, Julio De Vido, Ricardo Jaime y hasta los mismos Néstor y Cristina Kirchner. Todos vieron las similitudes, salvo los fanáticos del partido amarillo y su líder, que adscribieron a lo que Pinedo publicó en varias redes sociales: “La renuncia de una persona de bien”. Como si una renuncia te hiciese inocente, como si verdaderamente el Cambiemos fuese una revolución renovadora dispuesta a cambiar nuestro sistema político y económico.

Que haya muchos ciudadanos – dejando de lado a los que apoyan fervientemente a Macri- que estén a favor de un cambio de figuritas, no significa que quieran un cambio real. Y los tres candidatos parecen tener esto bastante en claro, pues lo único que han hecho hasta el momento es enunciar lugares comunes y hablar cada semana acerca de lo que los medios deciden que es importante. En estos días, el tema instalado fue el del “Dólar Blue” llegando a los 16$ y la directiva a las empresas de cotizar sus bonos a dólar oficial (9,50) y no al precio del paralelo (14). Esto dió pie a que todos apareciesen con sus gurúes económicos a contarnos que cuando ellos asuman la presidencia el tema del Blue se la va solucionar de una vez por todas ¿Como lo van a hacer? Todavía no tenemos mucha idea, pero es lo de menos, porque lo que necesitan para capturar votos y atención es repetir algunas palabras clave con las que nos bombardean todo el día y el trabajo está hecho. Tal vez sea una ingenuidad de parte de quien les escribe, pero algún día encontraremos un político dispuesto a hablar de la pobreza en serio. No que solamente critique al gobierno por esconder los índices y mediciones – que realizó, pero que no publicó porque las cifras son escandalosas- sino que explique como lograría erradicarla casi por completo. Que responda si va a tener el coraje y la capacidad necesarias para distribuir más equitativamente la riqueza, sin permitir que nadie se lleve más de lo que le corresponde. Pero esto implica ir contra varios de los actores sociales más poderosos y también contra una gran porción de la población – en su mayoría anti-kirchnerista- que habla de la pobreza y se indigna por lo que algunos programas de televisión muestran, pero que si llegan a tener a un indigente y/o pobre cerca lo discriminan y salen corriendo. Siempre es más fácil ver los problemas desde la comodidad de la propia casa, de esa que millones no tienen y con la que ya ni siquiera sueñan. Quejarse organizando fugaces marchas llamadas “no partidarias” pero que terminan siendo mitines de los partidos políticos opositores, pero que a muchos les permiten mostrar sus carteles y gritar un poco contra “la yegua”.

La analogía que mejor nos sienta como sociedad es la de nuestra Presidenta ensayando por Cadena Nacional unas lágrimas por Aylan Kurdi el día que fue encontrado muerto en la playa, al mismo tiempo que en su propio país moría por abandono del Estado un joven argentino en el Chaco. Hecho que fue ignorado por CFK mientras acusaba a “los del Norte” (una brújula, por favor) de dejar “morir niños en la playa” y afirmar que aquí eso nunca sucedió ni sucederá. El centro en lo que digan y expongan los medios y la hipocresía, los dos ejes sobre los que parecemos movernos constantemente.

En medio de todo esto, falta menos de un mes para unas elecciones que han posicionado con chances a 3 candidatos en extremo similares. El que mejor se ha movido en este tramo definitorio ha sido Sergio Massa, que revitalizado tras una performance mucho mejor de lo imaginado en las PASO, logró crecer en el Conurbano Bonaerense y pasar a ser el solicitado por todos sus colegas una vez más. Una especie de regreso a 2013, pero con la certeza de que su rol será únicamente subordinado a la victoria de Scioli o Macri, más allá de que la semana pasada se haya mostrado optimista para alcanzar los 30 puntos en este mes. Tres candidatos flojos que tocan de oído solamente – sin profundidad alguna- los temas que están instalados socialmente por los medios, muchos intereses concretos que se mueven detrás y de la mano de cada uno de ellos (lean los diarios, miren como Clarín juega para Scioli aún más que Página 12, por ejemplo) y en el medio una población que no parece estar dispuesta a cambiar demasiado. Siempre decimos que nuestros políticos son un producto de nuestra sociedad, no llegan desde un plato volador ni mucho menos. Lamentablemente para nosotros, en este caso no son el reflejo de nuestras virtudes sino de todos nuestros vicios, de todo lo que está mal y que es predominante en la Argentina. Algo de lo que deberíamos avergonzarnos profundamente, antes que consumirnos una vez más en el eterno dialogo de sordos que tanto mal nos ha hecho. Volviendo al ejemplo de CFK y Aylan Kurdi: primero mirar como estamos por casa antes que hacer hincapié en los problemas del otro. Un consejo que le vendría muy bien tanto a los kirchneristas como a los anti-kirchneristas rabiosos. No se trata de que el otro sea más o menos ladrón que yo, sino de que está mal robar, algo que quedó al desnudo con el caso Niembro. Demasiadas similitudes entre dos sectores que se consideran opuestos entre sí.

Percepciones y certezas de cara a unas semanas que prometen ser intensas con el inicio oficial de la campaña previa el día de mañana. Por el momento, como sociedad elegimos quedarnos con las percepciones y armar nuestro propio cuadro acorde a como mejor se acomode a nuestros deseos y realidades. Los que elijan el camino de las certezas, sin dudas que estarán un poco mejor encaminados a la hora de entender una compleja situación política, económica y social que lejos estará de mejorar en el corto plazo sea quien sea el ganador de esta nueva venta de productos electorales.

La Hipocresía y la Confrontación

10 Mar

CFK-

Desde que el Fiscal Alberto Nisman apareció muerto en su departamento hace ya casi dos meses, el gobierno – y más precisamente la misma Presidenta de la Nación, Cristina Kirchner- decidió seguir los dos lineamientos que lo han sostenido en una posición dominante a través del tiempo. Me refiero a la confrontación permanente y a la hipocresía, dos herramientas que bien utilizadas pueden significar una larga estancia en el calor del poder. La primera es la que requiere del uso de la mayor creatividad posible, más aun en un país y contexto específico donde todos los enemigos creados por el gobierno nacional – las corporaciones, el Poder Judicial, los medios opositores, la oposición política, la Secretaría de Inteligencia etc.- han sido más que funcionales y/o serviles tanto al difunto Néstor Kirchner como a la actual Jefa de Estado de la República Argentina. La hipocresía es lo que viene de la mano con esta estrategia, pues enunciar a estos nuevos traidores a la Patria debe acarrear un fino trabajo de ocultamiento de todas las conexiones que existieron entre ellos y el kirchnerismo a lo largo de estos 12 años de poder sin interrupciones ni demasiadas molestias. Porque no debe ser fácil pasarse todo ese valioso tiempo denunciando golpes de estado y desestabilizaciones imaginarias y que en el mundo real ninguno de los actores sociales con poder les haya hecho siquiera cosquillas hasta ahora. La épica sirve para que una decenas de militantes, mezcla de rentados y de convencidos genuinamente, salte en el Patio de las Palmeras de la Casa Rosada – con la patética y desubicada emulación de los verdaderos trabajadores con las patas en la fuente de la Plaza de Mayo- pero no es en absoluto útil a la hora de ahuyentar al peor de los fantasmas: la realidad. Esa que está ante nuestros ojos y de la que nunca podemos escapar por más que la neguemos con convicción y voluntad.

El primer mensaje al país de CFK tras la muerte de Nisman fue medido en comparación con todo lo que habían dicho durante esos frenéticos 5 días, Aníbal Fernández y Jorge Capitanich, sus más cercanas y visibles espadas mediáticas. Más allá de que la condolencia para la familia de Nisman jamás llegó y que ni siquiera se pensó en la posibilidad de decretar luto nacional por el fallecimiento de un Fiscal de la Nación, había cierta esperanza de que por una vez la primera mandataria decidiese no chocar de frente a 240 kilómetros por hora. Esa ilusión duró muy poco, ya que en los minutos finales de esa Cadena Nacional grabada y muy cuidada en lo escénico – el blanco, la silla de ruedas bien visible, la foto de Néstor y demás elementos dispersos- Cristina dijo que nadie la iba a extorsionar ni a apretar nunca en la vida. A medida que pasaron los días, su tono confrontativo creció y así logró que la bola de nieve se hiciese imparable. La famosa marcha del miércoles 18 de febrero comenzó a gestarse de la mano de una gran mayoría ciudadana sinceramente dolida y preocupada y de varios Jueces y Fiscales que lo único que tienen es papeles flojos y cercanía más bien reciente con el kirchnerismo. No es necesario ahondar demasiado en esto nuevamente, pero el tempo del Poder Judicial nunca suele fallar: acoplados y domesticados a los comienzos dulces, y críticos y distantes en el cierre de ciclo. Más allá de este detalle ya conocido por todos nosotros, la pelea entre el Ejecutivo y el Judicial se encontraba en boxes desde la ya lejana irrupción de la agrupación oficialista Justicia Legítima. La denuncia de Nisman contra CFK y Timmerman no hizo más que caldear una relación que venía sostenida por alfileres tras los recientes avances en las causas de Lázaro Báez y de Hotesur S.A que involucran de forma directa a la familia Kirchner. Y el que el denunciante haya aparecido muerto en circunstancias como mínimo dudosas, terminó siendo el empujón que dio comienzo a la batalla final que estamos viviendo en estos momentos.

El primer paso lo ha dado el gobierno con dos maniobras bien claras: primero denunció al ex espía Stiuso por contrabando y luego consiguió que tras varias idas y venidas la causa que Nisman había armado contra la Presidenta y el Canciller quedase desestimada por el Juez Rafecas. Empecemos por el intercambio de golpes con el ex cancerbero de la Secretaría de Inteligencia, en el que el kirchnerismo tiene mucho para perder. Fuentes internas de la Casa Rosada dicen que hay un convencimiento de que Stiuso fue quien le preparó la denuncia al Fiscal y luego lo mató para que CFK pague por haberlo echado de la agencia. No hay demasiada veracidad en esto por algunas cuestiones simples: porque se lo pasó a retiro en Diciembre, porque hace más de 8 años que trabajaba codo a codo con Nisman en la Unidad UFI-AMIA por explícita orden de Néstor Kirchner y porque él había arreglado con el gobierno una salida en paz – más allá de su enojo-. Nadie puede negar que Stiuso en los últimos tiempos no jugaba enteramente para el gobierno nacional, pero lo máximo que llegó a hacer en su contra fue no avisar que Sergio Massa rompería con el Frente Para La Victoria en 2013. Y seamos sinceros, cualquiera que conociese al de Tigre y leyese los diarios todos los días podía darse cuenta de que eso iba a suceder. En todos estos años, Stiuso ha sido un leal soldado del gobierno al igual que lo venía siendo desde el años 1972 cuando ingresó al área de inteligencia del Estado. Demás está decir que nadie lo empleó para defender a la Nación de ataques extranjeros ni mucho menos sino para realizar espionaje y patoterismo político del peor tipo, lesionando así los principios básicos de la democracia. Esto no tenía relevancia en los años de fuego, donde mandaban los dictadores, pero sí la tiene desde 1983 hasta el día de la fecha. Los hechos que Parrilli le imputó a Stiuso no hacen más que demostrar la inacción, incapacidad y corrupción del gobierno a la hora de controlar las fronteras; es decir, no le sirve demasiado en lo que respecta a su imagen pues es un sincericidio a los gritos y golpes que trata de negar su propia naturaleza confesional. El actual “Señor 5” de la nueva Agencia Federal de Inteligencia se debe haber olvidado inocentemente del hecho de que los jefes de Stiuso eran hasta hace muy poco Larcher e Icazuriaga, dos alfiles de los Kirchner desde los años de Santa Cruz que sin dudas no podían ignorar lo que en teoría estaba haciendo su subordinado. La hipocresía y la confrontación nuevamente van de la mano, pues Parrilli con cara de piedra afirmó – ante de la pregunta de porqué estos datos no fueron revelados antes a la sociedad- que “las cosas se dicen en el momento adecuado”, dejando muy en claro que el único factor que rige las posibilidades del pueblo para acceder a la “verdad” (parcial, porque no es completa) es la conveniencia política. Hoy por hoy lo que los deja mejor parados es lanzar a Stiuso debajo del autobús, por lo que se disponen a hacerlo y a pretender que en estos 12 años nunca cruzaron palabra con él siquiera.

