Archive | December, 2014

Booma Ye, Bonadío

15 Dec

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El 30 de Octubre de 1974, en Kinshasha, Zaire (hoy República Democrática del Congo) George Foreman y Mohammed Ali protagonizaron una de las peleas más emocionantes y memorables de la historia del boxeo. La denominada “Rumble In The Jungle” enfrentó a dos de los mejores boxeadores que hayan existido y que en ese momento eran sin dudas de lo mejor del mundo y de la historia. Foreman era el campeón mundial indiscutido, un pugilista lleno de potencia con dos brazos que eran una mezcla entre un cañón y un tren de carga que embiste a máxima velocidad. Enfrente estaba el genial y eterno Alí, el rival al que el poderoso campeón no había vencido todavía. Venía de perder categóricamente contra Joe Frazier en su regreso después de tres años de inactividad y no era el favorito en absoluto para este combate. Para que se entienda mejor: para proclamarse campeón del mundo, Foreman había hecho trizas al gran Joe Frazier enviándolo a la lona 6 veces en menos de dos rounds. Tenía un récord de 34 peleas invicto y nada hacía pensar que Alí, con ya 32 años y un estado físico muy lejano al de la época en la que se consagró como el mejor de todos, podía llegar siquiera a causarle molestias. El miedo era evidente en él, porque contra la pasividad – y cero carisma, por lo que esto no era para nada calculado como se puede ver- de su rival, el ex campeón no paraba de hablar mal de él cada vez que un micrófono se posaba frente suyo. Descalificaciones, denigraciones, ensalzamiento de la propia superioridad mental, física y técnica y demás estrategias retóricas (muchas veces sobrepasando los límites del buen gusto y del show mismo) que esta leyenda viviente siempre utilizaba en vísperas de la pelea. Pero esta vez había algo distinto en el ambiente, y cada frase filosa que lanzaba no era más que la prueba de que él también era humano y que tal vez por primera vez en su carrera, estaba verdaderamente asustado.

Contra todos los pronósticos, con una temperatura insoportable para cualquier ser humano y en un estadio enardecido gritando sin parar “Booma Ye, Alí” (que se traduce “Mátalo, Alí”) – ergo, la previa había funcionado pues los tenía como siempre a todos hipnotizados y a sus pies-, Alí logró vencer a Foreman y consagrarse por tercera vez en su carrera Campeón de los Pesos Pesados. Claro que su estrategia no fue la más recomendada, pero sin dudas que sirvió para comprobar tanto su inteligencia como sus agallas. Durante los primeros 6 rounds, dejó que el hombre de los puños de acero descargase sin parar todo lo que tenía sobre su cuerpo. Pocas veces Alí recibió semejante castigo aunque logró cansar a un rival acostumbrado a ganar como mucho en el tercer asalto. El problema fue que ni el mejor gancho del campeón pudo lograr que al menos apoye la rodilla en la lona. Tras pasarse los primeros 18 minutos de la pelea recostado contra las cuerdas (el famoso Rope A’Dope), Alí comenzó a moverse un poco más y a golpear con eficacia el cuerpo y el rostro de un Foreman fundido tras haber lanzado sin parar puñetazos que dañaron considerablemente su cuerpo pero que no lograron noquearlo. El octavo round fue todo del retador, que logró con una muy buena combinación dejar en el suelo y sin respuestas a quien lo había apaleado y dominado durante toda la pelea hasta ese momento. Un brillante golpe, lleno de velocidad y precisión, y una victoria impensada hasta para él mismo. El plan de pelea había funcionado a la perfección más allá de haber sido demasiado arriesgado. Alí sabía que Foreman no tenía un plan B y que nunca dejaría de golpear y de ir hacia adelante, pues esa era su naturaleza y su gran virtud. Una vez que se quedase sin nafta – y sí él efectivamente estaba de pie todavía, algo imposible de saber- lo que restaba era sacudirse los golpes, moverse un par de rounds y golpear en cuanto la oportunidad se presentase.

