Archive | June, 2013

“The Purge” y la ruptura del sentido común…

26 Jun

“Incoming reports show this year’s Purge has been the most succesful to date, with the most murders committed”, anunciador de noticias en el filme “The Purge”.

Image

Hoy en casa conversábamos en la mesa acerca de las elecciones primarias que se vienen en Agosto. El debate viene girando en torno a quienes son los que se van a presentar por cada lado, y que beneficios le va a reportar eso a su partido o frente. La discusión, hace décadas ya, siempre se queda en el nivel superficial y lejano, allá donde creemos que las decisiones finales no nos afectan de manera directa. Hablamos de la política como si fuese un programa de televisión y convertimos a los políticos en estrellas a las que si tienen una buena imagen – y aunque ni siquiera sepamos que piensan o cual es su plataforma al menos- les daremos nuestro voto. Dicho esto, pienso que más allá del juego de intereses de los políticos, de los empresarios, de los medios y demás actores sociales, creo que hay algunas cosas que son muy importantes y que nunca nos hemos dado la posibilidad de discutir como sociedad. No porque se nos haya negado el espacio y las oportunidades para hacerlo sino porque nos encontramos en una posición de total conformidad frente al sistema vigente. Es decir, que no queremos iniciar un debate que desde hace más de 50 años es urgente y necesario. 

Viendo lo que sucede aquí en la Argentina hace un año y lo que esta comenzando a suceder en Brasil, lo único que me queda claro es que los políticos no están dispuestos a perder su statu quo. Si bien las reacciones de las presidentas Dilma Rouseff y Cristina Kirchner ante las masivas protestas en su contra (que dicho sea de paso son por motivos más similares de lo que se piensa) fueron diametralmente opuestas – siendo la mandataria brasileña la que demostró una mayor cintura política y capacidad de acción ante la crítica- lo primero que se defendió fue el sistema de partidos políticos y del sufragio mal llamado “popular” (apenas 1/3 de las poblaciones). Todo es negociable y las protestas son “la voz de la democracia” siempre y cuando el sistema que coloca a los políticos en la punta de la pirámide permanezca inmutable. Basta recordar los silbidos dirigidos hacia el Vice-Presidente Amado Boudou en Salta este año para entender como funciona la corporación política. Todos los Gobernadores, Diputados y Senadores sin importar su signo partidario salieron a decir que no había que faltar el respeto de esa manera. La sombra del “que se vayan todos” los persigue desde el año 2001. Y esto es a lo que debemos atender, porque el conflicto gira alrededor de ese eje. Las protestas apuntan al corazón de lo que consideramos hace décadas como “normal”. No alcanza con decir que se va a reformar a los partidos y se va a castigar a los corruptos, porque esas palabras ya las hemos oído demasiadas veces. El crédito se comienza a terminar y presiento que en las altas esferas del poder se han dado cuenta y una vez más decidieron sacar las garras. Tras haber sido testigos y cómplices de la resurrección del mismo sistema (con la misma gente) que nos llevó a la crisis del 2001, esto no debería sorprendernos.

Esta semana tuve el lujo de ver “The Purge”, un filme dirigido por James DeMonaco quien escribió el guión de la razonable remake de “Assault On Precinct 13” que también tenía a Ethan Hawke como protagonista principal. La trama de la película es más que interesante y si bien posee un desarrollo similar a “The Strangers”, establece varios puntos de diferencia con esta que la hacen novedosa. En un futuro no tan lejano, los Estados Unidos han sido refundados por los “Nuevos Padres Fundadores” que dirigen a la nación más poderosa del mundo desde el altar y el anonimato total. Tras años de corrupción y muerte, a estas personas se les ocurrió atestar las cárceles de criminales hasta superpoblarlas y organizar una purga anual que serviría para que los habitantes del suelo estadounidense expulsen de sí mismos todo lo que pudiese ser nocivo para el progreso del país. Una noche donde por 12 horas, no hay ni policías ni médicos. La ley desaparece para convertir al país en una zona de guerra, donde estarán protegidos los que puedan costear unos extremadamente caros equipos militares de seguridad que les permitan encerrarse en su casa y no ser atacados. Así se ha llegado a tener un índice de un 1% de criminalidad y la apariencia de una sociedad feliz. Un punto importante es que la purga no es solo interna – de uno mismo- sino también externa. Sobrevuela la idea de mejorar la especie eliminando a todo lo que no sea puro. El mensaje eugenésico del darwinismo social – pero sobre todo de la aplicación de este que realizó el Nazismo- claramente está presente y es el arma con la que el país ha encontrado la aparente perfección. Ethan Hawke y Lena Headey (Ma Ma en la remake de “Dredd”) personifican a James y Mary Sandin, una pareja con mucho dinero que vive en un barrio residencial exclusivo en lo que parece ser California. Su riqueza se debe a los costosos equipos de seguridad que James vende a todo el barrio. La purga anual es la razón por la que disfrutan de su prosperidad. Es lógico entonces que, al igual que casi toda la sociedad, estén completamente a favor del evento y que lo consideren algo normal y necesario. O al menos eso es lo que les han hecho creer durante tantos años. Sus dos hijos son más escépticos respecto a lo que todos los demás ven como una actividad corriente y patriota, en la que es necesario participar para poder proteger a la nación ya sea desde la acción o desde la inacción. El menor de la familia, Charlie Sandin (Max Burkholder) es quien  cuestiona con mayor vehemencia la naturaleza de la purga y no logra entender como todos pueden estar conformes con el hecho de que por una noche sea legal asesinar, robar, violar y todos los delitos posibles. Y esto es la clave: el que para todo un país, este acto atroz sea algo rutinario y positivo.  

