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La sociedad y el debate presidencial: El espejo en el que nadie se quiere ver reflejado

12 Oct

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La semana pasada fuimos testigos de un hecho increíblemente inédito e histórico en la República Argentina. Cinco de los seis candidatos presidenciales se “sentaron” a debatir y el evento fue transmitido por televisión a todo el país. Hasta aquí no hay nada para criticar, pues es muy sano que todos los políticos – sin importar sus banderas e ideas- puedan confluir en un mismo lugar y debatir sus propuestas frente a gran parte de la población que los elige cada dos y cuatro años. Si esto fuese todo, no habría mucho más para escribir, pero lo cierto es que este evento titulado “Argentina Debate” (promocionado hasta el hartazgo por radio, televisión y redes sociales) y llevado a cabo en la hermosa y gigante Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, no fue más que una reunión edulcorada en la que hubo muy poca discusión real, excesiva cordialidad – sobre todo entre los que armaron tándems, como Mauricio Macri y Sergio Massa- y una exposición bastante aburrida de las dos o tres propuestas que cada partido para en teoría solucionar y/o enfrentar los problemas de los tiempos que corren ¿Hubo algo más en esta noche de “debate”? No desesperen, porque tampoco faltaron los moderadores de bajo nivel y con ansias absurdas de protagonismo – ¿Que más se podía esperar, si fueron Novaresio, Bonelli y Barili quienes bastonearon el evento?- y un público variado que aplaudió todas las veces que el famoso hombre de los carteles lo pidió.

El formato fue el que solemos ver hace muchos años en la política norteamericana, con atriles, varios ejes concretos y tiempo para exponer las propuestas. Claro que también se permitió una interacción entre los participantes, pudiéndose preguntar cosas durante el debate. Este es sin dudas el punto más interesante, pues es donde todos tienen la posibilidad de incomodar al contrincante haciendo hincapié en las cuestiones negativas tanto de su gestión – si es que la hubo- o de su plataforma partidaria. Más allá de que es molesta la constante necesidad de imitar modelos foráneos para casi todo lo que se hace en materia de medios – y de venderlo como una genialidad propia-, lo cierto es que la discusión, la confrontación sana, brilló por su ausencia. Primó este clima de época absurdo en el que según un grupo ilustrado de opinólogos anti-kirchneristas, no está bien discutir con pasión sino que hay que buscar para que nos gobierne una tecnocrácia tan vacía como los números de una calculadora. Idea que por lo demás es hipócrita, ya que la traducción es: “Que se vayan los que están, que vengan los de derecha que a mi me gustan”. Se expusieron con cierta prolijidad las propuestas, se fue un poco más allá de las frases que habitualmente lanzan en sus actos partidarios y ante los medios de comunicación, pero no demasiado como para entusiasmarse. Como bien escribieron en la primera página de la edición de La Nación del día posterior: “Debate: las propuestas le ganaron a la disputa”. Algo que evidentemente no desagrada a los dueños y periodistas de ese diario, pero ese es otro tema. Nunca tan acertado un titular de La Nación en estos 12 años de gobiernos kirchneristas y oposiciones completamente inútiles y/o cómplices.

Tal vez para muchos la imagen más fuerte del “Argentina Debate” haya sido el atril vacío reservado para el gran ausente, Daniel Scioli – con la reminiscencia a la silla vacía de Menem y Angeloz o al bizarro discurso de Clint Eastwood en la Convención Republicana de 2012-, pero para quien les escribe lo peor fue que todos, con la excepción de Nicolás Del Caño del Frente de Izquierda, se dedicaron a repetir los lugares comunes de siempre y a fingir un debate que nunca llegó a concretarse. Bueno, digamos que en ningún momento estuvo siquiera cerca de un grado negativo siquiera en lo que refiere a la temperatura. Tal vez hayan tenido que ver las muchas, demasiadas, imposiciones de los participantes a los organizadores del debate. Unas que licuaron su esencia y convirtieron al Aula Magna en un lugar muy cómodo y amigable para los 5 protagonistas. Es decir, todo lo contrario a lo que debería ser y si no me creen tómense el tiempo de mirar cualquier debate reciente entre pre-candidatos y candidatos en Estados Unidos, donde se puede ver todo menos amabilidad y simpatías entre quienes deben ganar los votos de los que están observando en vivo del otro lado del televisor. “Argentina Debate” fue un tedio, un bodrio liso y llano, seguido por millones de televidentes (picos de diez puntos contra dos rivales de peso como Independiente-River y PPT de Jorge Lanata) con mucho entusiasmo a pesar de todo y que podría tener una réplica – cuando no- en el canal de noticias TN dentro de algunos días.

Y esto nos lleva al próximo punto, que es el ninguneo de Daniel Scioli al debate. Una actitud que pareció razonable en los momentos posteriores al meeting para defender su ausencia, pero que continuó durante toda la semana. Macri y Massa, que no confrontaron salvo en un pequeño tramo y que se tiraron centros cada vez que pudieron, tuvieron la viveza de criticarlo duramente antes, durante y después del evento por haber pegado el faltazo (inolvidable minuto de silencio de Massa en repudio, de lo más cómico en esta década). De por sí, el que los organizadores hayan dejado el atril vacío a sabiendas mucho tiempo antes de que el candidato por el Frente Para La Victoria no asistiría, fue un mensaje político muy claro en un ámbito que – como siempre, como Macri, como Massa- se disfrazo de apolítico para la ocasión. Pero retomando el hilo, fue sorpresivo que Scioli haya atacado con tanta fiereza a esta jornada de composición y exposición de tema. Ese mismo día organizó un festival pedorro de música con Insaurralde y su mujer en el Luna Park y luego se fue a esa quinta bizarra llamada La Ñata para ver la transmisión en directo. Se filtraron las bromas que hicieron con sus invitados, siendo el comentario más gráfico el “debaten por el segundo puesto” que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires lanzó jocoso ante la risa aduladora de todos los presentes. Sabemos que Scioli ha dejado atrás esa máscara de hombre de consenso – que nunca fue más que eso: una cobertura para ganar votos- desde que supo que estaba a poco de obtener la bendición de Cristina para su candidatura presidencial. Pero tampoco le queda demasiado cómodo el traje de ultra-kirchnerista, uno muy forzado en él ya que no es más que un clásico Barón del Conurbano Bonaerense. Un dirigente más del Partido Justicialista que está de acuerdo con esa expresión del Papa acerca de “los zurdos” y que la utiliza como lema de vida. Alcanza con recordar sus propuestas en todos estos años, como por ejemplo no debatir el aborto, bajar la edad de imputabilidad, inundar las calles de la provincia con policías – sin descabezar ni limpiar a la nefasta Policía Bonaerense, el origen de todos los males-, ir contra el narcotráfico con el Ejército y Gendarmería al estilo Felipe Calderón o su versión criolla el “Sargento” Massa y demás cuestiones que lo alejan mucho del kirchnerismo “duro”. Hoy por hoy, en La Cámpora hay una aceptación a regañadientes y una división interna (De Pedro-Larroque) creada por la decisión de CFK de bajar a Florencio Randazzo de la pelea, pero ni la misma Presidenta está dispuesta a darle poder real a quien considera una amenaza para su proyecto de regreso en 2019. Las críticas por ahora son todas por lo bajo debido al razonable número a nivel nacional – no en la PBA, que fue un desastre a expensas de Aníbal Fernández- que el motonauta alcanzó en las PASO y consolidó en los meses posteriores. Pero ni el kirchnerismo está cómodo con él ni viceversa; nunca lo estuvieron ni lo van a estar, por ello hay que remarcar la importancia en el tablero de Carlos Zaninni como Vice-Presidente en desmedro del Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, el elegido inicialmente por Scioli para acompañarlo en la boleta.

