Tag Archives: Secretaría de Inteligencia

El Criptoestado

20 Feb

jorge-godoy-esma2

0010499872

A cualquiera que lea estas líneas le puede o no gustar Miguel Bonasso. Ex dirigente de Montoneros y ex Diputado por el Frente Para La Victoria – partido con el que rompió hace más de 8 años alegando profundas diferencias-, este periodista y escritor es una de las grandes plumas que posee la Argentina. Hay varios libros y notas que confirman esto, como Recuerdo de la Muerte, El Presidente Que No Fue, Don Alfredo, El Mal: El Modelo K y La Barrick Gold entre tantos otros títulos de su autoría. Sus trabajos encajan dentro del género de investigación periodística, pero muy inteligentemente utiliza la estructura de la novela para que el lector quede completamente atrapado por la información que ve desfilar en cada página. Al comienzo de esta “Década Ganada”, Bonasso fue el periodista fetiche del matrimonio Kirchner que recién se estaba acomodando en los pasillos de la Casa Rosada. Iba a comer muy seguido con ellos y les servía de consejero en temas políticos y sociales de relevancia. No eran pocos los que dentro del kirchnerismo citaban sin parar a su libro sobre Héctor Cámpora y el estremecedor y crudo relato acerca de lo que era el día a día en la ESMA durante la Dictadura. El romance comenzó a extinguirse cuando Néstor y Cristina empezaron a frecuentar a uno de sus más grandes enemigos, Horacio Verbitsky, que lo fue paulatinamente reemplazando en las cenas semanales. La combinación entre el ego herido y el ver que el gobierno que apoyaba comenzaba a caminar por un sendero que contrariaba por completo varios de sus principios fundamentales, generaron un quiebre del que nunca hubo regreso.

Las primeras esquirlas de esa explosión impactaron en el gobierno tras la muerte de Néstor Kirchner – año 2011 para ser exactos-, momento en el que Bonasso publicó El Mal: El Modelo K y La Barrick Gold, donde despotrica contra la continuidad que existe entre el menemismo y el kirchnerismo en materia de recursos naturales y, en general, de corrupción. El libro no tuvo demasiada publicidad ni una recepción masiva, pero quien lo pueda leer descubrirá como los gobiernos de Frente Para La Victoria se han manejado siempre con un discurso extremadamente hipócrita. Uno que exaltaba la defensa del patrimonio nacional y la lucha contra las corporaciones al mismo tiempo que entregaban literalmente todo a empresas con pasado y presente oscuro y sangriento como la Barrick Gold. Es una delicia leer en uno de sus capítulos la transcripción de un discurso de CFK en el Council Of The Americas de 2008, celebrado en la ciudad de Toronto, Canada, donde la mandataria explica que a ella lo que le gusta es estar con su amiga Susan Seagal – la organizadora del mitin de Rockefeller y sus amigos, usado para tantear a los gobiernos ávidos para “hacer negocios”- y con los dueños de las grandes multinacionales del mundo. Muchos sostuvieron, no sin parcial razón, que esta era la venganza de un despechado contra aquellos que lo habían abandonado para entronizar a alguien a quien considera mínimamente una rata. Más allá de estas suposiciones, los datos y los hechos muy bien explicados en el libro no pudieron contra el fallecimiento de Néstor Kirchner ni contra la burbuja de consumo, que si bien estaba a punto de reventar aún no había mostrado grietas perceptibles para la siempre maleable clase media argentina.

En Mayo del año pasado, y con una formidable lectura de todo lo que estaba por venir, llegó a las bateas un nuevo libro de Miguel Bonasso. Bajo el título de Lo Que No Dije en Recuerdo De La Muerte, el ex director del diario Noticias bucea a fondo en el Lado B de la democracia argentina y lo desnuda de una forma contundente. El eje central de su nuevo trabajo es el concepto de “Criptoestado”, creado por Norberto Bobbio: “Como contraparte de la anhelada visibilidad de los actos de gobierno, el filósofo Italiano Norberto Bobbio habla de su ocultamiento parcial o total por parte de quienes gobiernan el Estado. Y ese actuar de espaldas a la sociedad civil, tapando y no revelando el accionar concreto del poder, lo considera un límite, un fracaso de la democracia en la erradicación de las oligarquías (…) atenta contra toda la amplitud y profundidad del sistema democrático (…) hasta descender a lo que llama el Criptoestado, que es el Estado real, subyacente bajo las apariencias burocráticas de un Estado de derecho vacío y formal, donde todo ocurre detrás del escenario, fuera del escrutinio de la sociedad civil (…)”.[1]