Un párrafo muy aparte se merece la reciente desestimación de parte de Rafecas, de la causa de Nisman impulsada por el Fiscal Pollicita en un claro homenaje a quien falleció hace unas pocas semanas. Pero primero vale la pena repasar un poco otra carta que CFK publicó en las redes sociales tras la marcha del 18F para entender el porqué de una movida sorpresiva desde lo político aunque tal vez entendible desde lo judicial, más allá de que sea una decisión debatible. Para no redundar, digamos solamente que la Presidenta de la Nación descalificó la masiva marcha (más de 500.000 personas en todo el país), incluyó dentro del significante vacío “golpistas” a todos los que asistieron a ella – aunque, nobleza obliga, se concentró en los Jueces y Fiscales que la organizaron- y dijo que nació el Partido Judicial. Una agrupación de miembros del tercer poder de la República que reemplaza al infame Partido Militar y que ataca a la primera mandataria (es decir, al pueblo) porque ella los ha deschavado, quitado su poder oscuro y dejado en evidencia ante la sociedad entera. El relato oficial se cierra con la presencia de Justicia Legítima y con la idea de que hay una justicia buena y otra mala, siendo la primera aquella que acata las órdenes que vienen de la Casa Rosada sin chistar. La hipocresía y la confrontación una vez más firmes junto a Cristina, ya que varios ejemplos dejan en claro que el PJN es todo menos contrario al gobierno. Con solamente saber que el 56% del total de los Jueces ha sido nombrado por el Frente Para La Victoria en estos 12 años, alcanza para entender la magnitud de la mentira en este caso. Una nueva lucha contra un actor político que no ha hecho más que beneficiar a los tres gobiernos kirchneristas parece ser el “no-nuevo” camino elegido por CFK para evitar que el estado actual de la economía y el malestar social por la muerte de Nisman terminen por quitarle iniciativa en sus meses finales de estadía en el palacio.

Volviendo al polémico fallo del Juez Federal Daniel Rafecas, es importante dejar en claro que sus argumentos no son para nada débiles. Su decisión está bien fundada y la mayoría del texto se queda dentro de los límites de los puramente técnico. Rafecas sostiene que no hay delito previo comprobado y condenado, por lo que no puede existir ningún tipo de encubrimiento. Descarta que la tentativa sea motivo para considerar que alguien pueda ser culpable y realiza un ambiguo comentario acerca del Memorándum de Entendimiento en el que lo elogia para luego decir que el “delito previo” del que él habla es justamente ese tratado. Pero que como nunca fue puesto en acción y que la Justicia lo declaró inconstitucional – algo que terminará de definirse en estos días- no hay material sólido para enjuiciar ni a Timmerman ni a Cristina Kirchner ni a los demás imputados. Que lo único que mantenga abierto sea el tema del espía Allan Bogado parece una ironía de bastante mal gusto, pero cada cual con lo suyo. Técnicamente, Rafecas logró dar con un buen fundamento para respaldar su fallo pero lo que lo deja muy mal parado es que no haya decidido llevar adelante ninguna de las medidas de prueba ordenadas por el Fiscal Pollicita. Esto desnuda que su veloz decisión poco tiene que ver con las elecciones que se vienen, pues el Juez les habría comprado bastante tiempo a los acusados aun abriendo la investigación. No se trata entonces de un favor judicial sino de uno que es estrictamente político, factor central en este asunto y que mancha por completo la actuación del magistrado en esta causa que es el equivalente a una pelota de fuego. A todo esto se le tiene que agregar algo central: el miedo que tienen en el gobierno a que la realización de estas medidas de prueba generen evidencia legal que lo dejen mal parado en otras áreas. Retomando el hilo conductor, la posterior publicación en Internet y diversos medios de todas las escuchas tampoco ayudaron demasiado a Rafecas que a pesar de esto mantuvo su compostura y dejó en claro que estaba muy conforme con lo dicho y argumentado en su fallo. Es particular que un miembro del Poder Judicial hace poco tiempo defenestrado y pisoteado por el kirchnerismo – recordar cuando lo desplazaron de la causa contra Boudou, POR ENVIARLE CONSEJOS Y DATOS AL ABOGADO DEL VICE-PRESIDENTE- hoy por hoy sea su salvador. Y eso no es todo, ya que debemos sumarle la entronización de su persona realizada en los medios oficiales y para-oficiales, incluidas la publicación completa (en forma de “suplemento especial) y entrevista a fondo en Página 12. De cómplice de las corporaciones a profesional ejemplar, en un trámite que fue convenientemente veloz y que incluye el dejar pasar los pedidos de juicio político en su contra que penden encima suyo en el Consejo de la Magistratura. Demás está decir que estas causas fueron iniciadas por la Unión Cívica Radical y el Frente Para La Victoria en conjunto cuando todavía Rafecas era alguien descartable y deleznable para la administración nacional.

Se suma también a la larga cadena de confrontación e hipocresía la lamentable y desubicada solicitada que el gobierno nacional hizo publicar en todos los medios gráficos y que también subió a su sitio web oficial. En ella acusan a Nisman sin ninguna prueba concreta más que los famosos supuestos escritos previos suyos – en los que supuestamente el fallecido habría elogiado a Cristina Kirchner por impulsar el Memorándum de Entendimiento- de complotar contra el gobierno y contra la Patria, porque como todos sabemos “Cristina es el pueblo, el país y el todo”. Basta recordar que desde que Néstor Kirchner falleció allá por 2010, desde el kirchnerismo cada crítica al ex Presidente es respondida con un “no se puede hablar de quien no está acá para defenderse”, cuestión que al parecer solamente aplica para los muertos propios. Más allá de su accionar clásicamente hipócrita, voy a coincidir con el oficialismo en que es una canallada disparar (no literalmente, al menos en este caso) contra un muerto. Y agregaré que mucho menos si se lo hace en base a elucubraciones al estilo novela de Agatha Christie, algo con lo que la Presidenta de la Nación nos viene deleitando hace varias semanas. Lo que nos lleva al siguiente y último punto: la reciente presentación de la Jueza Sandra Arroyo Salgado  – ex mujer de Nisman y querellante en la causa por su muerte- de los peritajes realizados por su equipo, liderado por el prestigioso Osvaldo Raffo. Un pequeño apartado, para dejar algunas cosas en claro: en estas últimas semanas los ataques contra el perito subieron en intensidad, siendo el más duro el lanzado por Horacio Verbitsky. El columnista estrella de Página 12 acusó, con pruebas fehacientes – y al parecer de público conocimiento-, a Raffo de haber colaborado con Camps durante la última Dictadura Militar. Sus servicios habrían sido empleados para encubrir tanto fusilamientos como torturas, algo que no me parece en absoluto descabellado. Una vez aclarado esto, es noble reconocer que no existe ninguna condena judicial sobre Raffo y que su posible complicidad en los años oscuros no hace que su talento y su prestigio académico se vean reducidos. Si miramos con atención su extenso currículum, nos daremos cuenta que es la mente detrás del esclarecimiento de todos los grandes casos que azotaron a nuestra sociedad en estos 30 años. Sin ir más lejos, este mismo criterio debería ser aplicado a personajes siempre protegidos por el kirchnerismo como Raúl Eugenio Zaffaroni y Rafael Bielsa, ambos funcionarios de gobierno durante los años de fuego y sangre. La moral es siempre importante, pero lo imperdonable es que eso también sea parcial.

El paso que sigue ante los datos e hipótesis central presentados por Arroyo Salgado es gritar que lo que la jueza busca es “embarrar la cancha”; osea, intervenir en una investigación en curso presentando datos de índole dudosa que no harán más que frenar la búsqueda de la verdad. Una en la que el gobierno nacional se encuentra – para los propios, obviamente- empecinado desde aquel fatídico 18 de Enero. Ya varios de sus periodistas dijeron que la información no es válida porque se basa en fotos y videos y que la intención de esta mujer es llevar el agua al molino de Stiuso. Es decir, lograr que la investigación sea caratulada como homicidio y que pase al fuero federal donde supuestamente espera relamiéndose un juez amigo del ex espía de la hoy Agencia Federal de Inteligencia. No será complicado para ustedes ver el lugar exacto en el que residen la hipocresía y la confrontación en este caso, pero empecemos por el hecho de que los intentos públicos – por escrito y en sus discursos eternos- de Cristina Kirchner por intervenir en la causa no fueron tildados por estas mismas personas como “embarrar la cancha” sino como opiniones válidas y necesarias por ser “posturas políticas”. Y todo esto a sabiendas de que la primera mandataria hablaba sin ningún tipo de conocimiento técnico y/o jurídico acerca del caso Nisman, sino que lo hacía para poder salvar su pellejo de la manera más rápida posible (y también mostrarse fuerte e implacable, en otra demostración de que el sentido de oportunidad no reside en ella). Lo segundo es lo más relevante y contiene una crítica dura hacia Arroyo Salgado, que nunca en estos 12 años se atrevió a sacar los pies del plato por una cuestión de poder, comodidad e interés monetario. Este mismo procedimiento mediático – en la juerga futbolera diríamos que fue directo al tobillo- es el que utilizó para atacar a los hijos de Ernestina Herrera de Noble hace pocos años, llegando al punto de por poco hacerlos desvestirse en la calle para obtener muestras de ADN. No es mi intención juzgar su desempeño a partir de cánones jurídicos sino remarcar que lo mismo que era celebrado y visto como lógico por el gobierno y su aparato mediático allí, hoy es considerado un avasallamiento total contra las instituciones, la democracia y el gobierno de nuestro país.

Confrontación e hipocresía al por mayor, en un escenario político y social incierto a escasos 6 meses de las PASO que definirán quienes serán los candidatos que pelearán por el puesto en la Casa Rosada en Octubre. Las definiciones de parte de los principales opositores no son demasiado claras, más allá que de a poco el esquema de alianzas comienza a aclararse, y ninguno de ellos se muestra como una real alternativa para liderar un proceso de cambio tan profundo como necesario. De lo único que podemos tener certezas es respecto del accionar estratégico del kirchnerismo, que se repetirá como en un loop de aquí a su ¿tranquila? salida del poder. Confrontación e hipocresía: una fórmula tan antigua como eficaz que, sorpresivamente – o tal vez no tanto, aquí está la autocrítica social que necesitamos-, los ha mantenido en el poder por 12 años consecutivos. El juego está abierto y el gobierno ha mostrado todas sus cartas. Nos toca a nosotros.