Cualquiera dirá que lo que hizo Alí fue brillante, pero la realidad es que solamente alguien tan loco y único al mismo tiempo como él podía salir vivo del ring con semejante approach a la pelea. Y eso solamente si lo hubiese hecho en su mejor momento y no ya casi retirado y peleando por la gloria y el ego a la vez. La historia dijo que Mohammed Alí se retiró siendo cuatro veces Campeón del Mundo y con el mote de “El Mejor de Todos”, algo que no es en absoluto discutible si se mira su maravillosa, intensa y emocionante carrera. Para que podamos seguir adelante, lo que tiene que quedar en claro es que ningún otro boxeador habría vencido a George Foreman con una táctica suicida como esa. Y si no me creen, miren como quedaron todos (y cuantos asaltos duraron) los que trataron de embocarle una trompada.

Mostrar todas las costillas, todos los flancos por donde a uno se le puede entrar, no solía ser la especialidad del kirchnerismo hasta hace unas pocas semanas. Si bien parte del aluvión de causas judiciales – la última involucrando de forma directa a Cristina Kirchner y a sus turbios negociados familiares que en estos 12 años jamás habían sido investigados en serio- se debe al famoso, y siempre relativo, “Fin de Ciclo” también se puede decir que desde el fallecimiento de Néstor Kirchner en Octubre de 2010 todo cambió para el gobierno y para la Presidenta. Más allá de las buenas señales que dejó en un principio el triunfo avasallante en las elecciones de 2011, es evidente que las cuestiones financieras personales que el difunto ex Presidente le dejó a su viuda terminaron por sobrepasarla. Esto no significa que ella no supiese nada, como muchos buscan instalar, pues fue pieza central desde los comienzos en Santa Cruz para poder armar las bases de la fortuna que terminarían amasando al calor del poder estatal. El famoso “Doble Comando” del que tanto se hablaba hace unos 5 o 6 años, aplica a la perfección a la hora de explicar los manejos financieros de la familia Kirchner.

Pero hoy no buscamos ahondar en un tema del cual se ha hablado ya demasiado desde que Jorge Lanata presentó aquel muy buen informe – de los pocos que superó la media en su irregular programa PPT- acerca de “La Ruta del Dinero K”. Lo importante en ese momento fue leer la reacción de Cristina Kirchner y como envió a todos los militantes pagos y funcionarios a descalificar al conductor y a refutar todas las acusaciones que se le realizaban con pruebas y testigos clave dando su testimonio. Las idas y venidas desde aquel entonces al día de hoy han sido muchas y si bien se ha oscurecido más que aclararse el panorama, hasta los Fondos Buitre han sabido hacer uso de esta información: presionando al gobierno con revelar números de cuentas en el exterior y así deschavar toda la red de corrupción que han tejido en estos tres períodos al frente del Poder Ejecutivo Nacional. Pero ni con este nivel de profundidad en los ataques la Presidenta perdió por completo sus cabales y sus formas, más allá de algunas vagas y vacías palabras en una de sus sesiones semanales de Twitter. El resumen de todo esto, es que el kirchnerismo nunca perdió por completo la compostura – esto si no contamos los breves ataques de histeria que cada nuevo dato suele generar- y nunca jamás cometió el error de ponerse al mismo nivel de quienes lo enfrentaban. Ya sea con el “Campo”, con Clarín, con Lanata, con los Fondos Buitre, con los empresarios, con el imperialismo malvado y/o con cualquiera de los tantos enemigos de turno, el gobierno nacional siempre se escudó en la inmunidad y el poder que le da ser – vamos, la República no existe y las instituciones tampoco- el Estado, con todo lo que ello significa. Nunca había pisado el palito por completo, nunca había imitado aquella famosa escena que adorna todas las series policiales en las que en un interrogatorio el “bueno” se despoja de su arma y su placa para mostrarle al “malo” que ahora son iguales y que por ende se pueden cagar a trompadas sin mayores consecuencias para este último que una bolsa de hielo en las heridas.