La noche finalmente llega, tras un día exitoso para James Sandin cuyo departamento logró un record a nivel nacional en ventas de equipos de seguridad. Todo parece transcurrir con normalidad y vemos como el impactante dispositivo de seguridad militar se despliega blindando la casa por completo. Las cámaras permiten ver que sucede en el exterior y la televisión transmite a nivel nacional este “tour de force patriótico”. Cada familia que se refugia y que no interviene para ayudar a la gente que está siendo perseguida, masacrada, violada sin razón alguna más que su color de piel o el divertimento de otros seres humanos, es cómplice del terror. Los Sandin son aún peores que eso. No solo miran para otro lado sino que, como ya explique, han construido su bienestar en base a la purga.

Es el hijo menor quien va a introducir un cambio en la situación. Desde su postura racional y humana, ve como una persona afroamericana pide ayuda a los gritos y se encuentra con un silencio que hiela la sangre. Esta herido y denuncia que un grupo de personas lo viene persiguiendo para purgarlo. El jóven decide abrir el escudo y dejarlo ingresar a la casa, dándole momentáneo resguardo. Su familia entra en pánico y es aquí donde todas las hipocresías de una sociedad en apariencia perfecta e inclusiva quedan al desnudo. La realidad es que los Sandin no son mejores que las personas que salen a matar gente una vez por año, sino que son exactamente iguales o hasta peores, porque se refugian tras una fachada en lugar de mostrar su verdadero ser. Y ni que hablar de su barrio, que es una bomba de tiempo cargada de resentimiento y odio contra el bienestar de los Sandin que lo creen construido a costa del sudor ajeno. Pero dentro de este esquema psicótico hay una persona que ante las enseñanzas que recibe en la escuela y en su casa acerca de ese día histórico, decide cuestionar esa “verdad absoluta” y le da asilo a una persona que – según lo que dictan las reglas- debía morir esa noche. De aquí en más, la película y los personajes dan un giro de 360°, desembocando en un final realmente frenético e inesperado. Nos queda un sabor agridulce, pero la sensación de que no hay nada que no sea cuestionable ni que pueda cambiarse si es que existe la voluntad de hacerlo. 

Nos podrán decir desde el púlpito como son las cosas, como deben funcionar y quien debe ser quien dirija los destinos de cada uno de nosotros. Hasta nos pueden hacer creer que matar a otras personas esta bien porque nos limpia el alma y deja al país libre de impurezas y odio. Nos pueden decir que no hay nada mejor que los partidos políticos y advertirnos acerca de todos los males que caerán sobre nosotros si nos atrevemos siquiera a cuestionarlos. No ya si tomamos acción directa contra ellos: ahí estaríamos poniéndole fin a nuestro país y a todo lo que conocemos. Pero “The Purge” nos prueba que se puede vencer ese cerco, ese miedo que nos imponen desde arriba. Alcanza con hacer como Charlie Sandin quien además de cuestionar la realidad desde lo discursivo – y en un movimiento audaz- decide abrir la puerta, rompiendo así con todo lo preestablecido. Con ese sentido común que nos es impuesto como verdad.

Game Of Thrones y la reflexión cristinista…

13 Jun

“Everyone is mine to torment! You’d do well to remember that, you little monster”, Joffrey Baratheon.

“You can’t talk to me like that! The king can do as he likes!”, Joffrey Baratheon.

“Any man who must say, ‘I am the king’ is no true king”, Tywin Lannister.

Image

“Game Of Thrones” que el pasado Domingo culminó su excelente tercera temporada es – junto con la otra gran producción de HBO, “Mad Men”- la mejor serie de los últimos 60 años de historia televisiva. Basada en las novelas de George R.R Martin, y situada en los ficticios continentes Westeros y Essos, describe sangrienta, oscura y emocionante lucha de 7 Reinos para poder conquistar el Trono de Hierro. De conquistarlo, esa persona tendrá el dominio de todos los demás reinos. Puedo decir que es la lucha encarnizada por el poder al desnudo, que aunque se trata de ficción bien podría servir como explicación de cualquier período de nuestra historia. Hace algunos meses, Cristina Kirchner escribió una serie de mensajes por Twitter desde su cuenta oficial. Allí dijo que la serie le encantaba y que su personaje preferido era la Reina de los Dragones, mejor conocida como Daenerys Targaryen.