El Eco

3 Apr

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El sábado 22 de marzo en Rosario un joven de tan solo 18 años llamado David Moreira fue golpeado salvajemente por unas 50 personas mientras yacía en el piso. A los tres días murió como consecuencia de las heridas que recibió en la golpiza. Los medios hablaron de un linchamiento a plena luz del día y a decir verdad este incidente tuvo todas las características necesarias para ser denominado de esa manera. La razón por la que fue atacado por los vecinos de la zona es conocida por todos nosotros: junto a un cómplice le había robado la cartera a una mujer y no logró escapar. Tan solo 4 días después, un episodio similar ocurrió en Santa Fe pero – y afortunadamente- el delincuente solo se llevó unas magulladuras en la cara y la cabeza sin que haya llegado a peligrar su vida. Ese mismo día otro asaltante fue golpeado por varias personas en Rosario tras chocar con un taxi mientras intentaban escapar de la ira de sus víctimas y de quienes rondaban la zona en ese momento. El jueves 27, y en la misma ciudad, otro muchacho (esta vez de 21 años) fue víctima de otro linchamiento luego de robarle a dos mujeres en Reconquista 1900. El sábado 29 otro carterista – de la misma edad que el anterior- fue apaleado por decenas de furiosos transeúntes tras un escape fallido. En esa misma fecha una persona contó horrorizado por Twitter que había presenciado un linchamiento en pleno barrio de Palermo. Debo admitir que este descarnado relato tuvo un gran impacto sobre mí persona más allá de no contener nada que no hubiese escuchado antes. Otro joven quiso robarle a una mujer su cartera en Charcas y Coronel Díaz y fue atrapado por más de 50 personas que lo patearon hasta desfigurarlo mientras el portero de un edificio cercano al lugar lo sostenía contra el piso, aunque al poco tiempo esta persona se lanzó encima del joven y le terminó salvando la vida. Fue un milagro que no haya muerto y tras la intervención de la Policía – unos 25 minutos después de iniciado el hecho- los principales atacantes se retiraron velozmente del lugar. Unos minutos antes quienes pasaron por la zona asistieron a un festival de gritos como: “¡Mátenlo que este mañana sale!” o “¡Dejalo que lo maten!” de parte de decenas de personas que no habían sido víctimas del delito ni nada que se le parezca. Pero esto no fue todo pues un día más tarde en General Roca, Rio Negro otra persona fue descubierta robando una casa y en su huida fue interceptada por una turba de vecinos furiosos que no dudaron en propinarle todos los golpes que estuviesen a su alcance. Hoy amanecí y en el diario me encontré con la terrible noticia de que en el día de ayer sucedieron otros 5 linchamientos en diversos puntos del país. Dos en Córdoba, uno en Rosario – que parece entregada a una espiral de violencia absoluta-, otro en La Rioja y el último en Mendoza. Estamos ante un momento de extrema gravedad, con 12 episodios en 10 días y ningún detenido por estas agresiones. Mientras tanto los políticos comienzan a echarse culpas entre sí y a pasarse la pelota sin ningún pudor. La culpa siempre es del de enfrente y nunca mía. Desde la oposición todas las voces apuntan contra el gobierno nacional. Desde este los dardos impactan en Sergio Massa, Juan Carlos Blumberg y el Poder Judicial. Los militantes kirchneristas replican el discurso del gobierno y le agregan que los violentos son quienes están en contra del gobierno con su odio y su golpismo. Los anti-kirchneristas ponen todo en la espalda de Cristina Kirchner y de todo el que apoye a su partido político pues consideran que no han hecho más que dividir a la sociedad y promover la delincuencia con los planes sociales – siendo esto último un delirio en sí mismo, claro está-. Más allá de las encendidas declaraciones, la única verdad es la realidad: todos nosotros como miembros de nuestra sociedad tenemos una porción de responsabilidad y es por ello que tenemos el deber – desde nuestro lugar y hasta donde podamos- de ayudar a desactivar una bomba que parece estar a punto de hacernos volar en mil pedazos.

Más allá de que es evidente que los linchamientos están siendo cada vez mayores en cantidad e intensidad desde este primer episodio hace tan solo 11 días, me niego a llamarlo – como hacen los medios en general- una epidemia. Creo que aún son casos aislados pero al mismo tiempo se que si no hay una solución en el corto plazo podría llegar a serlo. Muchas personas siempre creyeron que la única manera de conseguir justicia era tomándola en sus manos. No es la primera vez que escucho o que leo pedidos de muerte para quien roba y/o mata. Lo preocupante es que para muchísimos argentinos a los que hasta el momento no se les había cruzado siquiera por la cabeza la idea de matar como respuesta a un delito, la idea comienza a ser la única a considerar. Las razones por las que esto es así las veremos un poco más adelante. En un linchamiento hay dos factores que se entrecruzan: el miedo y el odio. Se puede hablar también de impotencia ante un Estado que no ejerce el monopolio legítimo de la violencia y un poder judicial paralizado en su función de castigar a quienes viven en los márgenes de la ley. Yo incluyo a la impotencia dentro de todo lo que engloba la categoría miedo, pero hablemos de ella como si fuese un tercer factor. Hay una porción de la sociedad que participaría de un episodio de este calibre por una cuestión de personalidad. A estos los llamo fascistas y son los mismos que, por ejemplo, ante el terremoto que hubo ayer en Chile le  deseaban la muerte a todos sus habitantes “por lo que hicieron en la Guerra de Malvinas”. Este tipo de gente es imposible de abordar y es una tontería creer que algún día pueden llegar a cambiar. Pero lo que noté en los recientes episodios fue una predominancia de miedo y la impotencia por sobre todo lo demás. Sin dudas que muchos de ellos alguna vez deben haber escrito o pensado que “hay que matar a todos los chorros” pero sinceramente dudo que en una situación normal lo hubiesen intentado siquiera.

El miedo es una de las sensaciones más profundas, complejas y personales del ser humano. Y más allá de ser algo 100% subjetivo es más que sabido – con lista de ejemplos incluida- que puede ser construido gradualmente si se tocan los botones correctos. Decenas de líderes políticos y de empresarios de medios en toda  nuestra historia – tanto por separado como en conjunto- han utilizado al miedo como arma principal para concretar sus fines. Basta recordar como George Bush Jr. ganó las elecciones del año 2004 utilizando como bandera y amenaza el atentado a las Torres Gemelas y su famosa “Guerra contra el Terrorismo”. Y sin ir más lejos podríamos recordar el acto que se hizo hace unos meses en la Plaza de Mayo para conmemorar los 10 años de la asunción de Néstor Kirchner como Presidente, en el que Cristina Kirchner advirtió a todos los presentes que si venía otro gobierno este les iba a “quitar lo que ganaron” en esta década y gracias al kirchnerismo. Esto contrasta de manera evidente con las recientes palabras de la Presidenta en las que pidió por la concordancia social y bregó para que no haya más violencia entre los argentinos. Más allá de que no asumió ninguna responsabilidad en la incubación de este clima caldeado – lo cual es un canto a la hipocresía, algo a lo que ya estamos acostumbrados- fue muy extraño escuchar un pedido semejante en boca de alguien que nunca concibió a la política como otra cosa que un antagonismo donde el que piensa diferente o se atreve a criticar – aún desde adentro, ergo con ánimo de corregir lo malo- es un enemigo a destruir. El kirchnerismo en sí mismo se ha construido en base a la idea del otro como enemigo y no tan solo como un contendiente dentro del mundo político que posee diferentes ideas y proyectos. Esto también lo ha trasladado a la sociedad y es en estos momentos en los que está cosechando los frutos de su siembra. He leído y escuchado hasta el hartazgo a periodistas, intelectuales y militantes del Frente Para La Victoria citar a Carl Schmitt como si se tratase de la Biblia y alabar a dos de sus más grandes fanáticos – no digo aprendices para no insultarlo al pobre Schmitt- que son Ernesto Laclau y su mujer Chantal Mouffe. Es muy lindo hablar de la política como un enfrentamiento, como una guerra civil constante, siempre y cuando sea desde afuera y sin que esto llegue a materializarse. Cuando realmente estamos en una etapa de violencia social en peligroso ascenso queda en evidencia que todas esas citas y loas no tenían ni un poco de sinceridad pues ninguno de ellos se atrevería a tomar las armas por CFK o el FPV, que en realidad no son más que sus empleadores de turno.

Ya lo han dicho todos los analistas políticos pero lo voy a repetir una vez más. El kirchnerismo tiene dos etapas claramente delimitadas y diferentes entre sí. Lo que las separa es el conflicto por la Resolución 125 que planteaba retenciones móviles de un 35% para el sector agrario. Hasta el año 2008, reinaba en nuestro país un clima de acuerdo social y político inaudito. Desde 2002/03 hasta ese año se había crecido a tasas chinas y la recuperación económica había sido astronómica. La fiesta de consumo estaba en su mejor momento y el apoyo al gobierno era mayoritario sin discusión posible para esto. Los sectores extremos de los dos lados de la mesa estaban relegados por los que apoyaban o criticaban pero de una manera más bien constructiva. Nadie se atrevía a mover un alfiler siquiera pues el miedo a que la burbuja de las commodities explotase era muy grande. El inútil e imposible de entender enfrentamiento abierto con el “campo” hizo que, nuevamente,  se disparase la construcción del miedo en nuestro país. Lo que eran insinuaciones de algún que otro loco pasaron a ser cuestiones apoyadas y promovidas directamente por el Estado. El voto “no-positivo” hizo que el kirchnerismo gire retórica y prácticamente hacia el mayor extremo posible. La pelea con Clarín escaló a niveles impensados, pues eran aliados de hierro hasta allí, y la posterior derrota en las elecciones legislativas del año 2009 hicieron que todo aquel que no tuviese las patas sobre la fuente sea considerado un acérrimo enemigo. Se instalaba un clima discursivo similar al que existió durante el Peronismo Histórico (1946-1955) pero sin las mejoras que en ese entonces hubo en la distribución de la riqueza, en las condiciones laborales y en los sectores más pobres de la sociedad. El coctail era explosivo pues no había ninguna base estable para semejante avanzada desde las palabras. Algunas medidas como la reestatización de las AFJP, el Matrimonio Igualitário y el Fútbol Para Todos lograron armar una pared momentánea – un pequeño biombo- en la que el gobierno pudo apoyar de manera esporádica su encendida retórica. Sé que siempre hubo sectores muy reaccionarios dentro del anti-kirchnerismo como también los hubo en el partido que nos gobierna hace ya 11 años. Entiendo y comparto las críticas y el repudio hacia quien dice querer matar a alguien solo por ser pobre o por tener el look del “pibe chorro” o porque cometió un delito. Eso está mal pero no hay que ignorar algo que es mucho más importante aún. Hablo del nivel de violencia con el que el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner ha decidido bañarnos desde el año 2008 en adelante y que, ayudado por los extremistas del otro lado, nos sumió en una polarización que si bien no es la misma que en Venezuela no está muy lejos de comenzar a ser – al menos en la superficie- peligrosamente similar.