El problema mayor, el que hizo crujir todas las estructuras de poder firmes que le quedaban a este gobierno, llegó hace unas semanas cuando el Juez Federal Claudio Bonadío tomo la posta de una nueva investigación de Lanata acerca de la sociedad anónima  “Hotesur”. Floja de papeles y de todo lo que ustedes se imaginen, la puerta de entrada que este descuido dejó para Lanata y luego Bonadío fue la no presentación de sus balances anuales por más de tres años. La analogía con Al Capone es inevitable aunque ya demasiado utilizada, así que no voy a seguir la corriente y trataré de desarrollar algo un poco más interesante. Es ahora donde el breve relato acerca de la victoria de Alí contra Foreman que hice en los primeros párrafos cobra sentido: de nada sirve pelear en el llano, teniendo como única estrategia el intercambiar golpes y aguantar todo lo que venga, si uno no está seguro de que va a vencer – o directamente, si no es el mejor de todos-. Desde que el Juez Federal, que en estos 12 años ha sido aliado incondicional del gobierno nacional, decidió avanzar con la causa Hotesur, generó un tsunami imposible de detener y que va a dejar demasiados daños en un gobierno bastante venido a menos en comparación con sus mejores años. Una semana completa de ataques directos hacia el Juez, reflotando viejos pedidos de Juicio Político por causas de los 90’ – que ellos mismos venían bloqueando hace años-, terminó con una orden de este a la AFIP para que entregue las declaraciones juradas de la familia Kirchner. Esto enloqueció aún más a la Presidenta, pues en ellas se puede encontrar que los datos referidos a Hotesur S.A son falsos, abriéndose el terreno para un posible paso suyo por Tribunales en breve (digamos que en el mejor de los casos, un par de años, pero antes que nada es preferible eso).

La escalada de acusaciones contra Bonadío culminó en una sanción por la que se le redujo el 30% de su salario este mes y con la aprobación a libro cerrado – y con un poquito de ayuda de la oposición, busquen y entenderán- del nuevo Código Procesal Penal que posee como única medida aplicable en el corto plazo la designación de 1.633 funcionarios en Procuraduría y de 17 fiscales que ingresarán para pelear desde adentro. Cuando desembarquen en el órgano del PJN, las causas vigentes – entre las que encontramos todas las que involucran a funcionarios de gobierno y a CFK- serán sorteadas de nuevo entre todos. No es necesario que les cuente como termina esta película, así que vayamos preparándonos porque dentro de poco tiempo escucharemos a los Diputados, Senadores y militantes repetir sin parar que con esta medida la Justicia se hace plural y está más cerca del pueblo. Antes de todo esto, el oficialismo había intentado en vano negociar con la oposición un “plan canje” en el que ellos le entregaban la cabeza de Oyarbide en bandeja de oro a cambio de la de su nuevo enemigo. Si hay algo por lo que Bonadío es conocido en el Poder Judicial es por su temperamento, su personalismo y su excesiva mano de hierro. No es el tipo con mayores simpatías allí dentro pero en este momento particular, y más aun luego de que el gobierno le haya declarado la guerra abiertamente, no es extraño que la mayoría de los Jueces y Fiscales se encolumnen detrás de quien hoy les sirve como punta de lanza.

La desesperación que viene exhibiendo el kirchnerismo desde el comienzo ha resultado ser uno de sus peores movimientos políticos. El Poder Judicial está dispuesto a ir sin cuartel contra un gobierno que siempre lo atacó – muchas veces con toda la razón del mundo, espero que se entienda esto que busco decir- y por el que vieron como algunas cuestiones referidas a su funcionamiento quedaban expuestas sin filtro ante la opinión pública. Hoy por hoy, lo que están buscando personas como Bonadío es quedar bien parados con el que viene detrás. Y mejor todavía si es el candidato que apoyan, algo que se hace demasiado evidente en Bonadío. Imaginen lo envalentonados y decididos que están, que reapareció Campagnoli tras varios meses de exilio autoimpuesto. Tras la anulación del ridículo e injusto Jury por avanzar en las causas contra Lázaro Báez y el hermano de la Ministra Cecilia Rodríguez – la otra gran equivocación del gobierno, atribuible a Gils Carbó y a Cristina en su totalidad-, la Procuradora General de la Nación se juntó a tomar un café con él y se sorprendió al enterarse que las aspiraciones mediático-políticas del Juez ya no existían. Que solo quería a sus empleados y a su juzgado de vuelta para poder seguir trabajando. Se firmó una paz que en este momento es incierta pero que da cuenta de dos cosas: de los intereses fluctuantes de los jueces – y lo rápido que dejan de ser defensores de la libertad y la verdad- y del error que habían cometido en elegir a Campagnoli como antagonista. Fue tan forzado todo que lograron convertirlo en pocos meses en la nueva esperanza blanca de gran parte de la ciudadanía, que asistió a cada una de las sesiones del Jury con pancartas y consignas en su apoyo. Se entiende así que el gran pecado del gobierno nacional fue no utilizar su contacto con Bonadío, ir a buscarlo y tratar de solucionar el problema como se lo suele hacer habitualmente. Cualquiera que lea esto tendrá ganas de insultarme, pero lamentablemente esto que describo es la realidad en la que vivimos hace varias décadas.

