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Je Suis Charlie Hebdo

9 Jan

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Este pasado Miércoles 7 de Enero de 2015 no fue un buen día sino uno muy oscuro, lleno de tristeza y de muchos interrogantes de cara al futuro. Doce periodistas, doce personas inocentes, fueron asesinadas a sangre fría por tres terroristas que ingresaron a la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. Entre ellos se encontraba Stéphane Charbonnier que era periodista, dibujante y director de la polémica publicación. Hace ya 3 años que Charbonnier vivía bajo custodia por las frecuentes amenazas recibidas debido a la crudeza y muchas veces falta de límite de algunas de las caricaturas que adornaban las tapas y las páginas de la revista. Hasta en 2011 el lugar había sido incendiado tras un número en el que se despachaban contra varios candidatos tunecinos en época de elecciones en aquel país. Los principales enojados siempre fueron varios grupos Yihadistas, esos que hoy en su mayoría se encuentran agrupados bajo la sigla ISIS o EI (por Estado Islámico) e intentan instaurar un violento y represivo califato en todo Medio Oriente.

Para empezar debemos decir que Charlie Hebdo no se caracterizaba por su buen gusto aunque si por sus muy buenos dibujos. También que todas las religiones, políticos y hasta a veces la comunidad homosexual eran blanco cotidiano de sus dardos llenos de ironía y carentes de corrección política. Quien no haya visto o leído jamás la revista, puede buscar en los diversos medios y blogs de todo el globo que decidieron, a modo de apoyo y protesta, publicar varios de sus números más controversiales. Sabemos que los límites de la tolerancia humana son más bien difusos, hasta se podría decir que inexistentes, pero no hay nada que justifique de ninguna manera esto que sucedió en Francia. De haber sido, por ejemplo, un grupo terrorista ultra católico el que atacase el edificio de una publicación musulmana, la reacción de repudió y asco por mi parte habría sido la misma. No se trata de, como leí en algunos artículos y opiniones en redes sociales, anteponer una ideología o pensamiento extremo por sobre otro. No está bien nunca irse a los extremos – ninguno de ellos, sin excepciones y esto no engloba solamente matar a otro por pensar distinto-, aunque el ser humano históricamente ha vivido entre blancos y negros y solo muy casualmente se ha detenido a analizar los variados grises que, a fin de cuentas, son los que nos hacen ser lo que somos como especie y como sociedad.

Repudiar este salvaje atentado no es ser ni funcional al imperialismo ni racista ni “Anti-Musulmán” sino más bien alguien pensante, racional, equilibrado y bastante humano. Sin dudas que siempre van a estar allí los que viven en la eterna dicotomía entre Oriente y Occidente, una que debería haberse dejado atrás hace tiempo pero que se ha acentuado en estos últimos años tal vez más que nunca. Y no hablo solamente del eurocentrismo arcaico – y tan dañino, que ataca al otro solo por ser diferente- sino también del odio que existe en la mayoría de los países de Medio Oriente hacia la parte de la civilización que reside de este lado del globo. Hoy Europa está sumida en una creciente ola de descontento por las penurias económicas que lamentablemente casi siempre es caldo de cultivo para partidos políticos y agrupaciones de corte nacionalista (sin importar si son de izquierda o de derecha, pero hoy por hoy predominan las segundas) que o residen dentro de los límites como el Frente Nacional de Marine Le Pen (lamentablemente la próxima Presidenta de Francia) o se pasan por completo llegando al Nazismo explícito como el Amanecer Dorado, por solo citar dos casos que se repiten por todo el continente. No se puede hablar de la presencia de extranjeros y locales que practican el Islam como algo “novedoso” o una “tendencia que ha crecido en los últimos tiempos”, pues es un fenómeno que data de demasiados años atrás como para contarlos con los dedos de las manos y de los pies. En sociedades que históricamente han sido – y estoy siendo generoso- muy intolerantes no se puede esperar una actitud positiva y menos si en gran parte sienten que el terrorismo islámico está al acecho y que en cualquier momento puede matarlos a ellos o recluta a sus hijos para sus delirantes proyectos políticos. Esto que acabo de escribir no es más que un muy acotado resumen de lo que es el pensamiento del europeo medio y algo que, así como la mezcla étnica y religiosa, tampoco es fruto de estas épocas. Charlie Hebdo, y esto podrá sorprender a muchos, ya para el pasado 2014 era completamente inviable como publicación. Sin patrocinantes y sin apoyo político – pero con sus ideas muy firmes- al día de hoy funciona gracias a las ganancias que obtienen por ventas (que son bastante escuetas comparadas con las de hace 4 años, por ejemplo), las donaciones de sus lectores y al sudor de sus directores, dibujantes y redactores. Digo que esto puede ser algo sorpresivo simplemente por el hecho de que no es una revista de lectura masiva como tamaño atentado puede dejar traslucir, sino un semanario con un público muy reducido y específico. A lo que voy, es que la revista no poseía una influencia tremenda sobre la sociedad ni mucho menos y que más allá de poder o no ofender a una persona por sus preferencias sexuales, gusto político y creencias, no era más que una sátira político-social muy bien jugada acerca de las tensiones sociales que cruzan a Francia día a día.