Los ejemplos de la violencia que emanó y que fue convalidada por el Estado Nacional son demasiados. Antes de pasar a la enumeración vale la pena recordar que la violencia no es solamente física sino que también puede ser verbal y/o psicológica. Y que es mucho más grave que provenga de un partido gobernante antes que de ciudadanos particulares o partidos políticos que no están en el poder – lo cual, obviamente, no quita que si estos cometen un delito la ley deberá caer también sobre ellos-. Vamos ahora sí a los grandes éxitos violentos del kirchnerismo: la famosa trompada de Luis D’Elía en la Plaza de Mayo a un dirigente ruralista, festejada y recordada con mucho cariño por todos los militantes y funcionarios del FPV incluidos Néstor y Cristina Kirchner; los carteles mafiosos e incitadores de linchamiento en plena calle contra los periodistas principales del Grupo Clarín, un ejemplo de agresividad y manipulación asquerosos; las escupideras para niños con la cara de Mirtha Legrand y demás opositores, todos con la gorra militar; los infames “Juicios Éticos y Populares” conducidos por la defensora número uno de CFK, Hebe de Bonafini en la Plaza de Mayo en la que si no se mandaba a la horca a los empleados de los medios opositores era una excepción; el doble estándar en el tema Derechos Humanos que tiene su máxima expresión en la partidización de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo hoy convertidas en dos unidades básicas al servicio de lo que diga el Caudillo y que sigue en figuras como Gerardo Martínez (OUCRA y ex-Batallón 601) y Gerardo Milani (ascendido a Jefe del Ejército y con un prontuario más que sospechoso en aquellos años oscuros) que son las preferidas de nuestra Presidenta; la descalificación y ataque constante a todo quien se atreva a disentir o a opinar algo diferente a lo que ellos dicen – y aquí agrego que esta cualidad se da en ambos lados- llegando a llamar, y muy livianamente, a esas personas “genocidas” o “cómplices de la dictadura” o cualquier otra barbaridad; la idea de que el gobierno es la Patria y que todos los que no estamos de acuerdo con sus políticas somos traidores; el discurso en apoyo a los barrabravas que CFK dio mientras presentaba un plan que en teoría se estaba implementando para dejar a estos siniestros mafiosos fuera de las canchas de fútbol (y que al día de hoy no ha logrado ser efectivo, pues el problema no es ese); la masacre de Once, que aún continúa impune y por la que ningún alto funcionario del gobierno va a pagar a pesar de ser responsables – inolvidable lo de Schiavi y los militantes culpando a los pasajeros y CFK ignorando por completo el tema y mandando apoyo un año después-; la matanza de Castelar, otro choque más de una formación ferroviaria que tal como Once fue resultado directo de más de 8 años de negociados con los hermanos Cirigliano – y donde las culpas esta vez fueron para los saboteadores como el Pollo Sobrero y Pino Solanas que según D’Elía rompieron los frenos para matar a los pasajeros; la inundación de La Plata que dejó un saldo de 89 muertos que fue ignorado por el gobierno que prometió recursos para resarcir a las víctimas y nada ha llegado aún – y aquí hay que mencionar la foto trucha del Intendente Bruera, las pecheras de Unidos y Organizados y el “pongui-pongui” de Guillermo Moreno que se tradujo en 35 millones de pesos donados por diversos empresarios que aún reposan en una cuenta fantasma-; y la lista puede seguir pero voy a poner un punto y aparte aquí para no aburrir con tanto hecho que todos ya conocemos en profundidad.

Desde este quiebre en su retórica, el progresismo se adhirió por completo a cada una de las pronunciaciones y medidas del gobierno nacional. Comenzaron a denominar a todos los demás “golpistas” y a defender sin cuartel – y con mucha imaginación, porque inventaron cada enemigo invisible…- al poder de turno de una manera descarada y sin escrúpulo alguno. Pero esto no habría sido un hecho mayor si del otro lado de la sociedad no hubiese encontrado el eco que tanto estaba buscando. La respuesta fue más que inmediata y los sectores más conservadores dentro de los que se oponían a la administración de CFK tuvieron su ansiado renacimiento. Hacia tiempo que estaban en silencio y relegados, pero fue este gobierno el que les dio la chance de volver al centro del escenario social y político. El extremismo había ganado la pelea en ambos lados de la contienda y la voz de aquellos que no buscaban un enfrentamiento sino una sana convivencia – con discusiones y oposiciones, claro está- quedó sepultada no seis sino veinticuatro metros bajo tierra. No dudaron ni por un segundo en llevarnos hacia un clima extremadamente bélico, hacia una tensión que se hizo tan grande que  daba la sensación de que ante cualquier chispa podía reventar por los cielos. Ahora que toda esta situación llegó a su límite, ahora que la soga no se puede tensar ni un poco más sin que se corte, todos los periodistas e intelectuales del gobierno decidieron lavarse las manos y culpar de todo a Sergio Massa y a Juan Carlos Blumberg. Al tigrense lo culpan de haber generado – y en menos de 8 meses- este clima sin retorno por sus críticas al Ante-proyecto de Reforma del Código Penal del cual ya hemos hablado hace unas semanas aquí en Bullshit. Dentro del combo se incluyeron las reuniones con el Ex-Alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani a quien invitó al país hace poco y también fue a ver mientras estaba en medio de su reciente gira por los Estados Unidos. Hasta Raúl Eugenio Zaffaroni tuvo un importante desliz, algo que hasta el momento no le había sucedido (al menos de una manera tan grosera), y llamó al candidato del Frente Renovador “mentiroso” y lo calificó de “vendepatria” (http://www.lanacion.com.ar/1677212-eugenio-zaffaroni-los-linchamientos-son-homicidios-calificados) por estar reunido un 24 de marzo en los EEUU con esta figura del Partido Republicano y con miembros del Tea Party. A Blumberg lo trajeron nuevamente al ruedo para criticar su eterno pedido de mano dura – siendo una nefasta figura que compite palmo a palmo en la materia con el ultra-oficialista y preferido de CFK, Alejandro “El Sheriff” Granados, una caricatura del ya de por sí caricaturesco Sheriff Joe Arpaio- y el paquete de leyes que introdujo en la reforma del Código Penal que se realizó en 2005 (las Leyes Blumberg). Aquí me detengo rápidamente pues hay que aclarar que esta reforma tan criticada desde el progresismo oficialista y opositor (es decir el UNEN, que no es más que un rejunte de ex kirchneristas deseosos de volver al seno materno y de tipos rechazados de entrada por el Frente Para La Victoria) fue impulsada y aprobada por el kirchnerismo. La excusa es que en ese momento el gobierno estaba “débil” y que se la impusieron, pero la realidad es que justamente en ese momento estaba más fuerte que nunca. Acababa de quedarse con el Partido Justicialista, había mandado a Duhalde al pozo ciego y rozaba niveles de popularidad impensados considerando la situación en la que habían asumido.

El lanzar todas las flechas en contra de estos dos personajes, con los que no simpatizo en lo absoluto, es un acto de hipocresía y de cobardía al mismo tiempo. Blumberg y Massa son dos políticos mediocres, deleznables y oportunistas, nada que no sea el resto de nuestra corrupta y mafiosa clase política. Si bien sus declaraciones pueden sumar un poco de agitación al huracán en proceso, no me cabe duda de que no son los únicos responsables por la violencia que se viene incubando desde 2007/08. Hasta podría decir que en el overall no se llevan la mayor porción de la torta de culpas. Los que antes elogiaban la actitud confrontativa del gobierno y criticaban a quienes pedían consenso y dialogo, hoy miran para otro lado. Hablan de la Presidenta como si ella siempre hubiese buscado la concordia social en cada una de sus cadenas nacionales y medidas políticas. Ocultan que ella siempre fue una mujer extremadamente resentida – como la mayoría de su generación, aunque en ella mucho no se justifica pues no tomó las armas ni se involucró mucho- y que nunca fue particularmente ideológica. Ni siquiera cuando fue Diputada y Senadora de la Nación tuvo un discurso marcadamente de izquierda o de centro-izquierda. Siempre se acomodó a como venía la corriente y junto a su difunto marido utilizó la confrontación social para llenarse de plata y poder. Y esto me deja justo en el próximo punto a considerar.

CFK dijo en la cadena nacional del lunes que la gente que está en la periferia – en verdad dijo, “que se siente en la periferia” lo cual hace a esta frase algo mucho peor- siente que la sociedad le dio la espalda. Agregó, citando un viejo discurso suyo, que si alguien llega a creer que su vida vale menos de dos pesos no se puede pretender que le de valor a la vida ajena. Sin dudas que esto es verdad – en especial lo segundo- y estaría perfecto si formase parte de los dichos de un gobernante que acaba de llegar al poder y se ha encontrado con este caos que nos toca vivir hoy día. El kirchnerismo tiene una inmensa capacidad para hablar de todo lo mal0 de sus años de gestión como si fuese una herencia del gobierno que recién les acaba de dejar las llaves de la Casa Rosada a ellos. Tras 11 años de gobierno la única certeza que nos deja el FPV es que el que menos tiene siente es que el Estado lo ha abandonado y esto prima por sobre su resentimiento contra aquellos a los que considera que les ha ido bien en la vida. Es el Estado quien debería darles una mano para comenzar a salir del pozo y no hablo de dádivas con fines electorales sino de educación y salud públicas de calidad. El kirchnerismo no ha hecho más que hundir a los pobres en su propia miseria. Les ha mejorado un poco su situación cotidiana pero nunca los sacó de su pobreza, atándolos a los planes sociales de una manera sádica. Cuando hay una gran mayoría que no tiene absolutamente nada que perder, la violencia de clase se da por descontada. No hay un Estado presente más allá de un par de planes que hace tiempo la inflación ha devorado y cuotas y créditos para que consumiendo algunos artículos electrónicos los habitantes de las periferias sientan que están incluidos en la sociedad. El kirchnerismo siempre ha medido la inclusión social – si, esa de la que se vanagloriaba CFK el otro día- en el aumento del consumo en los sectores populares. Pero esta fiesta no fue más que una burbuja que ya ha explotado dejando al descubierto la cruda verdad: los pobres e indigentes están cada día más y más excluidos y – más allá de que TODOS como sociedad tengamos gran responsabilidad en esta cuestión- no hay un gobierno dispuesto a utilizar los recursos estatales para que el ascenso social y la redistribución de la renta dejen de ser solamente una mención para ganar el aplauso en un acto. Si quieren entender que es lo que se vive en esos lugares abandonados por el Estado y por gran parte de la sociedad, les recomiendo que lean el excelente libro “Basura” de mi amigo Damián Gandlaz (@Gandlaz) cuya reseña se encuentra en este blog por si quieren ver de que se trata. El gobierno durante estos últimos 11 años ha armado un ejército gigante de personas que no tienen absolutamente nada por lo que luchar o por lo que mirar el futuro cercano con optimismo. Y voy a repetirlo: no tienen nada que perder y es por eso que son lo más peligrosos, pues no poseen una proyección de vida más allá de lo inmediato. Que les importa pegarte un tiro para robarte el celular o la campera, si saben que esa misma noche alguien puede matarlos a ellos. O no, tal vez sobreviven el mes entero, pero tampoco les interesa demasiado. El odio es imposible de contener y a todos estos factores hay que agregarle el hecho de que además de estar ausente, el Estado decidió barrerlos debajo de la alfombra manipulando las cifras del INDEC. Me da mucho asco y mucha vergüenza escuchar a la primera mandataria de mis país decir que hay menos de un 6% de pobreza y cerca de un 3% de indigencia cuando es sabido que los valores reales quintuplican esos porcentajes. Eso tiene una palabra específica que lo describe a la perfección: “Traición”. Respecto a la violencia promovida por el kirchnerismo con fines políticos y monetarios, nunca se me va a ir de la cabeza una emisión de “Bajada de Línea”, el programa de Victor Hugo Morales financiado por el gobierno, en el que el conductor – como todos sabemos un progre de manual, bien fascista- hizo una horripilante apología del delito al justificar las palabras de unos muchachos de extracto popular que decían que tenían derecho a matar a quien tuviese dinero (aunque lo hubiese ganado trabajando, es decir de manera digna y no ilegalmente) porque esa persona era la culpable de su miseria cotidiana. VHM asentía ante cada afirmación, convalidando un discurso prejuicioso y simplista que – como todo- tiene su eco, su correlato, en el otro lado de la sociedad (el insoportable – y juro que lo escuché textual así como lo transcribo-: “El pobre es un vago, un planero que quiere quedarse con mi dinero porque está celoso. Porque sabe que nunca va a ser como yo. Y este gobierno nos quiere sacar todo para dárselo a esos negros de mierda ¡Resentidos!”).