Todo este circo – dirigido por la Presidenta- tuvo un único resultado, nocivo para el gobierno nacional: exponer de forma bien clara la relación entre Lázaro Báez y la familia Kirchner. La inoperancia sistemática a la hora de ocultar las pruebas y de tapar los rastros – las esquirlas llegaron hasta Cristóbal López, el otro gran socio del matrimonio presidencial- no hizo más que obligar al Poder Judicial a como mínimo examinar la evidencia que tenían frente a sus ojos. Se podrá hablar de sentimiento de impunidad, un elemento que sin dudas entra en la ecuación, pero yo creo que tiene que ver más que nada con lo extremadamente inculto y desaforado que es el colectivo que nos gobierna. Y todo esto sin siquiera mencionar el caso de Boudou, aplastado por un vendaval de causas judiciales en contra y también el primer Vice-Presidente en ser elevado a Juicio Oral por…Truchar los datos de un auto relativamente caro que se compró hace 20 años. Nada hablar mejor que los hechos, que la realidad cruda que pasa frente a nuestros ojos a diario.

Tras darse cuenta de que no podían dejar el tema atrás con la risible multa de 3.000 pesos que se dijo se le aplicaría a Hotesur S.A por no entregar los balances a tiempo, fue la misma Presidenta la que tomó la lanza una vez más. Como Mohammed Alí, hablando sin parar, buscando el ser efectista a los oídos de la militancia y tratando de mostrarse llena de confianza y fortaleza, cuando en realidad lo que reinaba en sus dominios y en su cuerpo era el miedo. En este momento, el Juez se dio cuenta que había dado en la tecla y que estaba demasiado cerca de romper el cerco que la protege desde que llegó al poder, uno que con los años se fue debilitando y que hoy día tiene varias rupturas aunque no todavía definitivas. Bonadío, el Juez de la servilleta, el hombre con diez causas en contra por malos procedimientos y más de un muerto en el placard, se dio cuenta que podía avanzar casi sin resistencia. El espíritu amateur – en el peor de los sentidos- que el kirchnerismo muestra en esta jugada resulta inexplicable, y más aún si tomamos a consideración la lógica con la que se suele desenvolver cuando se encuentra arrinconado y sin salida a la vista. Podemos afirmar que todos se manejan ante los medios con argumentos y esquemas mentales que corresponden a los de un niño de aproximadamente cinco años. Paso a explicar esta cuestión: lo mejor que se le ocurrió a CFK fue denunciar públicamente a una sociedad de la que Bonadío forma parte por tampoco tener los papeles en regla. No es la primera vez que el partido gobernante y la misma Presidenta incurren en esta táctica retórica; en el equivalente a la discusión entre dos nenes en la que uno golpea al otro y ante el reto exclama: “Pero él también me pegó el otro día”. Y aquí no se termina, porque lo peor es que en todos estos años de usar un razonamiento infantil para defenderse, nunca negaron ninguna de las acusaciones. Lo único que hicieron fue tratar de comprobar por todos los medios posibles que los demás – entre los que siempre se incluye a los denunciantes de turno- también eran corruptos y por ende delincuentes. La conclusión es que las personas que forman parte de nuestro gobierno, los que deberían bregar por nuestros derechos y por la transparencia institucional, son personas que han robado sin cesar desde que llegaron al poder – y mucho antes también, todos dentro del Partido Justicialista- y que se saben tan por encima del pueblo que nunca se tomaron la molestia de negarlo.