Pero nada de esto importa demasiado, ya que el caudal de votos de Scioli, Macri, Massa, Stolbizer y Del Caño – dejemos afuera, por favor al nefasto Rodríguez Sáa- no ha cambiado en esta semana ni tampoco lo va a hacer drásticamente en lo que resta de la carrera hacia Octubre. Los candidatos del Cambiemos y del UNA desafiaron a Scioli a un nuevo debate previo a la elección o a otro “antes de la segunda vuelta”, logrando que los ataques del kirchnerismo contra esta modalidad desconocida para ellos se intensifiquen. Más allá de que varias cuestiones no estuvieron bien planificadas en “Argentina Debate”, fue un grosero error de parte de Aníbal Fernández llamarlo “un show mediático” o “una paparruchada”. Lo mismo aplica para los que también desde el Frente Para La Victoria, apenas unas horas después de terminado el debate, dictaron como si fuesen reyes del país que “Ya terminó el tema, no es algo que le interese a LAGENTE” y que no se puede “poner a debatir al primero con uno como Del Caño que sacó el 1,5% de los votos”. Julio Argentino Roca, Alberdi y todos los elitistas conservadores que supo tener el país, felices desde donde estén con esta frase del muy inculto y medio pelo Senador provincial Alberto de Fazio.

Por su parte, Scioli repitió el latiguillo clásico de su jefa y de su difunto jefe: “el debate nuestro es con LAGENTE (frase menemista como pocas)”, pero lo único que hizo fue incitar a una respuesta que no deja muy bien parado a su partido. El Frente Para La Victoria viene martillando hace 12 años con la idea de que ellos hablan cara a cara con el pueblo, sin intermediarios mediático-corporativos con intereses contrapuestos al bienestar popular, ese que ellos resguardan con mucho amor y sacrificio. Dejemos a un costado la eterna discusión entre sordos respecto de las conferencias de prensa y dirijamos la atención hacia lo concreto: en los discursos partidarios, cadenas nacionales (casi lo mismo en este caso) y demás actos del gobierno nacional y sus repetidoras en los municipios y provincias de todo el país, lo único que hay es un monólogo. Cuando alguien habla frente a un auditorio – tampoco nos metamos en si el público es espontáneo o un grupo de personas a sueldo- y este solo escucha, estamos ante un solo canal de comunicación con una sola dirección. Emisor-Receptor, esquema básico para cualquier tipo de contacto con otro ser humano. No hay una respuesta de LAGENTE, sino una reacción positiva o negativa ante las palabras de, por ejemplo, Cristina Kirchner. La única verdad es la realidad: tuvimos en el máximo poder político por 12 años consecutivos a un partido político que cree que un monólogo es un diálogo, porque después de su palabra no hay más que decir. Y que conste que su estadía en el poder vino acompañada del beneplácito de más del 50% de nuestra tan contradictoria y complicada sociedad.

Tal vez para Massa y Macri el debate no haya tenido relevancia en lo que refiere a los votos, pero para Scioli era una oportunidad – relativa, pero chance al fin- de conseguir el apoyo de algunos de los famosos “independientes”, que en su mayoría siguieron la transmisión de “Argentina Debate”. Cuando su porcentaje a dos semanas y monedas de la elección oscila entre un 38% y un 40% – todo dependiendo del cristal encuestador por el que se mire- es muy importante conseguir esa mínima diferencia sobre el segundo que lo coloque ante la posibilidad real de evitar un Ballotage. Tal vez dentro de poco tiempo lamente por un largo rato el haber dejado pasar este tren, el haber confiado en esa idea falsa de que el PJ es la mayoría nacional y que su imagen está blindada (en limpio: ya no se puede hacer la victima de CFK, pues es claro que es su principal socio). En tiempos donde la política en sí misma es un show televisivo, con candidatos sin ideología ni escrúpulos, incapaces de ir más allá de la frase hecha o las dos o tres cosas que les guionaron – piensen que Scioli no puede hilvanar dos ideas seguidas-, podría haber salido bien parado demostrando que más allá de la negativa de CFK, él fue a exponerse sin miedos ni tapujos.

Pero esto requeriría que el bonaerense tenga dos cosas de las que siempre careció: cintura política y capacidad de leer a la sociedad. Hace bastante tiempo que se nota que el momento le ha llegado tarde, que tiene un discurso muy viejo, preparado (y hasta ahí nomás) para el año 2003 y no el 2015. Atrasa en todos sus conceptos, es en exceso conservador y no ofrece ningún tipo de salida y/o garantía ante los problemas que aquejan a quienes traccionan la calle a diario. No nos vayamos ya a lo macro, a la gran pintura económica, porque será desperdiciar caracteres en un tema sobre el que hay material de sobra hasta debajo de la cama. Lo que si se puede hacer es contar como termina todo: no hay luz al final del túnel, no hay soluciones mágicas que puedan resumirse en un spot de un minuto y medio. Como se puede apreciar, es imposible esperar demasiado de una persona que envía a Estados Unidos a un aliado con una directiva y un discurso determinados y que luego, cuando el gobierno sale a criticarlo con la fuerza de un tsunami, no tiene siquiera el decoro ni la hombría de ponerse a su lado y apoyarlo.

Ese “señor” llamado Daniel Scioli, ese mamarracho caminante, está a un paso de ser Presidente de la Nación más allá de que haya muchas personas empecinadas en negarlo. El cobarde que no puede plantarse y defender lo que piensa; el que está convencido de que un diálogo solo incluye a una persona hablando y a otra/s escuchando y asintiendo; el que no puede transmitir nada cada vez que ensaya discursos tratando de imitar el estilo de Cristina Kirchner; el que cuando una inundación azotó a una La Plata con muy pocas obras y mucho dinero sucio en el bolsillo de los funcionarios gubernamentales se puso a jugar al fútbol y escondió decenas de fallecidos; el que fingió por 12 años ser la víctima de sus jefes políticos siendo su principal aliado; el que se va de viaje de placer – y con todos los lujos, pavoneándose por la nave central de Ezeiza- en medio de una catástrofe generada por la carencia de obras en la provincia que gobierna y se enoja con los medios y argentinos porque se informó que huyó como rata por tirante; el que tiene una quinta gigante y de lujo (convertida en un mar de grasa, empezando por las estatuas y siguiendo por su presencia) construida con el dinero que le robó al pueblo; el que trabajó codo a codo con la Policía Bonaerense para sostener la criminalidad, la impunidad y el tráfico de drogas; ese tan criticado por el kirchnerismo y ahora tan elogiado por gran parte de este…Y tantas otras cosas más que, a contramano de todo lo que se podría imaginar, le han asegurado un caudal sorprendente de votos. Uno que va más allá de esa base del aproximadamente 15% que trae el PJ como viento de cola propio sin importar el postulante.

Al parecer, los argentinos somos bastante más peronistas y kirchneristas de lo que nos gustaría admitir. Cada uno sabrá a quien vota y porqué lo hace, sin importar que cada político y su séquito de operadores y fanáticos traten vendernos espejitos de colores y pociones misteriosas. Antes de hablar, antes de cuestionar el voto de quien está enfrente o al lado, tendríamos que comenzar por casa. Un espejo por acá.

Debates y Combates: Percepciones y realidades de cara a Octubre

29 Sep

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A menos de un mes de las elecciones presidenciales de Octubre, el panorama no ha cambiado demasiado desde las PASO celebradas en Agosto. Daniel Scioli se mantiene en primer lugar con un porcentaje cercano al 40%, Mauricio Macri reviste el segundo lugar en los sondeos con un 30% y Sergio Massa es el último con chances reales con un 20% de intención de voto. Ninguno ha hecho demasiado por modificar si situación, cada uno de ellos por razones muy diferentes: el oficialismo está confiado en poder acordar con Massa y sumar algunos votos más con los famosos “indecisos” – que en nuestro país suelen definir cada elección-, desde el Cambiemos se espera que el pacto UNA-FPV no se concrete y que el deseo mayoritario de cambio lo depositen en el Ballotage y Massa sabe que puede forzar cualquier escenario acorde a lo que más le convenga políticamente.