El miedo y la sensación de impunidad, de injusticia, han llevado a la toma de justicia por mano propia. No es la primera vez que sucede en nuestro país pero a decir verdad nunca antes en estos últimos 31 años había sido de semejante magnitud. Esta ecuación terrorífica no hace más que aumentar sus catastróficos resultados y, vaya paradoja, también tiene su eco en el gobierno. Es un detalle interesante el que CFK haya dicho que con la inclusión de los más pobres se va a frenar la violencia. De una manera más bien directa le está echando la culpa de todos estos sucesos recientes a los que menos tienen. A esos que ella dice defender siempre y por los que “daría todo”. Hasta aquí con lo referido al gobierno, ya que hay que hacer otra parada y esta concierne a los que participaron de los linchamientos. Es una locura pensar que se puede llegar a matar a alguien por una cartera o unas zapatillas, pero claramente hay personas dispuestas a hacerlo. El problema se da cuando quien es la víctima tiene el mismo pensamiento, pues se evidencia el poco valor que le damos a la vida en nuestra comunidad. A ver si nos entendemos: si yo quisiese ir a matar a los dos tipos que me robaron el celular a punta de cuchillo hace un año y medio, me estaría comportando exactamente como ellos. Pensaría que la vida humana vale menos o bien vale un aparato que cuesta una X cantidad de pesos (sea la que sea). Y hay una cosa en la que Zaffaroni tiene razón: un linchamiento no es ajusticiamiento sino un homicidio calificado que lleva penas de hasta 30 años de prisión. Y no tiene relevancia si la persona que es atacada cometió o no un delito. Quien decide ir por los márgenes de la ley debe pagar lo que le corresponda según cuanto se haya alejado de esta. Y ello aplica para quien mata a alguien en un asalto y como para quienes forman parte de una turba que despedaza a golpes a otra persona. Y ni que hablar si queda con secuelas físicas y/o neurológicas o si muere, tal como sucedió de manera trágica en Rosario este 25 de marzo. Me asusta ver que la mayoría de la sociedad no pide calma sino más violencia pues consideran que esa es la única manera de obtener justicia. Ya he visto exagerados afiches en la red que llaman a matar a la Presidenta pues lo consideran la única solución posible. Lo que yo desde mi lugar les pido es que no volvamos a la Edad de Piedra. Que no nos pongamos al mismo nivel de quien comete un delito – y esto sin importar sus razones- y que tratemos de parar la pelota. Han surgido casos de personas que estaban caminando tranquilamente por la calle y fueron atacados por vecinos que los confundieron con ladrones. Si esas personas, que ya hicieron la denuncia correspondiente ante la Policía, morían ¿De qué nos disfrazabamos? Ahí no iba a existir ni siquiera la particular excusa de que el ajusticiado era un criminal (http://www.minutouno.com/notas/318044-rosario-nos-confundieron-delincuentes-y-nos-dispararon-ocho-veces). Esto lo menciono para que podamos visualizar desde un costado el nivel de locura y de paranoia en el que nos estamos sumergiendo a medida que pasan los días. La clase política entera recién ahora está pidiendo que termine la violencia, algunos con mayor énfasis y otros de manera más bien tibia. Se acordaron tarde, como siempre. Esto se podría haber impedido pero ellos – TODOS- estaban más ocupados llenándose de dinero en el palacio y dejando que los demás nos conformásemos con algún que otro hueso que ellos lanzaban al suelo. Nuevamente todo está en nuestras manos y es solamente de nosotros de quienes depende que el país no entre en una oleada de muerte y sangre. Estemos a la altura de las circunstancias y nunca dejemos de pedir que a toda persona que cometa un delito la ley le caiga con todo su peso, como corresponde en el Estado de Derecho. No voy a darles un sermón con toneladas de teoría acerca del Contrato Social, pero este – aún con todas sus imperfecciones- se encuentra vigente y es lo que históricamente nos ha venido separando de los lobos con bastante éxito. No caigamos en la Guerra Civil que ellos tanto ansían para poder quedarse en el poder muchos años más. Seamos mejores.

 

 

Progresismo, el octavo pasajero

16 Jan

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Tome conocimiento de la existencia de Gustavo Noriega hace varios años por la revista de cine que él fundó. El Amante Cine fue (y sigue siendo, aunque ahora en edición digital solamente) una bisagra en el mundo de la cinefilia nacional. Refrescó una escena que comenzaba a oler a podrido y planteó nuevos debates respecto al rol del crítico en el cine. En el medio de todo esto, nos dio el gusto de explicarnos – en base a su experiencia allí dentro- como fue la intervención que destruyó por completo al INDEC en su libro “INDEK: Historia íntima de una estafa/destrucción” el cual recomiendo fervorosamente. A Guillermo Raffo lo conocí (no personalmente, claro) por su excelente blog Los Trabajos Prácticos (http://www.bonk.com.ar/tp/#) que – y en una curiosa analogía con la revista creada por su amigo Noriega-  con su aparición en 2005 cambió el mundillo de los blogs gracias a su estilo refrescante y sus plumas talentosas (es mi opinión que lo mejor de la generación se encuentra dando vueltas por allí, así que no duden ni un segundo en pasarse a leer). Cuando comenzó a escribir todos los domingos en el diario Perfil, automáticamente me hice adicto a sus columnas que sin duda alguna son de lo mejor que tiene ese medio. Allí conocí varios conceptos sumamente interesantes y claves para entender lo que sucede hace tiempo ya en nuestra sociedad como el de la BULLSHIT, palabra que – como ya habrán notado- da nombre a mi blog. Cuando me enteré que Raffo y Noriega habían escrito un libro acerca del progresismo, corrí a la librería a buscarlo para terminar leyéndolo en menos de dos días. “Progresismo, el octavo pasajero” es uno de los mejores libros del pasado 2013 y es otro de esos textos que marcan una época. Y agrego que lo hacen porque saben como describirla a la perfección, dejando expuestas todas las miserias cotidianas que – social e individualmente por igual- tratamos de esconder bajo la alfombra. Dando de lleno en todas esas teclas incómodas que procuramos nunca tocar para que no se altere el tenso y desigual equilibrio que sostiene nuestra vida cotidiana tal como la conocemos.

El libro está dividido en 22 capítulos, de los cuales 6 son entrevistas. Los demás están escritos y co-escritos por ambos autores. Las ilustraciones corren por la cuenta de Guillermo Raffo y debo decir que su trabajo ha sido excelente también en este rubro. El estilo es novedoso e ingenioso al mismo tiempo, una bocanada de aire fresco entre tantos libros idénticos dentro del género. Una cruza entre la investigación periodística, el comentario académico político/social y la sátira que posee un resultado muy interesante.

Raffo y Noriega postulan que el progresismo ha sido lo que destruyó la política argentina. Coincido con su hipótesis y con la conclusión que puede leerse en el título del libro, aunque puede costar un poco más si el lector nunca vio esa obra maestra de Ridley Scott llamada “Alien” (1979). La crítica hacia el progresismo es precisa y está muy bien fundamentada. Deciden tocar varios puntos que son esenciales para este híbrido entre teoría política y secta desenfrenada que ha tenido con el correr de los años (en especial desde la suba de Alfonsín al poder, aunque con su germen en los 60’/70′) gran ascendencia sobre el inconsciente colectivo de nuestro país. Estoy hablando de cuestiones que son de conocimiento general y que son una locura absoluta, pero que por alguna razón hemos decidido – y permitido- que sean algo considerado normal y habitual. Hago un veloz  racconto: la necesidad de ensalzar y adorar a un líder poderoso e infalible para que les de órdenes y marque el rumbo de sus vidas (y de las de todos los demás también, aún las de los que no están de acuerdo con él/ella); una estructura vertical y anti-democrática de poder; una visión muy corta de vista respecto de la democracia (suelen considerar que esta termina en el derecho a voto); los insufribles devaneos discursivos que intentan encubrir prácticas totalitarias que bordean – o, en muchos casos, tienen relaciones carnales- con el fascismo y el militarismo; toda la hipocresía que este discurso encierra y, en consecuencia, la violencia que de él proviene.

El primer ejemplo claro de lo que es el progresismo es la entrevista a Roberto Gargarella, a quien todos conocemos como un opositor al gobierno nacional y un progresista light. La realidad es que es uno de manual y que si bien no es partidario del kirchnerismo, siempre hay un “pero” en sus dichos que genera muchas dudas. Sus palabras, como las de tantos progres, se tocan con el relato kirchnerista hasta terminar abrazándose con este por ósmosis. En esta jugosa charla, Raffo torea sin cesar a Gagarella logrando que diga lo que realmente piensa. El tema de LO COMPLEJO (tan Horacio Gonzalez, Ricardo Forster y Edgardo Mocca, que insulta la inteligencia humana) es el centro de la conversación, pues para el entrevistado todo lo que es es – o busca ser con todas las ganas- totalitario siempre es complejo y difícil de analizar. El famoso “con el cristal con el que se mire” que le sienta como anillo al dedo al progresismo para justificar cuanta atrocidad se haya cometido. Cuba es un ejemplo recurrente en el libro y sirve en este caso para mostrar como el progresismo toma algunos elementos – reales sin duda alguna- positivos de la Revolución Cubana para elogiarla pero decide no mencionar datos clave como lo mal que está la economía hace varias décadas, la falta de libertad de expresión y opinión que reina en la isla (el famoso “los cubanos no necesitan libertad, porque Castro les devolvió la dignidad” dicho desde San Isidro) y las recurrentes violaciones a los demás derechos humanos básicos de parte del régimen castrista. La realidad es una sola y viene toda junta, no hay acción llevada a cabo por Fidel Castro y su gobierno que pueda ser siquiera contemplada sin tener en cuenta todas las demás. Pero para el progre lo que lo que afecta sus convicciones ideológicas y/o partidarias siempre es complicado y no puede ser denostado sin un análisis previo. Pero si eso mismo sucede del otro lado del mostrador, estas personas no dudan en rasgarse las vestiduras y denunciar el mal que existe allí. Entramos en el territorio del DOBLE RASERO.

En uno de los capítulos, se explica como los progresistas atacan sin cesar a los Nazis y siempre hablan en contra de las barbaridades que se cometieron en nombre de Hitler. Pero al mismo tiempo defienden a líderes y regímenes que tienen prácticas – salvando las distancias en algunos casos, aunque no en todos- idénticas a las de los nacional-socialistas de la Alemania de los años 30′. Una práctica lista nos permite identificar los rasgos básicos del nazismo (y de cualquier tipo de fascismo): culto a la tradición, defensa de lo irracional, culto a la acción en sí misma, quien disiente es un traidor, miedo al diferente, paranoia conspirativa, condena al pacifismo (“la vida es conflicto, no es paz”), elitismo popular, populismo selectivo (pues el líder interpreta la voluntad del pueblo, no la delega – NI EN PEDO!!!- en este), etc. Levante la mano primero quien haya encontrado alguna de estas características en la práctica y el discurso kirchnerista.

Para darle más énfasis a algunos conceptos importantes, la entrevista a Marcelo Birmajer es ideal. Coincide en la idea de que el progresista busca someterse al más fuerte y luego venderlo como un rebelde sin otra causa que el bienestar de los más pobres. Revolotea entre sus palabras lo que muchos kirchneristas repiten: que Néstor Kirchner fue un rebelde, alguien que rompió los moldes burgueses, algo que es todo menos la verdad. Esta inexplicable pulsión a ser sometido por una figura inapelable, fuerte e infalible que se ha visto hasta el hartazago a los largo y ancho de la historia de la humanidad.