Todo ante nuestra pasiva y ridícula mirada, ante nuestros intentos fallidos de armar marchas que ya no convocan a nadie como única alternativa. Nosotros somos parte del problema, somos los que permitimos que la elite política llegue a despreciarnos de tal forma que no tiene ningún pudor en admitirlo tácitamente. Sabe que en cuanto las nubes de tormenta se disipen, todo volverá a la normalidad y seguiremos enfrascados en discusiones estúpidas acerca de la República y las famosas “instituciones”. Seguiremos gritando que el gobierno las destruyó, cuando en realidad no ha hecho más que protegerlas de manera descarada. Tal vez de una forma apenas más explícita que los gobiernos anteriores, pero dejando en claro que entre el palacio y la calle hay una distancia que ni el Nautilus que imaginó Julio Verne podría recorrer. En estos momentos el gobierno por primera vez en sus años de poder, acusó el golpe con mucha claridad. Por ahora no ha hecho más que mostrarse débil, tomando decisiones incorrectas que no han tenido tanto impacto por factores externos a los actores en conflicto (es decir, por la falta de reacción del ciudadano común que se hunde cada vez más en un conformismo que asusta). En jerga boxística, podemos decir que Cristina Kirchner apoyó la rodilla contra la lona; unos dirán que lo hizo para que le cuenten y pueda reorganizar sus ideas y otros sostendrán que lo hace porque se sabe derrotada. El mundo no está compuesto de elementos puramente blancos y negros sino de unos más bien grises, así que este tipo de enfrentamientos entre posiciones antagónicas no sirve para analizar lo que se viene en este año de elecciones (el “Año Corto”, el que temen los que saben que por ley deben irse del trono) ¿Por qué? Porque a contramano de lo que todos parecen creer, al gobierno este tipo de debates le tienen sin cuidado y no lo afectan en lo más mínimo. Ante sus ojos, son una herramienta como cualquier otra y les aseguro que ríen cuando ven que nosotros las tomamos en serio.

No importa si es “Patria o Buitres” o “Gobierno o Clarín” o “Pueblo o Campo” y demás confrontaciones que ellos no creen – pero nosotros claramente sí- sustanciosas ni relevantes, sino lo que reside detrás de todas ellas. Tras sobrevivir a varios “finales de ciclo” augurados por varios opinólogos, periodistas y algún que otro profesional serio, al Frente Para La Victoria le restan dos jugadas: una servirá para blindar política y judicialmente a la saliente Presidenta y otra para tratar de sostener una relativa posición de poder dentro del Congreso Nacional. La primera es abrir el debate acerca de las candidaturas para el Parlasur, algo que efectivamente ya sucedió. Dejando de lado que no necesariamente el retirarse sin fueros es garantía de prisión y tormentos (mírenlo si no a Menem, tan cuidado por el kirchnerismo desde 2003 al día de hoy), la idea de pegar la imagen de los nominados para ir al Parlasur también es útil para atraer más votos. En nuestra sociedad esquizofrénica, un importante porcentaje de personas que jamás votarían de nuevo a CFK mantienen su apoyo hacia su gestión y hasta les cae bien. Algunos hasta la ven como la única capaz de gobernar, algo que no es tanto por sus virtudes sino por el desastre que es – salvo muy contadas excepciones- la oposición en su totalidad. Si va al extraño parlamento del Mercosur, Cristina estaría garantizándose inmunidad plena por cuatro años más y el no perder las riendas de su partido político. Este plan se completa con el segundo movimiento, que es apostar a Scioli o a Randazzo para que entren en un hipotético Ballotage. No van a ganar, no lo podrían lograr en ninguno de los posibles escenarios, pero se asegurarían el ser la segunda fuerza política por como mínimo tres años más. Con una sustanciosa presencia en el Congreso y un candidato que estuvo cerca de ser Presidente, un retorno al poder en el 2019 ya no sería un delirio de pocos sino una tenebrosa realidad. El hilo que comienza en el Parlasur tiene por objetivo llevar a CFK a zona segura por varios años y si logran una buena performance en 2015, podrán alzarla nuevamente como la candidata salvadora cuatro años más adelante. La única manera de impedir esto, es que el pacto entre Elisa Carrió y Mauricio Macri continúe por carriles constructivos. Luego de varios guiños de figuras del PRO a la chaqueña, un llamado de ella al Jefe de Gobierno y un encuentro en un evento, la máquina parece haberse puesto en funcionamiento. Ya arreglaron que de llegar el ingeniero al poder, ella será la nueva Procuradora General de la Nación en un paso bien fuerte que promete sacudir un ambiente pre-electoral que está muerto desde las pasadas Legislativas. Todas las demás propuestas de este particular frente (más bien digámosle rejunte) llamado FA-UNEN consisten en aliarse con el Partido Justicialista no kirchnerista o con hacer lo posible para que su predominio – en cualquiera de sus formas- nunca se termine. Todo dependerá del PRO y de la facción del UNEN que se vaya con Carrió, pues del otro lado Cobos, Alfonsín, Morales, Tumini, Pino y compañía ya se están dando besos de lengua con Sergio Massa al mismo tiempo que llaman a “derrotar a la derecha” y a “ir con nuestros candidatos y sin alianzas externas al UNEN”. Aclaremos que esto no es extraño, porque todos estos actores políticos han sabido apoyar a Néstor y Cristina Kirchner – hasta formando parte de su partido y hasta de su gobierno-, a Francisco De Narváez, al PJ Disidente…Es decir, a lo que ellos hoy llaman despectivamente “la derecha” y de la que tratan de despegarse ocultando viejas alianzas y pactos.