Desde muchos medios de comunicación, sin importar su color político, se ha comenzado a agitar la posibilidad de que el Frente Para La Victoria consiga un triunfo en primera vuelta. Para ello hay dos posibilidades: que la fórmula Scioli-Zaninni supere el 45% de los votos o que consigan quedar por encima del segundo por el 10% o más. De seguir esto así, el partido de gobierno podría estar ante las puertas de un cuarto mandato consecutivo. Algo que para muchos resultaría intolerable y que no se correspondería con la muy mala situación socioeconómica que está viviendo nuestro país. Los cañones apuntan a Sergio Massa y De La Sota, que parecen ser los que poseen tanto la llave para que el Ingeniero llegue al Ballotage y tenga una chance más para vencer a Scioli, como el poder de terminar con la carrera política del hombre de los globos amarillos.

La pasada semana, el debate se centró en la – valga la redundancia- ausencia anticipada de Daniel Scioli en los debates presidenciales que se realizarán en unas semanas. Luego de darle varias vueltas al asunto, el candidato del oficialismo hizo lo que todos esperábamos: dijo que jamás había prometido su asistencia y que se bajaba para “hacerle un favor” a Macri y evitar que siga perdiendo votos. Una ironía innecesaria y sin sentido alguno, ya que él tampoco muestra cifras ascendentes en lo que refiere a los votos. El Gobernador agregó, imitando el estilo de Néstor y Cristina, que le va a “seguir hablando a LAGENTE como todos los días” y dió por terminada la discusión. Como siempre, las críticas llovieron sobre el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires pero este se mantiene confiado y supone que los ataques irán disminuyendo a medida que pasen los días. Scioli es un político bastante flojo en lo que refiere a habilidades de gestión y más aún en el área del carisma, pero su gran virtud – si es que puede ser llamada así- reside en nunca llegar a la confrontación frontal. Así es como ha construido una falsa imagen de víctima frente a los ataques de Cristina y Néstor Kirchner en estos 12 en los que ha sido ni más ni menos que el socio principal del matrimonio presidencial. No son pocos los que ven a Scioli como “un felpudo” o un “sobreviviente” y suponen que de ganar podría obtener un margen más grande de autonomía y así realizar todas las cosas que los maléficos Kirchner no lo han dejado hacer en todo este tiempo. Es decir, Scioli no ha sido un actor marginal en estos 12 años de kirchnerismo puro sino uno de los motores del Frente Para La Victoria. Quienes sostienen lo contrario, entran en una falacia absoluta que habla de una sociedad narcotizada e individualizada, arrastrada de las narices por los diversos medios – que cada día son más operadores políticos y menos informadores de la realidad-, que no puede pensar como un conjunto y que es incapaz de realizar un análisis básico de la labor del ex Ministro de Carlos Menem en todos estos años como Vice-Presidente y Gobernador de la provincia más relevante – en términos políticos y electorales- de la Argentina.

Pero volvamos al tema del debate, porque también son muchos los que sostienen con absoluta certeza que: “Cristina no lo deja ir a debatir a Scioli”. Tres de ellos son, por ejemplo, Macri, Massa y Stolbizer. Todos repitiendo un discurso que a su contrincante le cabe como anillo al dedo. Lo que estas personas deducen es que, como el kirchnerismo ha sido reacio a debatir en todos estos años, dando un mínimo de entrevistas – y la mayoría de ellas con medios y periodistas obsecuentes- y hablando solamente vía las insoportables Cadenas Nacionales o con funcionarios de segunda línea recorriendo programas de tinte oficial o directamente partidarios (blandiendo el lema “el candidato es el proyecto, lo que hicimos son nuestras propuestas y nuestro discurso”), es imposible que le permitan a Daniel Scioli asistir a un debate televisado con los otros candidatos. La teoría de que se piensan de sangre azul, como una raza superior de políticos que no debe entrar en contacto con sus inferiores rivales.

Pero como en todo lo que sucede en nuestro país, alrededor de este tema se enfrentan dos extremos. El primero es el que acabo de describir y dentro de él se encuentra un sub-tipo bastante extraño – y por ende minoritario- de personas que pueden leer lo que realmente sucede. Cualquiera que haya escuchado a Scioli en alguna de sus varias entrevistas en diversos programas periodísticos – en su defensa, ha ido a todos- se puede dar cuenta que no son demasiadas las luces que este posee. Le cuesta mucho hilvanar dos o tres ideas, no transmite absolutamente nada ni siquiera cuando se pone en modo vehemente y es incapaz de salirse de un guión que no siempre logra recordar. Tal vez no sea el dedo mágico de CFK lo que le impida a Scioli asistir a los, en teoría, dos debates que se realizarán en estos días sino la auto-conciencia (el famoso self awareness) de que ese pequeño tour puede hacerlo resignar muchos de los votos que por ahora tiene cautivos. El bonaerense ha sido siempre el mismo, lo que sorpresivamente cambia con el correr de los días, meses y años es la percepción que la opinión pública y la población tienen de él. Y esta es una jugada que siempre le ha sido favorable, por lo que es prácticamente imposible que en este momento decida sorprender y jugar una carta diferente. Más aún si consideramos que se encuentra en las puertas de un objetivo por el que “trabajó” durante 12 largos años. Habrá que ver si él entiende que esta coyuntura no es la misma que la de 2003, que no se trata de llegar al poder en medio de un incendio total y de luego de dos años de consenso social sacarse de encima a su mentor político. Primero porque CFK lejos está de ser eso – no lo quiere en el poder, pero lo coloca allí porque es mejor eso a salir eyectados de la Casa Rosada- y segundo porque el país no se encuentra ni remotamente cercano a como estaba a nivel político, social y económico en aquella salida de la crisis de 2001. Si no, que le pregunte a Estela de Carlotto que es lo que piensa acerca de su candidatura y de las posibilidades de construcción independiente de poder que poseería en caso de obtener una victoria.

Los números tienen algo especial: son fríos y, por lo general, no admiten dobles lecturas. Ya está definido que Mauricio Macri es el único que puede forzar un Ballotage, más allá de que a veces parezca que se conforma con colocar al Cambiemos en el lugar de primera fuerza opositora. Las conversaciones con Massa iniciaron apenas terminaron las PASO y tuvieron su punto más alto durante el escándalo en Tucumán. De a poco, todo se fue apagando tras la habilitación para que Manzur asuma como Gobernador, y se hicieron evidentes los acercamientos entre el tigrense y el gobierno nacional. Con un 20% de los votos y mucho poder en la Provincia de Buenos Aires, todo estará en sus manos: dependiendo de para que lado tercie, tendremos o no una segunda vuelta electoral en este 2015 agitado. Lo que comenzó la ruptura discursiva entre dos espacios que se estaban entendiendo, fueron las diversas acusaciones hacia Fernando Niembro por su rol en la empresa La Usina. Si bien el patético comentarista deportivo renunció a su candidatura como Diputado Nacional – iba camino a ser electo con un porcentaje muy grande- lo hizo con un discurso negador y acusando al kirchnerismo de operar políticamente en contra de Macri. Sin dudas que fue oportunista el momento para realizar la denuncia, pero lo cierto es que los hechos están allí y que la tan mentada Justicia ha imputado a Niembro por las maniobras entre su empresa y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como era de esperarse, el kirchnerismo salió a rasgarse las vestiduras y tanto Massa como Stolbizer aprovecharon para cortar con la dulzura – recordar la foto de los tres pidiendo por la elección tucumana, rara avis en nuestra política- y salir con los tapones de punta contra el Ingeniero y su ex-candidato. Para ser honestos, desde el PRO no hicieron demasiado por evitar esto: salieron a defender lo indefendible, a sabiendas de que si el Poder Judicial llega a escarbar un poco más en la mugre, hasta Macri podría terminar muy ensuciado. Su manera de negar las acusaciones contra Niembro y el escudo mediático-político que le colocaron alrededor – hasta la renuncia que descomprimió un poco la situación- fue demasiado similar a los que el FPV supo disponer frente a funcionarios acusados como Amado Boudou, Julio De Vido, Ricardo Jaime y hasta los mismos Néstor y Cristina Kirchner. Todos vieron las similitudes, salvo los fanáticos del partido amarillo y su líder, que adscribieron a lo que Pinedo publicó en varias redes sociales: “La renuncia de una persona de bien”. Como si una renuncia te hiciese inocente, como si verdaderamente el Cambiemos fuese una revolución renovadora dispuesta a cambiar nuestro sistema político y económico.