Se analiza también el cambio discursivo en muchos periodistas que en los 90′ decían lo mismo que hoy dicen los opositores al gobierno nacional y que ellos atacan siempre que pueden. Tipos como Verbitsky, Giardinelli y Wainfeld que decidieron agacharse ante el poder que tanto denunciaron durante los infames 90′ (y que básicamente es el mismo hoy pero con un lavado de cara). El gancho a la mandíbula con el tema de los 70′ lo da Martín Caparrós al decir que el progresismo ha logrado desaparecer dos veces a los militantes y guerrilleros desaparecidos en aquellos años de fuego. La primera es la real, esa que fue a manos de la dictadura militar, y la segunda es obra y gracia del kirchnerismo. Los transformaron en objetos de tortura y muerte, dejaron de lado sus historias personales y las motivaciones que los llevaron a elegir un camino donde el final estaba siempre cercano. Y el salto que los autores hacen es aún más potente que esta afirmación de Caparrós: esta cuestión del “AMOR” (para la que desempolvan una carta de un estudiante del CNBA que es una joyita para el museo progre) con la que los K nos han repiqueteado en la cabeza por tantos años. Opino que hubo mucha valentía en los muchachos y muchachas que tomaron las armas para cambiar una realidad que no creían justa – en eso tenían razón, equivocados o no sus métodos- pero de ahí a decir que los movía la fuerza del “AMOR” (esa frase del Che, otro anti-amor de antología que hablaba del amor…) hay un trecho muy largo. No hay amor en quien elige matar a otra persona para cumplir con lo que mandan sus ideales. Ni mucho menos inocencia y desconocimiento de sus actos. Pero como se puede apreciar a lo largo de las páginas de “Progresismo, el octavo pasajero”, esta corriente ideológica también ve a la historia como algo parcial. Nunca una autocrítica de parte de los ex-Montoneros que formaron parte de la nefasta Conducción Nacional ni de los que apoyaron sus políticas completamente desconectadas de lo que sucedía en el país. Mientras ellos publicaban documentos surrealistas desde su seguro y cómodo exilio en el exterior (Paris, Cuba, Roma, México…Usted elija, póngase cómodo) los militantes de base creían tamaña locura y entraban al país en dos sendas contraofensivas que terminaron en una masacre anunciada. El destino de “la orga” siempre fue la militarización, pues no hay otro fin para quien decide cambiar las cosas a los tiros. Y todos acordaron con esta línea de la CN más allá de los que lavaron un poco la imagen (Gelman, Bonasso, Verbitsky). En este tema particular la destrucción del mito de las “diferencias insalvables” entre Rodolfo Walsh y Firmenich, Perdía & company es otro de los grandes aportes de Raffo y Noriega.

El efecto social de este discurso ha sido sin dudas profundo. Quien diga que hay que estar loco para pensar en abandonar la vida de manera voluntaria antes de haber vivido un cuarto de ella, es tachado de partidario de la “Teoría de los dos demonios” – y no solo por los fanáticos de Cristina Kirchner-. El perdón nunca fue ni será una opción para los Montoneros, aunque a veces alguno como Ricardo Leis – lean su libro “Un Testamento de los Años 70”- sorprende y quiebra el orden de las cosas. Los autores señalan esta anomalía en el sistema y la ven como una luz de esperanza, que no tarda en apagarse cuando uno entiende que es la propia sociedad la que ha permitido que todo haya avanzado hasta el lugar en el que se encuentra hoy día.

La pasión por el cine está impregnada en cada línea del libro y en todos los casos sirve para ejemplificar y explicar varias cosas. Hay una reflexión muy interesante acerca de “La Historia Oficial” e “Infancia Clandestina”, dos filmes similares en ideología y que están unidos por una sola escena que en cada uno de ellos es absolutamente lo contrario a la línea bajada por el director. La lección de cine que se imparte a progres como Sandra Russo y Jose Pablo Feinmann es para aplaudirla de pie. Ellos dos siempre atacan – sin saber mucho de cine en general- al cine de los EEUU, al que culpan de todos los males de la sociedad moderna. Si hay un tiroteo en la función estreno de “Batman: The Dark Knight Rises”, es por el mensaje violento e individualista que envía el filme y la historieta en la que se basa. Algo parecido a lo que dice el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que la responsabilidad de la violencia vivida en el país es de el comic Spider Man (sí, no es un chiste). En unas líneas, si Russo leyese el libro podría enterarse como el Western no es ese reinado de la desigualdad y la individualidad, que en el cine de Estados Unidos el héroe siempre es colectivo y que todo en la vida está más allá que la falsa dicotomia entre buenos y malos. Y hasta aquí llega el doble discurso, pues Russo o Feinmann critican al cine extranjero sin ningún fundamento más que sus prejuicios culpándolo de la muerte y la violencia, pero luego celebran a gobiernos que reprimen la disidencia y que tienen como política revolucionaria el encarcelamiento y tortura de personas homosexuales por no poseer los valores morales que se pretenden imponer al conjunto de la sociedad. Y no se pongan mal, ya que no falta el comentario acerca de ese mamotreto llamado “Néstor Kirchner, la película” dirigido por Paula De Luque que de cine sabe lo que yo de energía atómica.

La traición a los más pobres es otro punto clave. Muy inteligentemente, Noriega toma fragmentos de una muy buena nota de Sandra Russo publicada en Página 12 en el año 2002. Allí hace una desgarradora descripción de los desposeídos en base a sus carencias. Pero el progresista ahora no habla más de los pobres, hace diez años que calla. Para ellos la AUH ha convertido a la pobreza en algo marginal que no merece ser discutido. Y esto se ha convertido en el gran – y triste- símbolo del progresismo kirchnerista. El solo mencionar al pobre, al de abajo, es una herejía. Algo muy molesto que no debe ser atendido pues atenta contra la integridad del mito de los K. Es sabido que la pobreza es ocultada de una manera cobarde desde el año 2007 gracias a la intervención del INDEC por orden del matrimonio Kirchner. Noriega saca a relucir su conocimiento en el área de estadísticas y arroja datos muy reveladores utilizando el Censo de 2010 como referencia. Moreno hace un tiempo dijo que el pobre hoy podía comer y juntar unos mangos para ir al cine. Que eso era la felicidad para el que menos tiene. Bueno, ahí está el límite de la afamada redistribución del gobierno. Las carencias y sus respectivos carenciados siguen presentes y a cada momento que pasa su número aumenta de una manera alarmante. La revolución para el progresismo que nos gobierna – y que nos milita- es el transporte inhumano pero barato, la electricidad barata para la clase media y el Fútbol Para Todos. Y todo esto apoyado en los hombros y espaldas destruidas de los pobres. Las cloacas, la luz, el gas, el techo, las calles y otras cuestiones secundarias y complejas es mejor dejarlas para otro día.

Otro concepto que me interesó mucho es el de “Pueblo Potiomkin”. Así se denomina a las situaciones en las que la apariencia tapa por completo a la realidad, a los hechos. El discurso que tapa todas las miserias, el mito que esconde todo. La elección del ejemplo de los intelectuales occidentales que apoyaban a la URSS y cuando viajaban allí decidían omitir las atrocidades y avalar al poder que mentía a través de las fotos (a cambio recibían agasajos y podían chupar de la teta estatal) no puede ser mejor, pues es algo que les cabe a varios periodistas e intelectuales que revisten las filas del kirchnerismo. Para ser parte de una secta fanática, se requiere una ceguera descarada y cruel. Y esta no es la excepción a la regla.

Raffo habla mucho más largo y tendido acerca de la “Bullshit” y le agrega el término “Mindfucker” para explicar el porque de nuestra tolerancia a un poder tan hijo de puta. La manipulación de las emociones ha sido otro factor esencial para el aparato de poder, tan importante que logró que la mayoría de nosotros (la entrevista a Tomás Abraham profundiza un poco esto) – aún los que nos quejamos mucho- estemos más que acostumbrados a este abuso. Así, y siempre y cuando el dinero corra y nada afecte el patrimonio personal, la permanencia en el poder de estos políticos está más que asegurada.

“Progresismo, el octavo pasajero” cierra con un llamado a la supervivencia. El alien logró implantarse en nuestro organismo y salir de él tras haber incubado durante un tiempo. Ha crecido y se ha convertido en un monstruo muy grande – y que pisa fuerte, como diría León Gieco quien hoy canta sobre los muertos en nombre de los Derechos Humanos- que nos persigue intentando matarnos. Nosotros estamos solos en la nave y no hay ninguna posibilidad de escape más que una fría y dolorosa muerte allá afuera, en el espacio. Ante un escenario tan escalofriante no hay más opciones que luchar aún a sabiendas de que lo peor está a cada segundo más cerca. Solo queda sobrevivir.

Reflexiones varias acerca de Jorge Bergoglio…

1 Aug

 

 

 

 

“Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos… sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades”, Jorge Bergoglio en Septiembre de 2009.

“Hay que indignarse contra la injusticia de que el pan y el trabajo no lleguen a todos […] Qué triste es cuando uno ve que podría alcanzar perfectamente para todos y resulta que no […] En la vida hay muchos que tiran cada uno para su lado, como si uno pudiera tener una bendición para él solo o para un grupo. Eso no es una bendición, sino una maldición. Y fíjense qué curioso, el que tira para su lado y no para el bien común suele ser una persona que maldice: que maldice a los otros y que maldice las cosas. Las dice mal, miente, inventa, dice la mitad”, Jorge Bergoglio en Agosto de 2012.

“La deuda social es una violación al derecho de desarrollar una vida plena, activa y digna en un contexto de libertad, igualdad de oportunidades y progreso social. Es la violación de un derecho…”, Jorge Bergoglio en Septiembre 2009.

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Siempre consideré a Jorge Bergoglio como una persona realmente involucrada en su labor pastoral y que nunca tuvo miedo a meterse en el barro. Siempre elogié su labor en los barrios más carenciados y en las villas miseria – dando misa, bautizando, lavando los pies-, así como su discurso en contra de la desigualdad, la corrupción y la pobreza. En especial porque allí enlazaba estas tres cuestiones y explicaba que allí donde haya corrupción hay pobreza y desigualdad, hay sufrimiento, hay personas que mueren de hambre. Con la corrupción lo que se hace es invisibilizar de manera cruel e intencional a gran parte de la sociedad en pos de que unos pocos – los políticos y sus amigos y socios- se llenen los bolsillos con dinero que no es suyo. Bergoglio ha sido siempre coherente en su discurso respecto a estos temas y a otros también. Más allá de que no esté de acuerdo con su postura en temas como la homosexualidad, el aborto, el uso de preservativos, la legalización de la marihuana y varios más de los que ya conocemos la opinión de la Iglesia Católica, es algo a remarcar el hecho de que el ex-Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires nunca haya claudicado en sus convicciones aún en los peores momentos. Por esto mismo, y sin ser católico aunque sí creyente, me puse contento cuando fue ungido como Papa. Debo decir que me sorprendió, aunque era sabido que en la elección anterior ya había estado muy cerca de alcanzar el puesto máximo dentro de la Iglesia. Que haya elegido el nombre Francisco fue un buen (y lógico porque es Jesuita) primer paso y junto al pedido de “recen por mí” comenzó a dibujar la imagen de un Papa más austero, terrenal y cercano a la gente común. Era de esperarse que a los pocos días, al menos para los que lo conocíamos aquí, tuviese al mundo bajo sus pies. El cambio en cuanto al estilo e imágen fue demasiado grande y esto provocó un gran entusiasmo entre los fieles además de un retorno inesperado del fervor católico en muchas personas que, decepcionadas con la Iglesia, lo habían abandonado o que lo mantenían escondido, vaya uno a saber por qué. Desde su primer discurso en la Plaza San Pedro Francisco buscó tener contacto directo con la gente y, como buen Jesuita, demostró ser un hombre que realmente conoce la calle y las penurias de los que menos tienen. De a poco, su discurso en favor de una Iglesia que trabaje con y para los pobres – pidiendo que salga a la calle y que no se encierre en el palacio- comenzó a ganar adeptos que no dudaron en entronizarlo a pesar de que hacía pocos días que ocupaba su cargo. Los medios llenaron sus páginas con notas de alabanza y anécdotas de su infancia – a lo que no podían faltar los testimonios de “los que viajaron o desayunaron o hablaron dos segundos con él”-. Hablaron de una revolución y de cambios profundos en la Iglesia cuando el Papa apenas había tenido tiempo para saludar a algunos mandatarios y charlar cordialmente con su predecesor Benedicto XVI. Este, lejano a la gente y muy parco, había renunciado sorpresivamente abrumado por la corrupción interna – económica y moral- de la Iglesia que estaba sumida en una crísis que la retrotraía a sus peores épocas. Ante el éxodo de fieles que se reportó en los últimos años debido a estos escándalos, uno puede entender porque se eligió a alguien con el genuino carisma y la habilidad política de Bergoglio – más allá de todos sus méritos, que sin dudas los tiene- para conducir el “renacer” de la Iglesia.