Y aquí es donde les propongo hilar un poco más fino, ya que lo enunciado en estos párrafos es apenas la punta del iceberg. Si hay algo que siempre me molestó fue la corrección política, en especial cuando surge en este tipo de tragedias. Lo otro es la siempre confusa condena que hacen los progresistas (esto incluye a los gobiernos y a los militantes políticos y demás fauna dentro de este significante vacío) cuando deben enfrentarse ante el horror que siembran grupos terroristas con los que ellos simpatizan, ya sea abiertamente o por lo bajo.

Las personas que están englobadas en la primera categoría, son esos ciudadanos que van del centro a la derecha y que buscan siempre matizar y explicarnos, en el medio del dolor y la muerte, que no hay que condenar a las religiones ni insultarlas. Esto deja a traslucir que evidentemente hay una parte de ellos que ve al accionar terrorista no como una anomalía sino como algo lógico debido a que se ha blasfemado contra una entidad que, hasta que no haya pruebas realmente concretas – es decir, “miren acá está el profeta/dios/muchacho”-, no existe en ninguna dimensión. Claro que la supuesta blasfemia también incluye los ritos y costumbres de una religión, como por ejemplo que las mujeres usen un velo o una burka o que caminen siempre detrás de los hombres o que no puedan manejar o que no puedan votar o que no puedan casarse/tener una relación sentimental con la persona que quieren y aman (o no contraer matrimonio si no es su voluntad, no es algo obligatorio) o deban ver como se les extrae el clítoris a los 18 años porque ellas están en el mundo solamente para reproducirse y no para sentir ningún tipo de placer en el acto sexual y demás cosas que a mi parecer merecen ser abolidas de la faz de la tierra. “Burlarse de los velos”, algo que le leí decir a alguien ayer en Twitter, no debería ser algo terrible pues es simplemente marcar que algo anda muy mal entre quienes profesan y practican el Islam. Se puede hablar acerca de las formas de ese humor, ese siempre es un debate abierto, pero tratar de mostrarse prescindente con un mensaje de “no toquemos a las religiones” es lo que lleva directo a avalar este tipo de brutalidades. No fueron creyentes “normales” los que ingresaron al grito de “Vengaremos al Profeta” (bien no sabemos de qué todavía, pero es seguro que lo van a vengar en estos días) sino asesinos que fueron reclutados por una organización terrorista fanática que usa como base de cooptación el racismo y la discriminación al que muchos de estos jóvenes son sometidos desde siempre en Europa – un contexto social que los favorece y del que sin dudas son culpables quienes lo fomentan- y un aparato gigante de propaganda que sirve para lavarles el cerebro y hacerles creer que lo que está detrás de tanta sangre y fuego es un mundo mejor y completamente justo, donde nadie sufre ni hay desigualdades y en el que – y esto es la clave- ningún “hereje” ha quedado con vida. Porque les aviso a los que se hacen los abiertos y critican a quienes están en contra del Islam, que los extremistas que perpetran estas operaciones asesinas no son precisamente los que más aman a Occidente y a sus costumbres; tienen que ver lo que opinan de los que no pensamos como ellos y el futuro que imaginan para todos nosotros, no se lo pierdan en este muy buen informe del canal de noticias Vice: https://www.youtube.com/watch?v=AUjHb4C7b94. Y sepan también que estos “Vengadores de Alá” tampoco simpatizan demasiado con las otras religiones y que no son los más  comprensivos, plurales y democráticos a la hora de dirigir y organizar sus sociedades. Puestos a escuchar criticas esnobistas y vacías de contenido desde una postura casi New Age y pacifista cool como la de estos tipos, lo mejor que se puede hacer siempre es adentrarse en lo que realmente es aquello que con tanta pasión defienden. Si, como muchos repitieron en estos dos días, lo que se hace en Charlie Hebdo no es “libertad” por el simple hecho de ofender a una religión, entonces no sé cómo se debe llamar a lo que los líderes del Estado Islámico y sus seguidores llevan adelante en este mismo instante tanto en Occidente como en Oriente. Porque sus víctimas están de los dos lados, creer que todos en los países árabes piensan lo mismo que los terroristas del ISIS es un error muy grave.