Que haya muchos ciudadanos – dejando de lado a los que apoyan fervientemente a Macri- que estén a favor de un cambio de figuritas, no significa que quieran un cambio real. Y los tres candidatos parecen tener esto bastante en claro, pues lo único que han hecho hasta el momento es enunciar lugares comunes y hablar cada semana acerca de lo que los medios deciden que es importante. En estos días, el tema instalado fue el del “Dólar Blue” llegando a los 16$ y la directiva a las empresas de cotizar sus bonos a dólar oficial (9,50) y no al precio del paralelo (14). Esto dió pie a que todos apareciesen con sus gurúes económicos a contarnos que cuando ellos asuman la presidencia el tema del Blue se la va solucionar de una vez por todas ¿Como lo van a hacer? Todavía no tenemos mucha idea, pero es lo de menos, porque lo que necesitan para capturar votos y atención es repetir algunas palabras clave con las que nos bombardean todo el día y el trabajo está hecho. Tal vez sea una ingenuidad de parte de quien les escribe, pero algún día encontraremos un político dispuesto a hablar de la pobreza en serio. No que solamente critique al gobierno por esconder los índices y mediciones – que realizó, pero que no publicó porque las cifras son escandalosas- sino que explique como lograría erradicarla casi por completo. Que responda si va a tener el coraje y la capacidad necesarias para distribuir más equitativamente la riqueza, sin permitir que nadie se lleve más de lo que le corresponde. Pero esto implica ir contra varios de los actores sociales más poderosos y también contra una gran porción de la población – en su mayoría anti-kirchnerista- que habla de la pobreza y se indigna por lo que algunos programas de televisión muestran, pero que si llegan a tener a un indigente y/o pobre cerca lo discriminan y salen corriendo. Siempre es más fácil ver los problemas desde la comodidad de la propia casa, de esa que millones no tienen y con la que ya ni siquiera sueñan. Quejarse organizando fugaces marchas llamadas “no partidarias” pero que terminan siendo mitines de los partidos políticos opositores, pero que a muchos les permiten mostrar sus carteles y gritar un poco contra “la yegua”.

La analogía que mejor nos sienta como sociedad es la de nuestra Presidenta ensayando por Cadena Nacional unas lágrimas por Aylan Kurdi el día que fue encontrado muerto en la playa, al mismo tiempo que en su propio país moría por abandono del Estado un joven argentino en el Chaco. Hecho que fue ignorado por CFK mientras acusaba a “los del Norte” (una brújula, por favor) de dejar “morir niños en la playa” y afirmar que aquí eso nunca sucedió ni sucederá. El centro en lo que digan y expongan los medios y la hipocresía, los dos ejes sobre los que parecemos movernos constantemente.

En medio de todo esto, falta menos de un mes para unas elecciones que han posicionado con chances a 3 candidatos en extremo similares. El que mejor se ha movido en este tramo definitorio ha sido Sergio Massa, que revitalizado tras una performance mucho mejor de lo imaginado en las PASO, logró crecer en el Conurbano Bonaerense y pasar a ser el solicitado por todos sus colegas una vez más. Una especie de regreso a 2013, pero con la certeza de que su rol será únicamente subordinado a la victoria de Scioli o Macri, más allá de que la semana pasada se haya mostrado optimista para alcanzar los 30 puntos en este mes. Tres candidatos flojos que tocan de oído solamente – sin profundidad alguna- los temas que están instalados socialmente por los medios, muchos intereses concretos que se mueven detrás y de la mano de cada uno de ellos (lean los diarios, miren como Clarín juega para Scioli aún más que Página 12, por ejemplo) y en el medio una población que no parece estar dispuesta a cambiar demasiado. Siempre decimos que nuestros políticos son un producto de nuestra sociedad, no llegan desde un plato volador ni mucho menos. Lamentablemente para nosotros, en este caso no son el reflejo de nuestras virtudes sino de todos nuestros vicios, de todo lo que está mal y que es predominante en la Argentina. Algo de lo que deberíamos avergonzarnos profundamente, antes que consumirnos una vez más en el eterno dialogo de sordos que tanto mal nos ha hecho. Volviendo al ejemplo de CFK y Aylan Kurdi: primero mirar como estamos por casa antes que hacer hincapié en los problemas del otro. Un consejo que le vendría muy bien tanto a los kirchneristas como a los anti-kirchneristas rabiosos. No se trata de que el otro sea más o menos ladrón que yo, sino de que está mal robar, algo que quedó al desnudo con el caso Niembro. Demasiadas similitudes entre dos sectores que se consideran opuestos entre sí.

Percepciones y certezas de cara a unas semanas que prometen ser intensas con el inicio oficial de la campaña previa el día de mañana. Por el momento, como sociedad elegimos quedarnos con las percepciones y armar nuestro propio cuadro acorde a como mejor se acomode a nuestros deseos y realidades. Los que elijan el camino de las certezas, sin dudas que estarán un poco mejor encaminados a la hora de entender una compleja situación política, económica y social que lejos estará de mejorar en el corto plazo sea quien sea el ganador de esta nueva venta de productos electorales.

PASO 2015: Ninguna sorpresa, resta llegar a Octubre

11 Aug

 

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Daniel Scioli se subió el pasado domingo al escenario dentro bunker electoral del Frente Para La Victoria y lo primero que dijo que fue había logrado sacarle casi 12 puntos de ventaja a Mauricio Macri y varios tantos más a Sergio Massa. Cualquier desprevenido diría que esto es cierto, pues es de estos tres candidatos de los que se viene hablando hace más de seis meses. Lamentablemente para Scioli – y esto él lo tiene demasiado en claro- esos números que enunció no tienen ningún correlato con la realidad. Tanto Massa como Macri compitieron en internas partidarias, algo que el actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires no hizo merced del plumazo con el que fue borrado Florencio Randazzo hace varias semanas.

Esta vez, las encuestas no anduvieron tan torcidas como para la elección y segunda vuelta en la Ciudad de Buenos Aires. Esto no significa que hayan acertado algún pleno, pero las cifras no fueron ni tan descabelladas ni tan militantes vaya uno a saber porqué. Los dos resultados que importaban eran la disputa presidencial y la de la Provincia de Buenos Aires. La primera estaba bastante clara, solo restaba ver si los pronósticos se cumplían y si había lugar para alguna improbable sorpresa; pero la segunda era una incógnita en todos los niveles. La pelea entre los dos candidatos oficialistas, Aníbal Fernández y Julián Domínguez, había superado con creces la típica impostación para simular un conflicto y se había trasladado hacia arenas movedizas tras la denuncia contra el Jefe de Gabinete que se llevó adelante en el programa de Jorge Lanata. Todos los kirchneristas apuntaron hacia el conductor y Héctor Magnetto, pero la realidad nunca suele ser amiga de los blancos y negros sino más bien de los grises: al poco tiempo de ensayar una tibia “defensa” respecto de su competidor, Domínguez apareció casi por causalidad – sí, no lo escribí mal- en Showmatch para bailar unos pasos de chacarera. La orden de Cristina Kirchner fue clara: bajarle el tono a la pelea y encolumnarse atrás de Fernández, pues la olla que el condenado como autor intelectual y material del Triple Crimen de 2008, Martín Lanatta, había destapado no involucraba solamente al hombre del bigote largo y la lengua filosa. Hasta allí, pocos imaginaban que una interna en teoría definida de antemano pudiese llegar a ser lo reñida que terminaría siendo. Quien les escribe piensa que esta lectura era completamente errónea y que demostraba una clara falta de entendimiento respecto de como funcionan tanto el Partido Justicialista como la P.B.A, algo sobre lo que volveremos en un instante.