Desde que llegó al poder hace 10 años, el kirchnerismo había mantenido una relación tensa con el nuevo Papa. Sus discursos en contra de la corrupción y los personalismos siempre incomodaron a ambos mandatarios, que se sentían atacados políticamente. Desde 2004, tanto Néstor como Cristina Kirchner eligieron no asistir al Tedeum que se realiza año a año en la Catedral Metropolitana. Movieron cielo y tierra para quitarle protagonismo a Bergoglio presentándose en esa misma fecha en lugares donde los Obispos – algunos de ellos realmente nefastos- tenían un discurso benévolo para con el gobierno. A esto se le debe agregar la promoción de un continuo y falaz ataque contra su persona imputándole haber sido cómplice directo de la dictadura militar que gobernó a sangre y fuego nuestro país desde 1976 hasta 1983. Si bien Bergoglio estaba abiertamente en contra de la guerrilla y de los Curas Tercermundistas, no hay ninguna prueba que demuestre que entregó a ninguna persona a las autoridades por ser “marxista” o de izquierda. Debe quedar en claro que esto no exime a la Iglesia Católica de sus responsabilidades durante esos años ni de lazos directos con la dictadura, algo que si es comprobable y cuyas pruebas se encuentran disponibles en cualquier parte. Decir que una persona dentro de la Iglesia no fue cómplice no debe ser pie para inventar la falsa inocencia o ignorancia de una institución poderosa y colaboracionista con aquél gobierno. El periodista y ex-Montonero Horacio Verbitsky – nobleza obliga, cuyos libros acerca del rol de la Iglesia en la historia argentina desde 1955 en adelante son muy buenos- fue la punta de lanza de esta lucha de un gobierno contra Bergoglio, no solo desde sus columnas en Página 12, sino también con sendos libros llenos de supuestas evidencias que al final no eran más que conjeturas, opiniones personales y acusaciones sin sustento. Apoyándose en los testimonios de los ex- sacerdotes de la Compañía de Jesus Orlando Yorio y Francisco Jalics, el periodista dijo que el Cardenal Bergoglio tenía contactos con los militares y que había entregado a ambos porque sospechaba – y estaba en contra- de su ideología y su participación en la guerrilla marxista. Yorio falleció hace unos años y su hermana sigue creyendo que Bergoglio fue el responsable de los tormentos que pasó su hermano en la ESMA. Pero tras la asunción de Francisco como Papa, fue Jalics quien sorprendió al desmentir a Verbitsky y decir que si bien él había creído que el ex-Arzobispo le había retirado su apoyo y denunciado ante la Junta Militar, tras una minuciosa investigación durante los 90′ había llegado a la conclusión de que el Cardenal no había culpable de su secuestro. Agregó que había hecho las paces con él cuando se cruzaron y se abrazaron dejando atrás todo rencor. Más allá de esto, lo que si se puede decir habiendo analizando todas las pruebas y testimonios disponibles, es que Jorge Bergoglio no hizo durante ese nefasto período todo lo que podría haber hecho. Eligió mirar para otro lado en muchos casos y en otros ayudó valientemente a que varios colegas sean devueltos por el gobierno. Tal vez su firme (y para mí errónea) convicción de que las ideologías corrompen y desfiguran el mensaje de la Iglesia – recordar que ante la llegada de la dictadura su pedido era que no luchasen en contra de ella, aunque es claro que tampoco pedía que se la ayude – le impidieron actuar de otra manera. El pasado esta allí y nadie debe rehuir de lo que hizo (algo que, por ejemplo, han hecho los Kirchner siempre). Con claros y oscuros, Bergoglio decidió no escapar e hizo varios análisis de su actuación en esa época – hasta prestó su testimonio judicial por los dos casos mencionados- y dejo al descubierto sus dudas y sus miedos lógicos ante lo que se avecinaba; en fin, su condición humana. Ni héroe ni villano, tan solo un simple mortal que acorde a su pensamiento y su posición dentro de la Iglesia tomó una decisión – que para muchos, aunque no para mí, pudo haber sido errónea o no tan clara- en tiempos muy difíciles.

A este enfrentamiento, le podemos sumar el rótulo de “jefe de la oposición” atribuido a Bergoglio por todo el aparato de poder kirchnerista (medios, militantes y funcionarios) y el feroz enfrentamiento por la Ley de Matrimonio Igualitario donde personalmente creo que Bergoglio exageró al decir que el casamiento entre personas del mismo sexo era “obra del Demonio” y que pretendía “destruir el plan de Dios”. Aún así, su postura era de esperar pues son los lineamientos clásicos de la Iglesia Católica en lo referido a este tema y él en ese momento la representaba en el país. Por todo esto, fue una gran “sorpresa” – y otra prueba más de que el kirchnerismo no tiene convicciones y que se mueve solo por conveniencia- que todos los que antes habían intentado destruir a Bergoglio desde el gobierno saliesen a elogiarlo desmedidamente. Salvo algunas excepciones, como Gabriel Mariotto – que llegó a defenderlo de las acusaciones de Verbitsky mucho antes de que fuese Papa en 678, ante la atónita mirada de los “periodistas” del programa-, Guillermo Moreno y Julián Domínguez (fieles católicos y algunos de ellos amigos suyos) todo el kirchnerismo había sido siempre muy hostil con el hoy Papa y habían dado por ciertas todas las denuncias respecto a su rol durante la dictadura. Desde genocida para abajo, se le dijeron todos los insultos posibles. Pero cuando la línea oficial cambió, se terminó el disenso y todos los que sostuvieron una postura contraria fueron borrados de la escena. Vale remarcar que Horacio Verbitsky – al contrario de Cerruti, Cabandié, Abal Medina, D’Elía, etc. que tuvieron que dar un giro de 360° en su opinión respecto a Bergoglio- mantuvo su postura sin importar que los vientos hayan cambiado y eso, aunque discrepe con la mayoría de las cosas que escribe semanalmente, lo hace mejor que la mayoría dentro del gobierno incluida la Presidenta de la Nación. Cristina Fernández de Kirchner corrió a visitarlo y el equipo propagandístico de Pepe Albistur cubrió Buenos Aires con la foto de las manos de la Presidenta y el Papa, que de ser el peor enemigo había pasado a ser el mejor de los amigos y un gran aliado. Los puntos altos de este cinismo fueron la foto del Papa con Cristina y el candidato a Diputado del “Frente Para La Victoria” Martín Insaurralde en Río de Janeiro, que desde ayer empapela la ciudad, y la absurda y burda comparación que hizo la Presidenta entre Bergoglio y su difunto esposo y símbolo del kirchnerismo Néstor Kirchner – algo impensable hasta hace 6 meses-. La explicación impartida desde arriba de que “Bergoglio no es lo mismo que Francisco” es una excusa barata y que no resiste el menor análisis. El Papa tuvo mucha cintura y recibió con honores y simpatía a su otrora rival, demostrando que es un gran político. Más allá de que sean agua y aceite, la relación va a ser cordial, sin mayores sobresaltos y ambos intentaran exprimirla al máximo, en especial Cristina Kirchner, sin dejar que las rencillas personales salgan a la luz (al menos por el momento).

Francisco ha hecho todo bien desde lo discursivo – excepto no aceptar ningún tipo de ideología en la labor pastoral puesto que sin dudas él, como todos nosotros, la tiene- desde que asumió como Papa hace unos meses. Comunicacionalmente ha revivido a una Iglesia que estaba muerta y la dotó nuevamente, y tras varios siglos, de un mensaje inclusivo con centro en los pobres. Sin dudas que esto debe ser elogiado, así como sus declaraciones recientes respecto a la homosexualidad (algo que en él es un giro muy importante), pero no se debe cometer el error de entronizarlo y declararlo revolucionario cuando aún no ha comenzado a realizar su trabajo que será muy duro pues se enfrenta a personas y grupos con mucho poder que no están dispuestos a resignar nada. En estos 4 meses hemos asistido al renacimiento de un fervor religioso que hacía años que no se veía, siendo esto es obra y gracia de los famosos “gestos” de Francisco. El pico de este fervor se vió en la reciente Jornada Mundial de La Juventud llevada a cabo en Brasil donde millones de jóvenes y no tan jóvenes se desplazaron desde todas partes del mundo (aunque aclaremos que la mayoría presente era brasileña, algo normal) para estar cerca de un hombre que les genera un genuino entusiasmo y que los ha acercado de nuevo a la Iglesia. También vale aclarar que hay muchos oportunistas y fanáticos que solamente quieren ser parte de algo, tener una representación, y que no permiten que se critique la figura del Papa incurriendo en esos casos en ataques idénticos a los del kirchnerismo cuando se critica a Cristina. También hay muchos fanáticos repentinos de Francisco que van a contramano de su mensaje: son personas que tienen un gran miedo y asco a los más pobres, que los miran con odio y con un resentimiento inexplicable. A esas personas les pediría que escuchen mejor el mensaje del Papa y que intenten seguirlo de verdad y no solamente para llenar una apariencia. Dicho todo esto, creo que lo más sano es bajar un cambio y dejar que Bergoglio comience a trabajar de una vez por todas. Él mismo considera que su Papado recién empieza hoy, una vez terminadas las multitudinarias Jornadas. Es interesante aún así, y retomando lo anterior, ver como el fanatismo religioso es aún peor que el político, pues en él media la fe. Hay muchos gestos del Papa que son puramente demagógicos como los de cualquier otro político, lo cual no es algo malo sino lógico porque más allá de ser una autoridad religiosa Francisco es un político – y vaya que político-. Desde que apareció en escena en nuestro país, ha demostrado ser un animal de la política y opino que los dirigentes de nuestro país deberían aprender de él. Todo esto significa que hay muchos gestos que siempre tuvo que no necesariamente son honestos y vienen del corazón (y aclaro que nadie le pide que sea así, tan solo que realice su labor algo que ha hecho sin dudas) sino que buscan tener un impacto específico en un grupo de personas. Y esto no debe ser fuente de indignación de los Legionarios de Cristo – una pequeña ironía, no se me enojen- ya que el mismo Papa ha reconocido su militancia en la agrupación “Guardia de Hierro” surgida durante la proscripción del partido y defensora del peronismo más dogmático.

Francisco es un Papa distinto, un Jesuita que siempre estuvo cerca de la gente común y de los más necesitados, pero que forma parte de una estructura amoral y corrupta. Sus discursos son muy buenos y sus tiradas de oreja públicas a Obispos son el camino a seguir. Es innegable que hacia tiempo que un Sumo Pontífice no despertaba tanto estusiásmo y que no hacía temblar tanto las estructuras burocráticas y jerárquicas de la Iglesia Católica. Todo esto debe ser respaldado con acciones, algo que confío que el Papa hará desde aquí en adelante. Antes que el fanatismo religioso debe primar la cautela, y no por ello se deben perder la esperanza y la fe. Tal vez en esto se encuentre la clave para poder entender lo que ha hecho Francisco en tan poco tiempo y todo lo que le queda por hacer. 