Es interesante tratar de dilucidar las posibles razones de tal elección. La verdad es que parecen estar todas a la vista: una mujer que comienza siendo vulnerable y estando a la sombra de su hermano Viserys, que por poco la vende a unos bárbaros para poder sumarlos a su ejercito y así poder reconquistar el Trono de Hierro, del cual es heredero legítimo. Pero a medida que Daenerys comienza a ser respetada cada vez más dentro de la tribu de los Dothraki, su hermano ve como su propia figura va quedando rezagada. Proclama ser el rey de los dragones, pero su ambición y sus celos lo llevan a insultar a su hermana y ser asesinado por su esposo Khal Drogo. Es en este tramo que Daenerys descubre que en realidad ella es la verdadera y única Reina de los Dragones y tras la trágica muerte de su marido, le demuestra a la tribu que lo de los dragones no es ninguna mentira, ganándose así su lealtad y alabanza. Rápidamente, y a medida que su ambición crece, comienza a armar un ejército para luchar por el trono. Con sus tres dragones que crecen a una gran velocidad, va de ciudad en ciudad conquistando voluntades, asesinando obstáculos sin piedad alguna y liberando esclavos (con lo que se gana su favor). El final de la tercera temporada la tiene a ella llevada en andas por cientos de esclavos que acaban de ser liberados y que le juran lealtad absoluta. La llaman “Madre” mientras la llevan en andas. Daenerys disfruta de este momento y mucho. Fue aquí cuando dije en voz alta: “Este es el sueño de Cristina. Ella está convencida de que merece eso de parte de los más humildes”. Hay que aclarar que la Reina de los Dragones libera a los esclavos no por conveniencia sino por un sentimiento sincero de que deben ser libres y elegir que camino seguir en su vida. No busca nada a cambio de su ayuda.

Debo decir que no veo a Cristina para nada parecida a este personaje y además me siento obligado a remarcar que su pregunta de si se iba a quedar con Jon Snow o con Robb Stark no tiene ningún sentido pues nunca se cruzó con ninguno de estos dos personajes. Más allá de esto, creo que Cristina se olvido de un personaje que sí es muy similar a ella: Joffrey Baratheon. Hijo bastardo de un incesto entre su madre y su tío y rey de los 7 Reinos tras la muerte de su padre Robert Baratheon en una conspiración tramada por su madre para esconder su delito. Si bien Eddard Stark amo de Winterfell y gran amigo del difunto rey – que en ese momento es la Mano del Rey- es consignado por este antes de su muerte como heredero al trono, Joffrey y su madre le tienden una trampa que termina con su ejecución (a pesar de que públicamente jura lealtad al nuevo rey). Así comienza el reinado del joven, cruel e inexperto Baratheon que detesta a su pueblo y gobierna como si se tratase de una simple partida de ajedrez. Con el correr de tiempo, su sadismo y sus caprichos se hacen incontrolables hasta para su madre Cersei que comienza a ver con buenos ojos la posibilidad de un cambio. Todas sus acciones se rigen por sus emociones adolescentes y su humor diario. Solo su abuelo Tywin Lannister, un guerrero de mil batallas y “Mano del Rey” tras salvar la caída de la ciudadela, puede ponerle coto a sus expresiones desmedidas con tan solo una mirada. Velozmente se erige como el peor Rey de la historia, aún peor que el “Rey Loco” que fue asesinado debido a sus delirios de grandeza insoportables. Ambos creían que la persona que se sienta en el trono, podía hacer lo que quisiese y sin ninguna consecuencia.

Cersei preparó a Joffrey, su hijo preferido, para ocupar el trono desde pequeño y lo convirtió en un ser muy cruel y excesivamente ambicioso. Al comienzo de la primera temporada, le explica que cuando tenga todo el poder, nada va a estar fuera de su alcance. Que nadie le podría decir que no a nada y que todos temblarían ante la sola mención de su nombre. Piedad no es una palabra que forme parte de su vocablo y su único objetivo es aplastar a todos sus enemigos sin miramientos. Su gran rasgo es su inhumanidad, su incapacidad de ver a los demás como personas. Para él son peones desechables y fácilmente reemplazables, porque son todos suyos. El poder y el miedo son el combustible de Joffrey que cree – y dice- ser un gran guerrero y conquistador, pero que en realidad nunca participó siquiera en una batalla. La única vez que tuvo la chance de hacerlo, huyó a los brazos de su madre y su abuelo terminó evitando una penosa derrota. Esto no impidió que en una reunión de consejo lo llamase cobarde por no querer realizar un baño de sangre con todos los nobles que se rindieron en el Norte. Vemos como la épica es constante en los gobernantes absolutos, que buscan crear una imagen de si mismos para los demás que dista de ser real. Joffrey Baratheon no es un gran y valiente rey sino un niño rico, malcriado, bravucón, sádico, cobarde e incompetente. Tal vez Cristina deba mirar con mayor atención “Game Of Thrones”. Pero que se quede tranquila, que tiempo va a tener porque dentro de poco comienza la cuarta temporada y el personaje de Joffrey entra en la parte descendente de la parábola. Lo interesante es que Joffrey jamás logra ver ni entiende como su poder se va achicando, como va ganando enemigos tanto externos como internos (y ningún amigo) y como el círculo se cierra lentamente sobre su persona.