En el segmento presidencial de la jornada, Daniel Scioli y Carlos Zannini obtuvieron el 38,4% de los votos. Pocos se animaron a estimar esta cifra, pero los sondeos indicaban una oscilación entre 35 y 38 puntos que finalmente se terminó haciendo realidad. El Cambiemos obtuvo la segunda plaza con la sumatoria del 30,1% entre sus tres postulantes, siendo Mauricio Macri el claro vencedor con el 24,3% contra tan solo el 3,5% de Sanz y el 2,3% de Carrió. Por más que los dos perdedores hayan buscado esconderlo, sus candidaturas eran meramente testimoniales, una forma de impulsar a quien tiene verdaderamente los votos en el armado opositor no peronista. Un poco más abajo, con el 20,6% llegó el UNA de Sergio Massa y De La Sota, siendo el ganador el tigrense por un margen bastante generoso. El cuadro lo completaron Stolbizer con un pobre 3,5%, el Frente de Izquierda con un sólido 3,3% – y una victoria de Nicolás Del Caño sobre el histórico Altamira, cambiando la guardia de la izquierda trabajadora- y el siempre presente Rodríguez Saá con su 2,1% que le alcanzó para superar el corte. Los demás quedaron inhabilitados para participar en la elección general de Octubre, algo que como los demás resultados, también era previsible.

En la Provincia de Buenos Aires, el escenario es radicalmente opuesto al que acabamos de describir, pues la interna del Frente Para La Victoria le hizo un flaco favor al gobierno nacional y ayudó a impulsar a la sorpresa de la jornada: María Eugenia Vidal. La candidata del PRO fue con lista única y obtuvo un envidiable piso de 29,4% en su primera incursión en tierras bonaerenses. Evidentemente, el partido de los globos metió los pies en el barro de una vez por todas y logró penetrar en un territorio hostil, que está dominado por punteros y redes de un PJ enquistado allí hace décadas. Más allá de la lógica alegría en el Cambiemos, lo cierto es que entre Domínguez-Espinoza y Fernández-Sabbatella sacaron más del 40% de los votos. Teniendo los primeros el apoyo de La Matanza entera y la bendición tanto del Papa Francisco y de Daniel Scioli, era de esperarse que la pelea fuese más bien reñida. Recién sobre el final, Aníbal pudo despegarse y lograr la diferencia del 2% por sobre su rival que lo terminó definiendo como el candidato del FPV para Octubre. Las acusaciones cruzadas hasta el final, la foto con cara de pocos amigos que se sacaron hoy los 4 contendientes y lo ajustadas que fueron las cifras no hicieron más que ahondar el clima espeso que se vivió en los respectivos centros de campaña. El podio lo terminó de armar Felipe Solá, con un razonable 19,6% pero que pensando en todos los votos que tuvo el Frente Renovador en la PBA hace tan solo dos años suena a bastante poco. Más allá de esto, el UNA logró sostenerse en un escenario reservado solamente para el Cambiemos y el FPV, pasando a ser la prenda de oro en el largo período de negociaciones bajo el radar que acaba de comenzar.

Todos salieron a hacer su juego apenas los números oficiales marcaron una tendencia irreversible. Macri buscó mostrarse como un líder de masas comprensivo y abarcativo, combinando el tono New Age de siempre con sus nuevas alabanzas al Estado presente y una convocatoria a todos los sectores que no lo votaron. El uso del teleprompter es un detalle, algo que suele pasar en todo el mundo, pero que no deja de ser interesante ya que el Ingeniero hizo todo por esconderlo pero involuntariamente Lucas Llach lo exhibió al sacarle una foto de espaldas y subirla a Twitter con la frase “El próximo presidente”. Vidal hizo lo propio y dijo que este era el momento para seguir adelante, sabiendo que de construir bien en este tiempo muy tranquilamente podría consolidar al PRO como la segunda fuerza en la PBA, algo impensado hasta hace pocos meses. Del otro lado del mostrador, Scioli y Zannini buscaron mostrarse triunfantes y conformes con un resultado que no los dejó de tan buen humor. Esperaban superar con facilidad el 40% algo que no se logró, por lo que se encargaron de esquivar la realidad de la forma más simple: personalizando los porcentajes, cuando tanto Massa como Macri sí utilizaron las PASO tal cual lo exige la ley. Fernández y Sabbatella fueron recibidos por Cristina y De Pedro en Olivos luego de verse las caras por un buen rato con sus dos derrotados. No hubieron declaraciones importantes de ninguno de ellos, tan solo mensajes mediante las típicas fotos sonriendo y haciendo como si estuviesen hablando de cosas importantes. Massa buscó posicionarse como el comodín, usando el discurso de la figurita difícil que no iría con ninguno de los dos de arriba en caso de que estos lleguen a un eventual Ballotage. El problema es que con tan solo el 12% de los votos en su poder, el oriundo de Tigre no tiene demasiado leverage como para negociar en una posición dominante con cualquiera de los pesos pesados que tiene enfrente. Solá descartó la posibilidad de unir fuerzas con el Cambiemos, dejando en claro que al Frente Renovador/UNA le molestó bastante el no poder arreglar para ir a una interna general por lo que convencerlos para que arrimen algunos votos va a ser tarea difícil.

Todo está definido y lo que resta es esperar a ver como los diferentes espacios políticos juegan sus fichas. A nivel nacional, por lo pronto, el centro estará puesto en la posibilidad de un acuerdo en el UNA y el Cambiemos que logre desplazar del poder al Frente Para La Victoria. Haciendo las matemáticas, parece lógico que esto vaya a suceder, pero a sabiendas de que nuestra clase política solo desea cuidar la quinta propia – y que mal no le ha ido en términos de dinero y poder en estos 12 años- es imposible asegurar que la opción racional sea la que finalmente salga electa. Massa y Macri son dos fuerzas que no tienen ni piel ni freno, no hay chances de que uno cumpla un rol secundario, por lo que la perspectiva de un arreglo es aún peor con las fórmulas ya definidas. Ya dijeron que pueden ponerse de acuerdo en cuestiones “programáticas” de cara a lo que se viene, pero que no van a armar un rejunte político que tenga como único objetivo vencer al kirchnerismo. Por lo que puede verse, el discurso oficial acerca del 2001 ha triunfado y ningún opositor quiere verdaderamente ganar las elecciones. A pesar de todo, estos primeros intercambios fueron la manera informal de abrir una puerta a negociaciones en el corto plazo pero difícilmente de esas conversaciones salga algo positivo. Ahora vayamos a la contracara de esto, ya que todo lo que fue enumerado tiene su grado de lógica pero no necesariamente una alianza de apuro entre el Cambiemos y el UNA asegure una victoria ante el FPV. No son pocos los que sostienen que los votos de De La Sota no necesariamente vayan a quedarse en su espacio político, insinuando que pueden ir tranquilamente a Scioli. Esto no debe ser descartado pues el cordobés nunca dejó de ser un peronista cercano al gobierno más allá de los enfrentamientos retóricos desde 2012 al día de la fecha. El otro actor que cobra relevancia es Rodríguez Saá, que con su habitual Realismo Mágico en San Luis siempre logra cargar un porcentaje mínimo que sirve de mucho en la recta final. Muchos vaticinan una renuncia del puntano, siendo esto mucho más probable que todo lo demás mencionado en este párrafo. El espaldarazo que recibiría Scioli sería enorme en ese sentido, ya que le permitiría superar con comodidad el umbral del 40% y dirigirse hacia el peligroso 45% que lo dejaría sin escala previa en la Casa Rosada. Como si esto no fuese poco, tenemos a la volátil clase media “independiente”, una que posiblemente se vuelque en partes iguales al Cambiemos y al FPV haciendo del escenario uno mucho más complejo todavía. En la principal alianza opositora, el cálculo es que ajustando algunas variables se llega a un Ballotage y que allí el pueblo (padrón) hará honor a la historia y se volcará en contra del partido de gobierno. Claro que esto tiene la misma comprobación científica que esa afirmación que reza: “Ningún Gobernador de la Provincia de Buenos Aires puede ser Presidente” o que la gran cantidad de talco que el Panadero Díaz le ponía al Coco Basile en el bolsillo de su camperón. No hay que pensar en absolutos ni dar nada por cierto, pues el FPV ha demostrado estar listo para una pelea más. Una cosa es cierta: ya no le quedan demasiados conejos en la galera, doce años en el ejercicio del poder son muy desgastantes, pero no debería sorprender que en unas semanas logren tomar la iniciativa nuevamente y quedar a las puertas de algo que de concretarse sería – esto es una opinión propia, debatible sin dudas- una catástrofe mayor a la actual para la Argentina. Los sectores de la oposición no han mostrado a lo largo de esta década y monedas ni personalidad ni voluntad para llevarse puesto – en el sentido del juego político, que no se malinterprete- a un gobierno nacional que en sus tres períodos consecutivos se ha manejado con creciente comodidad aún en los peores momentos como el tramo 2008-2010. No se avizora un futuro muy diferente en ese sentido, pero esta vez hay un agregado importante: una gran mayoría (fragmentada entre dos o tres candidatos, claro) quiere que el kirchnerismo cierre este capítulo de su historia ¿Que puede volver dentro de poco? Sin dudas que sí, con un pueblo tan cambiante como el nuestro todo es posible, aunque esto es algo que no tiene relevancia para analizar este momento particular. Es sabido que el kirchnerismo es un partido por sobre todas las cosas de clase media, un sector que ha sido su columna vertebral y al mismo tiempo su principal blanco retórico-político (más lo primero que lo segundo) en sus habituales estrategias de posicionamiento ante sus enemigos. El ejemplo más acabado de esto fue la votación en 2011 que vio como gran parte de sus hoy opositores se volcaron masivamente en favor de Cristina Kirchner para regalarle un triunfo histórico debido a factores que fueron desde lo emocional hasta lo económico.