Partiendo de esta definición, el autor perseguirá un muy claro objetivo: el derrumbar el mito de que este gobierno ha construido, alrededor del lema “Memoria, Verdad y Justicia”, en materia de Derechos Humanos. Utilizará para ello los testimonios de varios sobrevivientes de la exESMA enfrentados duramente con el kirchnerismo como Carlos “El Sueco” Lordkipanidse, así como la palabra de varios ex guerrilleros que pelearon en serio durante los 70’ – no como quienes nos gobiernan, que al primer disparo al aire se escondieron debajo de la mesa- que se encargan de realizar las debidas conexiones entre aquellos años de sangre y fuego y la actual Década Ganada. Es espeluznante ir de página en página y, en el medio de la reconstrucción del horror, encontrarse con nombres que son actualmente muy cercanos (socios, digámoslo claro) al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como Carlos Bulgheroni, Gerardo Martínez, César Milani, Rafael Bielsa (sí, el ex Canciller fue funcionario de la Dictadura en 1981), Romero Victorica, el Almirante Jorge Godoy, Vitón, Freddy Zarattini, Rubén Osvaldo Bufano, Carlos Pedro Blaquier, Antonio “Jaime” Stiusso, Raúl Martins (ex Triple A y hoy considerado “El Yabrán de los prostíbulos”), el “Lauchón” Viale, Jorge Antonio “El carnicero de San Juan” Olivera, y demás personajes nefastos de nuestra historia – todos cómplices como mínimo de la última dictadura militar- que siguen siendo protegidos directa o indirectamente por el Estado nacional. Dentro de esta categoría debemos incluir los suculentos negociados que estas personas han conseguido debido a la generosidad de la señora de Kirchner y su difunto marido. Con solo saber que el Pan American Energy (que es en un 60% de Bulgheroni, el gran ganador de la más reciente dictadura militar y habitual agasajado de nuestra Presidenta de izquierda) consiguió en 2007 la explotación del Cerro Dragón en Chubut hasta el 2047, debería alcanzar para entender que los más beneficiados han sido siempre los mismos y que este gobierno no iba a ser la excepción.

Además de nombres hay datos muy interesantes que hablan tanto de la hipocresía del gobierno nacional y popular de como del poder del Criptoestado se ha incrementado a sobremanera en esta sucesión de mandatos del Frente Para La Victoria. Para elegir uno de tantos ejemplos, hablemos del Almirante Jorge Godoy quien siguió en funciones hasta el año 2011, aun cuando en 2006 se descubrió que en la Base Aeronaval Almirante Zar funcionaba un tremendo dispositivo de inteligencia que espiaba ilegalmente a dirigentes políticos, religiosos y sociales. Godoy fue uno de los perpetradores de la “Masacre de Trelew” y fue nombrado por Néstor Kirchner al frente de la Armada; y más allá de haber sido pasado a retiro recién en 2011 – solo porque se hizo demasiado obvio todo, un modus operandi clásico del kirchnerismo- todavía no comenzó el juicio oral por sus delitos de lesa humanidad. Elijo este ejemplo porque también es una de las evidencias más concretas de la conexión entre los servicios de inteligencia argentinos y la C.I.A, no siendo pocos quienes afirman que esto es así desde hace décadas con conocimiento y aprobación de parte de todos los Presidentes y Presidentas que pasaron por la Casa Rosada. Muchos hablaron de esto cuando el Fiscal Alberto Nisman apareció muerto en su departamento de Puerto Madero a horas de defender en el Congreso de la Nación su denuncia contra Cristina Kirchner, pero todo quedó en la tibia mención de que el ex espía Stiusso tenía “nexos” y/o “contacto directo” con la central de inteligencia norteamericana. Tal vez la realidad sea que el total de la Secretaría de Inteligencia siempre estuvo enlazada con el Norte, por lo que sería más que pertinente mirar bastante más seguido hacia esa latitud que lo que la Presidenta nos recomienda por cadena nacional. Las preguntas que el autor se hace respecto de la actitud de Néstor Kirchner frente a Godoy – ¿Por qué fue tan benévolo con él? ¿Por qué su autocrítica fue tardía y falsa? ¿Por qué no hizo nada ante una violación flagrante de la Ley de Inteligencia?- son las que cualquier mortal debería hacerse cuando analiza todo lo que ha hecho el kirchnerismo en este área durante 12 largos años.