Al margen de todas estas disputas estamos nosotros, los ciudadanos comunes, que día a día parecemos más a gusto con un sistema que no funciona. No tenemos ningún problema en avalar que la política se haya convertido en votar cada dos y cuatro años, y que luego nuestros supuestos “representantes” legislen a nuestras espaldas sin ningún tipo de pudor o vergüenza. Tampoco nos ofendemos demasiado por el hecho de que la clase política argentina sea siempre la misma hace más de 30 años y que se encuentre totalmente podrida en sus raíces. La máxima preocupación es el bolsillo propio y luego una serie de lugares comunes que los políticos suelen repetir para ganar adeptos en época de elecciones. Nadie dice que esto sea algo malo ni que temas como la inseguridad y la inflación – así muy amplios, sin mayores especificaciones- no sean importantes ni reales (como exclaman los progres siempre, tratando de teorizar sin fundamento acerca de hechos que son desgarradores), pero es hora de que nos empecemos a preocupar por el fondo y no tanto por la figura. Como ya dejamos en claro, el kirchnerismo está asustado como nunca y ha perdido los estribos; todavía los puede recuperar, algo que no se descarta, pero en este momento realiza un muy peligroso juego contra las cuerdas. Recibe golpes sin parar de parte del Poder Judicial, que no da señales de siquiera pensar en una tregua ni parece demasiado cansado por el momento. Todo esto es cierto, pero nada garantiza que la fantasía de los sectores más reaccionarios del otro lado de la sociedad – la isla no kirchnerista- vaya a materializarse. Ayer eran Campagnoli y Lanata, hoy es Bonadío y mañana muy posiblemente sea otro: los nuevos trabajadores y honestos salvadores de la Patria, algo que dista mucho de ser verdad lamentablemente para quienes depositan sus esperanzas con sinceridad en ellos. No se trata de justificar a Cristina Kirchner y a su banda de ladrones, sino de exponer una de nuestras más grandes falencias como sociedad. En la eterna búsqueda de un caudillo que sea mejor que el que está en el poder ahora mismo, terminamos encerrados en un círculo vicioso, en una espiral interminable que nos viene consumiendo casi sin que nos demos cuenta.

Enardecidos gritamos “Booma Ye, Bonadío” y vemos con felicidad como el Juez golpea sin parar a un gobierno que suponemos extinto, y que hasta llegó a meterse en el patio de la casa de la familia Kirchner como nunca nadie se atrevió desde el comienzo de esta larga etapa en la que el Frente Para La Victoria ha dominado casi sin sobresaltos reales el escenario político de nuestro país. La oposición que hoy busca llegar a la Casa Rosada ha sido en su mayoría cómplice – en las formas más diversas y extrañas- de esta “Década (+2) Perdida” y no se muestra como una alternativa que realmente vaya a cambiar las bases de la maquinaria política-estatal. Más allá de que todos inunden los medios con lugares comunes – siendo Massa y Scioli los que lideran esta tendencia asquerosa- y con proclamas acerca de “lo que LAGENTE” quiere o piensa o pide, ninguno de ellos está capacitado no ya para terminar con el gran negociado mafioso que es el Estado Nacional sino para siquiera gobernar de una manera eficiente. Es por ello que nos parecemos al público de Zaire aquella noche, solo que esta vez nos ponemos del lado del que golpea sin cesar a un contrincante que parece terminado y que tiene muchas probabilidades de caer en la lona. El problema es que ya han pasado varios así, muchos nos han hecho creer que el kirchnerismo estaba terminado mientras sentían que sus golpes eran infalibles y mucho más importantes que los lanzados esporádicamente por el otro. Nunca se había despojado – y a conciencia- tanto del paraguas del poder CFK como ahora, nunca había expuesto todas sus debilidades, nunca había parecido tan cansada y vulnerable, tan dispuesta a dejarse caer para que la paliza – no en sentido literal, por favor- termine de una vez por todas. Pero esto es pura apariencia, es lo que denominamos una conjetura; y el problema de estas, es que son el terreno ideal para que los oportunistas de turno hagan cola con el mezquino objetivo de quedar bien a ojos del próximo inquilino de la Casa Rosada. Esto no quita que la investigación sea correcta y necesaria, pero sin dudas que recorta mucho sus posibilidades reales de causar daño.