Será en la Provincia de Buenos Aires – como es costumbre ya- donde se defina gran parte de la elección presidencial, por lo que todos los ojos estarán puestos en el territorio que concentra más del 40% del total del padrón nacional. El análisis simple dice que será casi imposible para el Cambiemos poder alterar una dinámica que viene intacta hace varias décadas, pero no hay que quedarse solamente en la superficie. Como ya mencionamos, la interna del FPV fue todo menos limpia y amistosa, y en el lado perdedor se encontraba el actual Intendente de La Matanza que – en una horrible casualidad para los ganadores- es el distrito con mayor cantidad de votantes. Nadie dice que de un día para el otro Fernando Espinoza vaya a ordenar que no se vote a Fernández-Sabbatella, pero no sería para nada sorpresiva una merma importante que deje al oficialismo por debajo del 40% que obtuvo en total. Así y todo, el peronismo es nuevamente el gran favorito a quedarse con la gobernación de la PBA por cuatro años más. Parece delirante que esto sea posible, más considerando la situación actual – en la que un temporal y una sudestada corrientes destruyen vidas con facilidad, desnudando la corrupción de todos los sectores de la política-, pero el trabajo territorial tiene sus raíces profundas y requiere de mucho más que una tormenta para poder ser derrotado. El conflicto interno del partido gobernante le ha jugado a favor a la Vice-Gobernadora de la CABA y le ha dado una base sobre la cual construir, una con la que también silenció a los que aseguraban que su frente político no tenía ni coraje ni fuerza para poder pisar fuerte en territorio desconocido. El batacazo es algo impensado, aún suponiendo que algunos votos de La Matanza misteriosamente no se dirijan hacia el binomio oficial, pero en unos pocos meses a conseguido asentar al color amarillo en la provincia. El que la Unión Cívica Radical esté jugando a fondo por su candidatura, sin doble discurso ni candidatos paralelos, le ha sido muy útil para recorrer con tranquilidad estos primeros metros. El UNA se convierte una vez más en una carta relevante, sin importar que Solá haya descartado un acuerdo con quien le sacó más de 10 puntos de ventaja en estos comicios. Por lo general, los votos en su mayoría no son fijos sino que varían una instancia a otra, por lo que no sería extraño que quienes busquen destronar al FPV se lancen a los brazos de la opción que más chance tiene para lograr ese objetivo. Todas posibilidades en un escenario demasiado volátil y que no muestra señales de que vaya a cambiar de aquí a Octubre.

Hace tiempo que en la Argentina no se votan ni proyectos ni ideales. Lo que hacemos cada dos y cuatro años es elegir entre varios candidatos que conforman una clase política podrida en su raíz; una que necesita renovarse por completo para poder comenzar a pensar en un cambio verdadero. Nuestro conformismo, apatía y falta de solidaridad – con sus elogiables excepciones, como en todo conjunto social- han permitido que esta élite crezca y se aleje progresivamente del pueblo, encerrándose en su palacio para tomar decisiones sin consultarnos siquiera y pretendiendo que seamos cómplices (algo que sucede muy seguido y sin mayores dificultades para ellos) de sus mil y una operaciones políticas contra sus contrincantes. En este contexto socioeconómico, con una mayoría llena de rechazo y cansancio hacia la administración kirchnerista, se trata solamente de unir los puntos para entender que es lo que sucederá. Ni una alianza entre el UNA y el Cambiemos es garantía de triunfo ni tampoco es algo – como he leído en redes sociales- de lo que se pueda prescindir sin pensarlo al menos dos o tres veces. Daniel Scioli y Aníbal Fernández saben que han llegado a su techo y que pueden sumar algún que otro punto más negociando bajo la mesa, algo que estaba dentro de las previsiones. Ganen o pierdan, con una sociedad tan corrupta en su núcleo, seguirán siendo parte de la segunda o primera fuerza del país y no perderían sus negociados. Los demás, en cambio, lo han arriesgado todo: después de tantos años de insinuaciones y discursos vacíos, tienen todo a favor para llegar a la Casa Rosada. Paradójicamente, una derrota significaría para varios – Mauricio Macri, Elisa Carrió, Ernesto Sánz, entre otros- en final de una carrera política en las llamadas grandes ligas. La floja elección del Cambiemos a nivel nacional es un llamado de atención, marca de que todavía no existe eso que todos los opinólogos denominan como “el pos-kirchnerismo”, algo que es emocional en muchos pero que no logra traducirse en votos. Igualmente, no son pocos los que cuentan al muerto como tal antes de que esté frío, una actitud recurrente que nos ha llevado a todo tipo de problemas evitables. Pero en nuestro país, somos expertos en eso de tropezar – todas las veces que sea necesario- con la misma piedra.

Las PASO nacionales: liderazgos, purismos y percepciones en cada trinchera

19 Jun

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La designación de Carlos “El Chino” Zannini como el Vice-Presidente de Daniel Scioli fue un mensaje claro para Florencio Randazzo: su proyecto para competir contra el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en las próximas elecciones primarias, abiertas y obligatorias (PASO) se habían terminado para siempre. Tras haber aceptado el convite de Cristina Kirchner a la Quinta de Olivos, donde estaba recluida hace varios días, despertando todo tipo de especulaciones rasputiniesco-maquiavelísticas, el actual Ministro de Interior y Transporte se fue con una explicación poco convincente y un sabor bastante amargo en la boca. Justo él, que había decidido comenzar con la campaña hace casi seis meses por pedido explícito de su jefa política, que había atacado a Scioli siempre que ella se lo requirió y que estaba ingresando en el momento más importante e intenso de su carrera política, recibió una dura puñalada en la espalda de la que tardará en recuperarse. Su día comenzó con los rumores de una reunión entre Scioli y CFK, algo que sus asesores y miembros de equipo se encargaron de desestimar vía redes sociales calificándolas como pura propaganda de su contrincante para hundirlo moralmente. Lamentablemente para él, las cosas no mejoraron con el paso de las horas, pues el llamado urgente para que se acerque hasta la residencia de descanso presidencial no hizo más que tensar la cuerda al máximo tolerable. Salió de allí luego de unas horas y decidió guardar silencio hasta que llegase el momento justo para anunciar, con una carta muy forzada dirigida a la Presidenta, que no bajaría a pelear por la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires pues él había prometido que era o la Nación o nada. Al menos no quedó mal parado en lo que refiere a su coherencia y por ello recibió elogios de todo el arco opositor. No hay que descartar el análisis de Elisa Carrió, que ve en su decisión un planeamiento a futuro: al correrse del medio, no quedaría enganchado en una posible derrota del FPV y podría comenzar a construir para quedarse con el PJ. Más allá de que esto no deja de ser interesante, Randazzo con su negativa culminó con el plan ideado por Cristina, que era configurar definitivamente la interna de la Provincia de Buenos Aires que tras varias idas, venidas y pedidos de humildad de parte de la primera mandataria quedó en una pelea cerrada entre Aníbal Fernández, el Intendente de La Matanza, Fernando Espinoza y Julián Domínguez. Todos especulaban con que la salida del “Hombre DNI” haría que la lista única también se traslade a la PBA, pero esto claramente no sucedió ni estuvo en los planes.