 

Milani y Chevron: El doble quiebre del kirchnerismo…

19 Jul

“Y yo no me voy a cansar de repetir que los derechos humanos no son ni de izquierda ni de derecha; son simplemente – nada más y nada menos que eso – los derechos humanos, los que distinguen a la condición humana y los que nos hacen respetar la vida y la integridad personal y moral de cada ciudadano y de cada ciudadana en el marco de la Constitución y las leyes”, Cristina Fernández de Kirchner en su discurso por el Día Universal de los Derechos Humanos en 2011.

“Pero yo quiero hablarle a todo el pueblo argentino de esto que significa lo que el primer título de la ley habla, y que es precisamente  la recuperación de la soberanía hidrocarburífera de la República Argentina”, Cristina Fernández de Kirchner en el anuncio del proyecto de Ley de Expropiación de YPF.

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Es sabido que el kirchnerismo se ha construido sobre un relato épico y fantasioso. Dos de sus puntos centrales en lo discursivo han sido los Derechos Humanos – con el respaldo de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y el posterior enjuiciamiento de cientos de responsables de crímenes de lesa humanidad- y el nacionalismo o patriotismo. Así han logrado convencer a millones de personas que las organizaciones de derechos humanos los apoyan porque ellos representan el ideal de justicia y reparación a las víctimas y castigo ejemplar a los victimarios de aquellos oscuros años. Desde que Néstor Kirchner tomó la decisión de “bajar el cuadro de Videla”, han conseguido que Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Tati Almeida y las demás agrupaciones se rindan – favores mediante también, claro está- a sus pies y los acompañen en actos y presentaciones a lo largo y ancho del país. Los Kirchner han sido llamados “hijos” y “nietos” por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo siendo esto una profanación de la memoria de los muertos, pues ellos no realizaron ningún acto heroico durante la dictadura militar (como mucho se puede decir que eligieron mirar para el otro lado y a la vez enriquecerse gracias a medidas económicas del gobierno de facto). También convencieron a medio país de que durante estos diez años fueron los únicos que enarbolaron la bandera de la soberanía nacional y que todos los demás partidos y representantes son la encarnación del capital extranjero que tanto mal nos hizo desde 1976 hasta 2003. Muchos los creen patriotas y los igualan con próceres como San Martín y Bolívar, cuando en realidad lo único que han hecho es profundizar los mecanísmos legales instaurados en los años 90′ por Menem – y con los que tanto beneficio consiguieron, por ejemplo con la privatización de YPF por la que hicieron lobby para poder recibir millones de dólares- permitiendo que las empresas trasnacionales exploten todos nuestros recursos humanos y naturales liquidando todas sus ganancias en el exterior y pagando un mínimo de impuestos (un mecanismo que es idéntico en todos los países gobernados por esta autodenominada “Nueva Izquierda” como Ecuador, Bolivia, Venezuela y Brasil). Desde la retórica se vende la idea de que ellos han recuperado la soberanía. Casi todos los discursos de Cristina Kirchner tienen esto como eje central, transmitiendo el mensaje de que soberanía nacional y kirchnerismo son sinónimos y poniendo como ejemplo Aerolíneas Argentinas, la ANSES y ahora YPF (pero nunca diciendo que las gestiones son un liso y llano fracaso además de un nido de corrupción y sobresueldos)

Pero esta semana sucedieron dos hechos que terminaron por partir al medio el relato kirchnerista, destruyéndolo por completo. La situación amenaza con tornarse indefendible aún para los más acérrimos fanáticos del gobierno nacional. 

Primero, Cristina designó como Jefe del Ejército a César Milani un militar con un oscuro pasado. Esta acusado de haber participado en el infame Operativo Independencia y de haber formado parte del aún más nefasto Batallón 601 durante la dictadura militar que gobernó al país desde 1976 hasta 1983. Su nombre, como atestiguó una de sus víctimas Ramón Olivera (ex-militante del ERP y preso político durante esos años en La Rioja), aparece en el Informe de la Comisión Provincial de Derechos Humanos de esa provincia. Su nombre también está involucrado en la desaparición del soldado Alberto Ledo que en esa época era secretario de Milani. Su legajo no miente: dice que participó dentro del Batallón 601 durante la dictadura con el grado de Teniente. Como si fuera poco, las sospechas de enriquecimiento ilícito se acrecentaron cuando salió a la luz su millonario patrimonio y sus lujosas propiedades y vehículos. Esto sumado a su pública lealtad para con Cristina Kirchner no hizo más que intensificar el malestar interno dentro de la fuerza armada. Para construir un ejército que sea leal a su partido político – si no creen que sea así, vean el reflote discursivo del fallido Operativo Dorrego- Cristina recurrió a un personaje que contradice la columna vertebral de su propio relato. Si Milani hubiese sido designado por Macri o por cualquier miembro de la oposición, todos estarían indignados y el militar estaría a punto de ser juzgado y encarcelado. La defensa oficialista fue contundente. El CELS, Estela De Carlotto, el Ministro de Defensa Agustín Rossi, Aníbal Fernández y casi toda la militancia salieron a decir que como no había pruebas concretas, no encontraban razón para sospechar de Milani. Que en cuanto aparezcan, allí se evaluará y se decidirá con sabiduría pero hasta entonces hay que aplaudir la decisión de la Presidenta. El problema es que las pruebas existen y son bastante claras al respecto del rol de Milani en los 70′. Igualmente el esquema es siempre el mismo: esta situación es un calco de lo que pasó cuando salió a la luz que Gerardo Martínez, uno de los principales socios sindicales de Cristina, había sido espía del 601. De todos los defensores de Milani, el caso más paradigmático es el de la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Estela de Carlotto que en una semana lanzó al río todo su prestigio ganado en años de valiente lucha. En una entrevista radial, dijo que no había razones para desplazar a Milani ya que “no tiene antecedentes”. Que antes de acusar hay que tener un fundamento y que no hay que prejuzgar a las personas. Esto sin dudas es extraño pues ella misma con muchas menos pruebas se la pasó por más de 6 años acusando públicamente a Ernestina Herrera de Noble de ser una genocida y expropiadora de bebés de desaparecidos. Hasta que un examen de ADN determinó lo que todos suponíamos: que la adopción, si bien fue ilegal (eso sí se probó y hace mucho), no fue de dos niños de personas asesinadas por los militares. Queda en claro que Carlotto (así como todas las organizaciones de DD.HH oficialistas) actúan y denuncian solamente cuando el gobierno lo requiere y le conviene. La amoralidad y el servilismo son sus características principales. Se han convertido en simples panfleteros, en la rueda principal de un esquema tan hipócrita como cínico. Pero la grieta es amplia y, aunque sin generar rupturas públicas, llega al corazón del gobierno. Hebe de Bonafini, defensora entusiasta de todo lo que haga y diga su “hija” Cristina, se ha llamado a silencio. Si bien es igual de reprochable que no condene a Milani, porque ella sabe quien es, al menos es más noble que Carlotto que como el gobierno ha pisoteado la memoria de sus nietos y de todos los muertos durante la dictadura militar que hasta aquí eran una de las columnas principales de su épica revolucionaria. 

El segundo hecho resonante fue el acuerdo de YPF con la empresa Chevron (Standard Oil, no se si les suena) para la explotación a futuro del yacimiento de Vaca Muerta, un diamante para cualquier empresa petrolera. Es un contrato regido por leyes extranjeras (Francia) – he aquí la primera contradicción con la idea de soberanía- y que le permite a la corporación de Rockefeller (y a cualquiera que desee invertir) ingresar insumos al país sin pagar impuestos, exportar sin retenciones y no dejar ninguna divisa en el país si así lo desean. En otras palabras: se le entregó la famosa “soberanía hidrocarburífera”, con la que se había estatizado a los gritos YPF hace unos meses, a Chevron que además tenía un embargo – que Gils Carbó se encargó de levantar por orden de Cristina, desoyendo el pedido del Presidente de Ecuador y “amigo” Rafael Correa- por daños ambientales y humanos en Ecuador. A esto se le puede agregar que el puente para realizar este acuerdo fue tendido por los Bulgheroni, que fueron los grandes socios de la dictadura militar y del gobierno de Menem (ergo, que ayudaron a destruir el país para llenarse los bolsillos). A los que conocemos como se maneja el gobierno, esto no es nada extraño. Es sabido que Cristina es habitué del “Council Of The Americas” que es la reunión anual (financiada por el mismo Rockefeller) donde se juntan los grandes empresarios del mundo y los presidentes que están dispuestos a abrir sin límites sus países a las inversiones extranjeras. Así fue como en 2008 convenció a Peter Munk el dueño de Barrick Gold de realizar nuevas inversiones y negocios a costa de nuestro país. Un andamiaje legal heredado de Carlos Menem y perfeccionado por Néstor Kirchner – sumado al veto a la Ley de Glaciares- permitió la llegada de la oscura empresa canadiense (si buscan más información acerca de la relación Argentina-Barrick Gold, les recomiendo leer “El Mal” de Miguel Bonasso). El esquema fue y sigue siendo el mismo de siempre, pero ahora con Chevron: la explotación de recursos naturales es ilimitada (y sin control alguno) y la obligación de liquidar ganancias en el país no existe. La segunda grieta se abrió en el relato en tan solo una semana y las declaraciones de ayer del Vice-Ministro de Economía Axel Kicillof y de Cristina Kirchner terminaron de volar por los aires cualquier resabio que haya quedado de la fantasía nacional y popular que dice ser el kirchnerismo. El primero dijo que el acuerdo con Chevron va a traer un “carnaval y un boom de actividad” y lo calificó como “una enorme muestra de soberanía” mientras que la Presidenta dijo que Chevron es una de las mejores empresas del mundo y que esto era un golpe para los que decían que no podían traer inversores para YPF. Tal vez el ejemplo más acabado del cinísmo e hipocresía de los militantes kirchneristas sea el cartel que La Cámpora puso en la web y en las facultades cuando se re-estatizó YPF. Este decía que desde ahora en más, la empresa volvía a ser de los argentinos y que nunca más iba a ser de los grupos y empresas nacionales e internacionales. En los primeros lugares de la lista publicada, figuraba Chevron.

El kirchnerismo habla de derechos humanos y cree ser el único con autoridad moral para mencionar siquiera a los muertos durante el gobierno de facto. Se arrogan haber terminado con lo que quedaba de esa época y de haber traído alegría y justicia a los damnificados. Fustiga con este tema y desde su supuesta moral a todo enemigo para destruirlo. Pero cuando se trata de sellar acuerdos y favores con personas que participaron de la represión y/o fueron personajes centrales en esos años, todos debemos mirar para otro lado y creer sus excusas y ocultamientos. Lo mismo sucede con el tema de la soberanía nacional y la falsa lucha contra las corporaciones. La misma Cristina dijo no ser la Presidenta de las corporaciones, pero sus acciones dicen todo lo contrario. Cualquier corporación nacional e internacional que esté dispuesta a cerrar negocios y dejar un buen retorno, puede hacer lo que quiera en el país imponiendo sus propias reglas. La soberanía nacional no es tal así como no lo es el respeto hacia los derechos humanos. Son tan solo elementos centrales de un relato que esta semana terminó por derrumbarse, dejando hasta a los fanáticos más convencidos sin argumentos plausibles más allá de los ya típicos – y aburrida- negación e insulto (vendepatria, traidor, gorila, genocida y otras expresiones llenas de amor y comprensión de esta DeKada Ganada). Las medidas tomadas en lo económico, político y social son ya hace tiempo erróneas. Pero el relato todavía servía como sostén para un gobierno que día a día pierde su credibilidad. Como ya había mencionado en mi balance acerca de esta década kirchnerista, ahora sí es posible que al final Cristina Kirchner sea consumida por el monstruo que ella y su marido comenzaron a construir allá por el año 2003.