Hubo una gran lección que George Foreman se llevó de esa emocionante y maravillosa pelea que lo tuvo a minutos de vencer a una leyenda viva como Alí: promediando la lucha, cuando lo tenía completamente acorralado y estaba con toda su energía, le lanzó su mejor y más poderoso golpe de toda la noche. La cara de Alí se estremeció al recibirlo y todo su cuerpo sintió el impacto de un tren de carga. De inmediato, el futuro ganador se recompuso y levantó la guardia. Acercó su boca al oído de su rival y le dijo ¿Eso es todo lo que tienes, George?

Interstellar y La Búsqueda de la Grandeza Perdida

11 Dec

Ustedes conocen mi admiración por Damián Gandlaz, autor de ese magnífico libro llamado Basura, que fue reseñado en este blog hace un tiempo. Hoy tengo el honor de publicar aquí una breve e intensa reflexión suya respecto de ese filme intenso y complejo que es Interstellar de Christopher Nolan. Ante la polvareda que levantó entre los críticos y los excesivos comentarios negativos, sugiero que lean esto para poder matizar un poco la cuestión. Le agradezco a Damián el permitirme subir su texto aquí y espero que lo disfruten tanto como yo.


Interstellar y la Búsqueda de la Grandeza Perdida

Por Damían Gandlaz

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Decía Schopenhauer que siempre llega el momento en que el progreso se convierte en reacción. Así, al excesivo mercantilismo hueco de Hollywood, con sus tiros, explosiones y efectos especiales, quiso contraponerse un gusto adquirido por las historias humanas, demasiado humanas. Este sentimentalismo también llegó a cristalizarse y ahora se percibe una ortodoxia de los sentimientos: se buscan emociones igualmente prefabricadas y vaciadas de contenido.

Esta es la crítica estándar que suele hacerse en general a Christopher Nolan, y a su más reciente película en particular, Interstellar: por un lado, se dice que sus personajes son fantasmas —cuando no abstracciones—, no hombres; por otro, que la misma trama es inhumana, demasiado grandiosa y ambiciosa. Esto último es insostenible: sin entrar en detalles técnicos/científicos (como escritor y aficionado a la ciencia sé lo difícil que es transmitir de manera agradable las maravillas de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica —lo cual el director tampoco logra del todo), el conflicto ético central de Interstellar es clásico: la disyuntiva del (¿anti?) héroe sartreano entre arriesgarse a un improbable salvataje del mundo, o la mucho más fatal pero certera permanencia en el hogar junto a los seres queridos. El happy ending (que se deduce ya inequívocamente desde la segunda escena, esto no es un spoiler) es discutible, pero es una posibilidad fáctica, y queda al criterio estético de cada uno.

Esto a su vez demuele el primer término del dilema fundamental: los personajes de Interstellar toman decisiones, y estas decisiones tienen consecuencias. Qué más humano que eso. La película, sus paisajes, su música y sus silencios, sus giros, sus soluciones, son grandiosas; es casi lógico que sus detractores, habituados a la pequeñez, los desestimen y pretendan bajar la vara.

Nolan es complejo. Acaso es necesario ver sus trabajos más de una vez para captar todos los detalles. Pero es necesario, en aras de la buena fe: de lo contrario, es fácil caer en el error de —por ejemplo— considerar que uno de los mensajes centrales de Interstellar es que la ciencia (por no hablar de la mera técnica) es la que salvará a la Humanidad de esa Tierra moribunda y polvorienta; la historia dice algo por completo diferente. Cuestión de prestar atención. Esforzarse por entender.

Siguiendo con Schopenhauer, así como el progreso se transforma en reacción, la reacción pasa dialécticamente a ser el progreso. Así es como un género tan anquilosado como es la ciencia ficción da el marco necesario para una historia que muestra que el coraje y el amor pueden trascender las barreras del espacio y del tiempo.