 

Todo pareció cerrar a la perfección, con Cristina Kirchner sacando otro conejo de la galera en el momento menos pensado. Como punto saliente, hay que recalcar que se decidió por ejecutar una estrategia totalmente despojada del componente “ideológico” – totalmente pragmática- y por ende similar a las que su difunto marido Néstor Kirchner, un experto en la rosca y el barro de la política, llevaba adelante a diario desde su llegada al poder por primera vez en Río Gallegos hace ya demasiados años. Que además el elegido haya sido un amigo personal del matrimonio, que está dentro del proyecto desde el primer día y que desde 2003 al día de la fecha ha manejando tras bambalinas los hilos más importantes del armado político de esta “Era Kirchnerista” o “Década Ganada” (+2), sirvió para alivianar un poco las críticas de los más puristas por haber borrado en un abrir y cerrar de ojos al bueno de Randazzo. No cabe ninguna duda de que la designación de Zannini sorprendió a propios y extraños, tal vez hasta al mismo involucrado pues él era quien trabajaba codo a codo con el ministro para recortar la distancia con Scioli. Todo hacía pensar que la lealtad de Florencio Randazzo iba a ser premiada con una jugosa y conveniente interna dentro del Frente Para La Victoria – algo sobre lo que ya volveremos-, Cristina Kirchner salió de su silencio determinada a patear el tablero político. Esta es una costumbre del kirchnerismo que suele traerle muchos beneficios electorales, pues le permite tener siempre la iniciativa y al mismo tiempo expone a una oposición que no hace más que seguir la agenda marcada desde la Casa Rosada. Pero lo notable es que esta vez, las balas también provienen de las propias filas y caen bastante cerca de la siempre adorada e intocable Presidenta. Los funcionarios y periodistas oficialistas que se la pasaron todos estos años despotricando contra el ex motonauta (como olvidar aquella placa de 678 en la que afirmaban que Scioli era el candidato de Clarín, de los Fondos Buitre y del sector empresario) se dirimieron entre un sano silencio y un apoyo más bien tibio, con una sobrecarga de elogios sobre la figura de Zannini y una clara mirada al costado a la hora de mencionar siquiera al nuevo candidato a Presidente de la Nación de su frente político. Pero las críticas más directas e importantes fueron las que se escucharon desde las bases militantes y/o en el grueso de los votantes del kirchnerismo que no están relacionados en absoluto con la administración pública ni ninguno de sus derivados. Debo admitir que fue bastante entretenido ser testigo de comentarios realmente duros para con CFK, en el que le cuestionaban el haber traicionado su discurso acerca del “empoderamiento del pueblo” usando como dardo al corazón esa muletilla que pertenece a los medios hegemónicos que ellos tanto critican: me refiero a la idea de que la Presidenta decide todo en una mesa chica junto a sus colaboradores y confidentes más cercanos, que uno supone con Zannini, Máximo Kirchner y – a veces- Aníbal Fernández.

 

El gobierno nacional ha ganado la iniciativa política sin duda alguna con esta maniobra, pero lo que ha perdido es una oportunidad demasiado importante para desperdiciarla de esta manera. No eran pocos los que dentro del FPV veían con muy buenos ojos la interna que se estaba por venir, pues sabían que podía significar un aumento tanto en la imagen pública como en el número de votos de cara a las elecciones de Octubre. Ahora, el kirchnerismo volverá a competir en unas PASO con lista única, haciendo cada vez menos explicable la existencia de las elecciones primarias. Si el partido gobernante no utiliza la herramienta que postuló hace un par de años, menos lo harán sus rivales más directos. Todo se terminará reduciendo, como siempre, a una encuesta pre electoral de la que se podrán sacar muy pocas conclusiones respecto de que ajustes realizar para poder llegar con la mayor cantidad de votos posibles a la presidencial. CFK pudo haber dado un giro de 180° en su gestión y comenzar a cimentar las bases para una continuidad a largo plazo, más allá de como resulten los comicios. Eligió seguir el camino de siempre, ese que la tiene a ella como la protagonista excluyente de todo lo que sucede en el partido gobernante y que nunca considera toda opinión que no sea la propia. Esto se refleja en el hecho de que haya puesto a Zannini, que es también un mensaje para Scioli: si llega a ganar, que no tenga dudas acerca de quien va a dirigir el circo. Igualmente, retomando el tema del fuego amigo, no deja de ser gracioso que los militantes – tras 12 años de gritar como locos que CFK es “La Jefa”, “La Líder”, etc.- de repente se enojen por la exclusión de Randazzo. En todas las elecciones que enfrentó el FPV, la resolución acerca de los candidatos fue la misma: todo dependió del dedo de Néstor y Cristina Kirchner. Sin ir más lejos, su forma de llevar adelante la administración estatal ha sido la misma y los que hoy se quejan desde adentro por el desplante al Ministro de Interior y Transporte tuvieron todo este tiempo para quejarse de esa metodología ¿Adivinen qué? Eso nunca pasó, es más la defendieron sin términos medios y nos llamaron “traidores”, “cipayos”, “genocidas” y demás a quienes desde un lugar de oposición no-fanático les marcábamos estos vicios que a fin de cuentas son parte de la identidad de ese gran significante vacío denominado “Peronismo” al que ellos pertenecen con – según lo que se puede percibir- mucho orgullo. Como leí en un acertado comentario de alguien vía Twitter, quejarse por una decisión vertical cuando militas y votas en un partido/frente que es verticalista desde su concepción, es un grave síntoma de esquizofrenia más allá de que sea novedoso verlos patalear y hacer puchero creyendo que a CFK le interesa lo que tengan para decir al respecto.

 

Del otro lado de la vida, Mauricio Macri estuvo muy cerca de cerrar con derrota una de sus peores semanas desde que logró arrebatarle el segundo lugar en las estadísticas a un ya liquidado políticamente, Sergio Massa. Al no acceder a una alianza con el Frente Renovador en el Conurbano Bonaerense, el PRO decidió ir con una fórmula purista compuesta por María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo. Ahora el Ingeniero decidió que su candidata de oro tendrá como acompañante al radical Daniel Salvador, tras haberse juntado con Ernesto Sanz y llegar a la conclusión de que esto era lo mejor para el Cambiemos. Así pudo maquillar un poco el error, ya que si bien la UCR no tiene el mismo peso que el PJ en la PBA, al menos tiene una estructura históricamente consolidada allí y puede sumar muchos más votos de aquí a Octubre. Ese fue un (muy) mal primer paso – más allá de que el PRO y el FR tienen alianzas en más de 10 provincias – que estuvo basado en dos cuestiones: en la guía y consejo de Jaime Durán Barba y en el conocimiento de las grandes ambiciones de Massa. Comencemos por el consultor ecuatoriano, gurú del partido que gobierna la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que siempre apostó por una estrategia electoral más bien liviana. Sin banderas políticas ni consignas belicosas ni nada que se acerque a la figura del conflicto clásico del mundillo político algo que, por ejemplo, supo hacer muy bien Menem durante los 90′ para ganarse el apoyo popular y poder llevar adelante la reforma estatal – no deben ser pocos los de ustedes que recuerden la famosa “Plaza del Sí”-. Esto probó ser muy eficiente en un territorio amistoso y con una clara mayoría anti-peronista y conservadora como la CABA pero una vez trasladado a nivel nacional, el cariz que fue tomando no terminó siendo bastante claro y amenaza con traer bajo el brazo una derrota segura. Pasándolo en limpio: política de tinte conservador escondida debajo de una figura ilusoria de “no-política”. Esto solo por un lado, pues para entender este repentino “purismo” del líder del PRO debemos poner sobre la mesa el otro factor de relevancia: la intención del ex Intendente de Tigre de solamente competir en una interna presidencial con Macri, Sanz y Carrió. Dudo que si la propuesta de Massa hubiese sido bajar a Provincia y acompañar a quien salga vencedor en las PASO, alguien en su sano juicio pudiese decirle que no. Muy posiblemente uno de los negadores sería Durán Barba, pero está claro que este vendedor de espejitos de colores – recordar como le fue a Marina Silva en Brasil desde que el tipo empezó a asesorarla- cree que los aparatos ya no influyen más y que la ciudadanía vota la buena onda y lo que es “distinto” a la política más clásica y oscurantista. Para hacer una analogía que deje esto en claro, Durán Barba representaría – entre tantos- a Ronald Reagan y a Margaret Thatcher en los 80′ y el sector más tradicional de la política nacional (el PJ), a la Unión Soviética. La política presente en ambos lados, pero como ya mencionamos, en el primero disfrazada de apolítica y libertad y en el segundo con las banderas y el aparato partidario exhibidos orgullosamente. Más allá de que esto puede ser un poco exagerado, creo que explica nuestro punto. Lo que si es muy claro, es que este “ex anarquista” (es imposible no amar los perfiles mediáticos de este mamarracho) estuvo muy equivocado en guiar a Marina Silva – que perdió una elección que estaba servida- por esa senda y que está haciendo exactamente lo mismo con Macri ¿Cual es el problema? Que el Ingeniero lo considera su mayor confidente y hace todo lo que le recomiende.