A medida que el lector avance se va a encontrar con números que hablan de la presencia del Criptoestado y de cómo este es el que realmente controla todo lo que sucede en nuestro país. La cantidad de represores fugados (73 en total y 23 en el segundo mandato de CFK) es histórica así como el número de “suicidios” entre genocidas momentos antes de tener que declarar en los juicios por su accionar durante la dictadura. Ni que hablar del infame Proyecto X, primero negado por el gobierno y luego reconocido a regañadientes, que se encargó de espiar ilícitamente a toda la militancia social y política del país – así como a los ciudadanos que no profesan amor por el FPV- en todos estos años y de recolectar sus datos. No hace falta ser demasiado brillante para darse cuenta que se está violando la Ley de Inteligencia, esa que quieren reformar ahora porque la consideran “una de las deudas de la democracia” ni para ver en su lógica organizativa vestigios del Batallón 601. Entonces llegamos a la conclusión de que no es casualidad que de 2007 a 2011 sean 17 los muertos por represión de la protesta social en todo el país, cifra que contrasta fuertemente con los 2 que murieron asesinados por la misma causa durante las dos presidencias de Carlos Menem. Siete organizaciones de DD.HH verdaderamente independientes se encargaron de realizar un pormenorizado informe en el que demuestran que dese 2010 al día de la fecha cayeron muertas 18 personas por el “uso desmedido de la fuerza” de parte de la Gendarmería Nacional – la preferida del gobierno- y de la Policía Federal Argentina. Y como si esto fuese poco, ninguno de estos casos ha logrado ser llevado a la Justicia (es decir, permanecen impunes). El cuadro macabro lo completan 4.000 personas criminalizadas y judicializadas sin motivo concreto – bajo tipos penales sinceramente insólitos-, 167 organizaciones sociales criminalizadas por el Estado y enfrente los tan solo 850 genocidas procesados. Si ahora volvemos a escuchar a CFK diciendo que las huelgas y los reclamos de los trabajadores por su fuente de ingresos son un elemento de desestabilización y golpismo, algunas cosas nos van a quedar mucho más en claro. La obsesión de Cristina por monitorear a todos los ciudadanos, por tenernos vigilados y sometidos, la ha llevado a disparar con munición gruesa en uno de sus interminables discursos: “Si nos conocemos mejor, nos cuidamos más”. Y para lograrlo, el Criptoestado ha sido y es un elemento necesario al que esta administración – como todas las que pasaron antes desde el retorno de la “democracia”, aunque tal vez con menos fuerza- ha recurrido innumerable cantidad de veces.

La misteriosa y dolorosa muerte de Alberto Nisman abrió la puerta hacia un infierno del que será muy complicado escapar. Tiempo antes de la explosión mediática y política que fue la denuncia contra la Presidenta de la Nación por encubrir a los terroristas que volaron la AMIA, la Jefa de Estado había decidido pasar a retiro al espía Stiusso y descabezar la Secretaría de Inteligencia. El Criptoestado, que tanto le sirvió para propósitos partidarios durante estos años (recordemos: Proyecto X, represión a huelgas en todo el país, carpetazos por doquier, etc.), se convertía en el nuevo globo de ensayo del kirchnerismo para mostrar que la iniciativa era toda suya y que no existía ningún tipo de desgaste en la figura presidencial. Nadie puede negar que todo esto es parte de una guerra sin cuartel que se ha librado entre los varios bandos dentro de la S.I y el mismo gobierno, así como al mismo tiempo sea imposible ignorar la gran responsabilidad del kirchnerismo en el crecimiento de semejante monstruo. Los fondos y el poder fluyeron sin interrupciones y en cantidad ascendente durante 3 mandatos consecutivos del FPV, hasta que un buen día decidieron convertir al área de inteligencia estatal en el nuevo enemigo que alimente la épica perdida. La ley que crea la AFI no es más que una manera de maquillar la continuidad, pues la transparencia y el verdadero cambio no están presentes en ese documento que será aprobado vergonzosamente en soledad y por mayoría simple en el Congreso. Todo esto debe advertirnos de una sola cosa, que es la que realmente importa: más allá de que ahora la Presidenta tenga gestos para la tribuna como el amagar con obligar a Stiusso a revelar todo lo que sabe – contando desde su ingreso a la S.I en 1972 hasta hoy-, más allá de que los funcionarios sobreactúen sus ganas de que el caso Nisman se resuelva, más allá de que todos intenten poner a Cristina en el lugar de víctima de los poderes malvados internos y externos, algo que aumentará tras la imputación efectiva que sucedió esta semana…El kirchnerismo – y esto engloba a los que hoy ya no están más y que casualmente quieren gobernar el país- siempre supo acerca de todo esto que muy convenientemente está denunciando en su peor momento político. Mientras le fue útil, jamás renegó del Criptoestado y menos le importaron los prontuarios de quienes estuvieron al servicio de su partido. Para poder entender lo que es este ente oscuro – algo que se hace muy necesario en estos momentos- y acceder a un pantallazo acerca de cómo funciona el poder real, el libro de Bonasso es un muy buen comienzo.

[1] Bonasso, Miguel; “Lo que no dije en Recuerdo de la Muerte”; Editorial Sudamericana; Buenos Aires; 2014; p. 154