Pero peores, mucho peores, son los progresistas de salón que tienen siempre la necesidad de dejar en claro que los atentados de estas organizaciones – para ellos conformadas por víctimas del sistema, de la globalización, del neoliberalismo, del imperialismo y mil opciones más- son entendibles debido a la opresión bajo la que vivieron desde que salieron del útero de sus madres. Una vida en la que las potencias imperiales de Occidente se la pasaron pisoteando sus derechos e impidiéndoles ser libres de verdad, algo que tiene en muchos casos un tinte de verdad – es innegable que los Estados Unidos y demás potencias europeas se han hecho ricas y poderosas cagándose literalmente en millones de vidas inocentes, creando estos rencores en un proceso que continúa sucediendo al día de hoy- , pero que no por ello hace que sea correcto el ingresar en una redacción y asesinar sin contemplaciones ni piedad a doce personas solo por el hecho de que dibujaron y crearon una serie de viñetas en las que se referían burlonamente a líderes terroristas, entidades como Alá y a ciertas costumbres – tanto o más dudosas que el humor de Charlie Hebdo– como la ley imaginaria que supone que las mujeres deben ser menos que una mascota en su paso por el mundo. Les cuesta mucho a los progres el poder simplemente repudiar el horror sin el intento ya aburrido de mostrar que ellos están más a la izquierda en el tablero que todos los demás. Para poder ejemplificar esta tendencia, me agarro del comunicado del Partido Obrero, aunque bien podría ser cualquier otra fuerza política: Jorge Altamira firma el escueto documento en el que se lamenta la pérdida de vidas humanas y se repudia al terrorismo, pero donde también se deja en claro que La solidaridad absoluta e incondicional con los periodistas y las otras víctimas de la masacre de Charlie Hebdo y con el pueblo y los trabajadores de Francia, no puede extenderse a los gobiernos y estados masacradores, a riesgo de socavar la autoridad política y moral de la lucha contra un terrorismo de clara connotación fascista”. Si hablamos de coherencia y de sentido de oportunidad, claramente el líder del P.O carece por completo de ellos. Es imposible de entender cómo se podría llegar a relacionar el solidarizarse con los familiares de las víctimas y horrorizarse por tantas muertes sin sentido, con un apoyo al gobierno de Françoise Hollande. Sería lo mismo que, desde su visión crítica con el gobierno de Cristina Kirchner, confundir el repudio a un hipotético atentado similar en nuestro país con una loa y reverencia a la actual Presidenta.

El mundo entero, sin contar a estas tragicómicas excepciones mencionadas, llora las muertes de los 12 periodistas, dibujantes y artistas que eran parte del staff fijo de Charlie Hebdo. Profesionales de ton a son, anarquistas del alma, osados y valientes hasta el último día de sus vidas. Para honrarlos, yo elijo quedarme con las palabras del Presidente de Francia, Françoise Hollande, que ha sido ridiculizado como pocos en la revista, pero que no tuvo ningún complejo personal ni moral a la hora de llamar “héroes” a los caídos y sobrevivientes de una tragedia que jamás debió suceder. Justamente de gestos como este se trata la famosa “libertad de expresión” de la que todos hablan.