 

Como bien dijimos en el párrafo anterior, esta semana estuvo cerca de ser un golpe muy duro para las aspiraciones de Macri, pero con el anuncio de su compañero de fórmula logró torcer un poco el rumbo. No fueron pocos los que pusieron el grito en el cielo cuando comenzó a circular que Marcos Peña – de escaso conocimiento público- iba a ser el candidato a Vice-Presidente que estuviese en la boleta del PRO. Mientras los números de Scioli se consolidaban, con una leve pero valiosa ventaja sobre el Ingeniero, esta maniobra no pareció ser la más adecuada. Durán Barba volvió a aparecer como el titiritero que dirigía al ex presidente de Boca Juniors hacia una catástrofe imposible de contener y/o superar. Tras un par de días de incertidumbre, reflotó el nombre de Gabriela Michetti como posible ladera para la aventura de Octubre, con lo que las caras de la mayoría de sus votantes dejaron una expresión desencajada para dar lugar a una breve relajación. Ni que hablar de la tranquilidad que hubo cuando el propio Macri confirmó que la Senadora sería quien figurase junto a él, demostrando que sus buenos reflejos a la hora de dirimir la interna en las elecciones de la ciudad no habían sido mera casualidad. Pongamos los puntos sobre las ies: está claro que tenemos ante nosotros a un empresario con muy pocos escrúpulos, nacido en una cuna de oro, que ha tenido a parecer de quien escribe una mala y corrupta (dos términos que se incluyen entre sí) gestión en sus ocho años al frente de la CABA, que tiene un partido político que necesita horrores un armado nacional más o menos estable y que – a pesar de esto último- está a las puertas de acceder al máximo cargo electoral que tiene la democracia. Mal que les pese a muchos, Mauricio Macri se está convirtiendo en un político calculador, inteligente y pragmático, todo hasta contra los intentos de su asesor de imagen y gestión por hacerlo perder los próximos comicios de una manera muy estúpida. Esto no quita que su negativa a asociarse con Massa – porque la política al final siempre pasa por los negocios y negociados- haya recortado sus chances de dirigir los destinos de la Argentina por los siguientes cuatro años, pero el que de su boca haya salido el apellido Michetti y no Peña le garantiza dos cosas importantes: que los independientes que en su momento se enojaron por su apoyo a Rodríguez Larreta, no considerarán otras opciones a la hora de entrar al cuarto oscuro; y quedar ante la opinión pública como un político maduro y capaz de dejar atrás un conflicto importante y trabajar con quien en su momento se negó a ir con él en estas elecciones y estuvo a punto de abrir una grieta insalvable dentro de su estructura de poder. Percepciones le llaman algunos y tienen razón, porque hace varios años que “la política” se trata solamente de lo que el público percibe cuando lee acerca de tal o cual candidato o lo/la ve en una publi-nota en algún canal de televisión.

 

Con la elección de Santa Fe muy apretada – con su candidato Miguel Del Sel por segunda vez consecutiva al borde de una victoria sorprendente- tras el escándalo y el posterior recuento de las mesas impugnadas y una muy dura derrota del Frente Para La Victoria en la provincia de Mendoza en manos de la coalición PRO-UCR (una que pocos se vieron venir dentro del gobierno nacional) las cosas parecen ir mejorando para el Ingeniero tras un par de días bastante turbulentos. La tercera y última corrección sobre la marcha del líder del PRO fue desistir de la estrambótica idea de que el Cambiemos no vaya a internas y presentar una lista única tal cual decidió Cristina Kirchner en su espacio político. Si bien esta propuesta duró en el aire menos que un rumor sirvió para confirmar que a dos meses de las PASO presidenciales el kirchnerismo, que se está yendo y no posee en absoluto el mismo poder que hace 4 o 5 años, todavía lleva de las narices hasta a sus principales contendientes en este “Juego de Tronos” (no me podría perdonar el no haber usado este recurso, sepan disculpar). Tras el cierre de listas – con reparto equitativo entre radicales y macristas y lista de la Coalición Cívica aparte en la PBA y oferta tripartita en la CABA- y la oficialización de las fórmulas presidenciales para las internas de Agosto, dos cuestiones que dejaron conformes a todos más allá de uno de los pataleos clásicos de Lilita que luego ella misma minimizó, el Frente Cambiemos está listo para comenzar la carrera definitiva hacia Octubre. Enfrente estará un partido de gobierno que en 12 años ha logrado mantener el poder sin demasiadas fisuras y que lleva nombres fuertes en ambas boletas legislativas, como para dejar en claro que no se va a ir sin dar una dura pelea. No son dos modelos de sociedad y de gestión que se enfrentan, como les encanta repetir a los kirchneristas; nos debatimos entre la continuidad de un gobierno que no ha cambiado nada en la estructura de un sistema corrupto y desigual y la llegada de un “nuevo” actor político al poder que muy posiblemente no busque ni consiga tocar la base del sistema productivo ni frenar la corrupción ni redistribuir la riqueza ni otras cuestiones que nunca son debatidas con seriedad y profundidad tanto en la sociedad como en la arena política. Sin una perspectiva realmente optimista de cara al futuro cercano – obviemos el largo plazo, porque si no es para ponerse a llorar-, uno no puede evitar inclinarse levemente hacia la posibilidad de un cambio de aire. Eso de que malo conocido es mejor que malo por conocer, siempre me pareció una tontería. Las cartas están sobre la mesa y lamentablemente esto es lo mejor que pudimos dar como conjunto social en todos estos años desde el estallido de la crisis del 2001 hasta hoy 22 de Junio de 2015. No hay nada para festejar, no hay buenos en esta película de terror y para entenderlo no hace falta recordar que todos estos políticos, salvo excepciones, son socios. Es hora de votar con inteligencia y de realizar una profunda autocrítica que nos haga reflexionar para así salir del pozo de una vez por todas, con o sin kirchnerismo en el horizonte. Hay que posar la mirada más allá del intercambio de figuritas que se viene, porque creer que todo se va a solucionar mágicamente con la salida de Cristina del poder y el final provisorio de esta “Era K” es como mínimo no tener noción de cuales son las batallas que hay que empezar a dar de una vez por todas. Que la cuenten como quieran, pero aquí nada ha cambiado en todo este tiempo y menos lo hará si no salimos de nuestro eterno e insoportable estado vegetal.